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Channel: Las recetas de la familia Tartufo
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Pan de cerveza negra y avena. Book + food: Pan (hecho en casa y con el sabor de siempre).

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Buenas!

Hoy viernes es día de secciones fijas en nuestro blog y, una vez más, toca book + food. En esta ocasión toca otro libro de recetas, también toca libro de pan y también toca una publicación realmente espectacular. Lo que estrenamos hoy es autor, se trata de Xavier Barriga con su libro Pan (hecho en casa y con el sabor de siempre).

El pan que hemos escogido, Pan de cerveza negra y avena, la verdad es que triunfó en casa. El señor Tartufo llevó la mitad de una hogaza recién horneada a la suegra (o sea mi madre, la abuela Tartufo) y entre mi hermana y ella se la zamparon con la misma… “qué bueno está este pan” “podías haber traído la otra mitad”… jejejeje. Así que ya ven que un jurado totalmente imparcial opina que este pan está de vicio! Eso sí, advertimos que hemos hecho nuestra versión de la receta.

Pan de cerveza negra y avena

Como ya saben nuestra biblioteca es bastante extensa pero en cuando a pan, hasta hace un par de meses, tirábamos básicamente de la obra maestra del pan Hecho a mano de Dan Lepard. Así que en Navidad, y mientras esperaba por un gran libro panarra (Pan en casa (del horno al corazón) de Anna Bellsolá, del que ya les hablamos) que el Señor Tartufo había escrito en su carta y que llegó justo para los Reyes, me fui en la búsqueda algún libro de un gran panadero al que habíamos conocido a través de Internet: Xavier Barriga. La verdad es que la elección no fue complicado y es que este título me conquistó en cuanto lo vi: Pan (hecho en casa y con el sabor de siempre). Entonces me decidí a ojearlo y fue cuando terminó de convencerme.

Hablemos un poco de Xavier Barriga. Nacido en Cataluña en el seno de una familia de panaderos, desde muy joven supo que iba su futuro iba a estar ligado al arte de hacer pan. A los 23 años comenzó su andadura por media Europa, combinando formación y trabajo. En 2001 comenzó su labor en Atecpan(compañía dedicada a la formación y asesoramiento de empresas panaderas) y desde 2009 regenta su propia panadería en Barcelona (Turris) en la que, además de elaborar pan artesanal, organiza talleres y cursos en los que enseña a sus alumnos a hacer pan en casa de manera tradicional. 

El libro es muy completo, incluye amasados, Masa madre, harinas, diferentes tipos de recetas (propias, especialidades nacionales, bollería, para cocinar con niños, etc.)… Definitivamente es muy recomendable y ocupa un puesto de horno en nuestra cada día más nutrida librería.





Vamos con la receta!



Ingredientes:

500 gr de harina de fuerza
350 ml de cerveza negra
150 gr de Masa madre
125 g de copos de avena
10 gr de sal
5 gr de levadura fresca prensada











Elaboración:

En un recipiente amplio ponemos todos los ingredientes secos (harina, avena y sal) y los mezclamos. En otro recipiente ponemos los ingredientes húmedos (cerveza, Masa madrey levadura). Incorporamos los ingredientes húmedos a los secos y mezclamos hasta obtener una masa más o menos compacta. Entonces pasamos a la mesa de trabajo que debemos enharinar un poco para poder amasar sin que se nos pegue el pan a la superficie de trabajo.


Amasamos hasta que obtengamos una masa lisa y elástica y dejamos reposar en un recipiente (untado con aceite) tapado con nuestro paño de panadero (algo humedecido) durante aproximadamente una hora (o hasta que casi haya doblado su volumen).

Transcurrido este tiempo, dividimos la masa en dos partes iguales de manera que obtendremos dos hogazas. Damos forma redonda a las piezas procurando no tocar demasiado la masa y dejamos reposar sobre un paño enharinado y tapadas con otro paño también enharinado (deben estar separadas entre sí para que no se queden pegadas durante el levado), durante aproximadamente otra hora más (o hasta que haya aumentado más de un 50% su volumen).


Precalentamos el horno a 250º C con calor arriba y abajo. Cuando el horno esté listo, espolvoreamos el pan con harina y les hacemos unos cortes (como se ve en la foto). Ponemos los panes en la bandeja del horno cubierta de harina o con un papel vegetal y los introducimos en el horno. Vaporizamos agua durante los 5 primeros minutos y bajamos la temperatura del horno a 185º C. Horneamos durante aproximadamente 50 minutos o hasta que el pan esté bien dorado. Retiramos del horno y dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté frío.


Listo para comer!


Tollos en salsa

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Buenas!

Como todos sabemos en Semana Santa, según la religión católica, no se puede o no se debe comer carne. Es por eso que en nuestra gastronomía, y en la de otros países tradicionalmente cristianos, abundan platos típicos de estas fechas en cuya elaboración no se utiliza carne y que fundamentalmente contienen pescado y patatas (o papas).

Hoy les traemos una receta tradicional canaria que se suele preparar en Semana Santa y cuyo ingrediente principal es un pescado algo especial llamado tollo. Los tollos son unas tiras de cazón que se obtienen de salar y secar este pescado al sol (colgado en liñas). Su preparación surgió como forma de aprovechamiento del pescado que se capturaba mar adentro y que los marineros traían ya disecado.

En Canarias es común el consumo de pescado seco o en salazón. Por ejemplo, en las fiestas populares o ferias es normal encontrar puestos en los que se venden calamar seco que se cocina ligeramente en brasas y se come caliente. Es tan popular esta forma de comer calamar que incluso puede encontrarse envasado en muchos comercios. Además, uno de los platos más populares de la gastronomía isleña es el Sancocho de pescado y que no es otra cosa que pescado en salazón (normalmente cherne o corvina) que se desala y se guisa, se acompaña con papas (sancochadas o arrugadas), batata (también cocida), gofio amasado (resultante de mezclar gofio con el agua de hervir el pescado, batata y papa escachada) y un poco de mojo picónpara darle algo de alegría.

Andalucía es probablemente la Comunidad Autónoma con mayores similitudes gastronómicas con Canarias. Entre sus platos tradicionales (concretamente de la provincia de Huelva) se encuentra también los Tollos en salsa o Tollos con tomate. Eso sí los tollos andaluces, a diferencia de los canarios, no son de cazón sino de otro escualo llamado pintarroja.

Esta receta de Tollos en salsa es una muy similar al plato tradicional que aún se sirve en restaurantes, bares y bochinches de Gran Canaria, principalmente como tapa, y cuya características principal es la combinación entre el amargo del tollo y el toque ligeramente picante de la salsa (que se elabora con pimienta picona o lo que los canariones llamamos “pimienta puta la madre”. Eso sí, como siempre, los Tartufo hemos hecho nuestra propia interpretación de la receta tradicional, un poco recopilando las recetas que el señor Tartufo ha ido aprendiendo en los diferentes restaurantes en los que ha trabajado. Se animan a probar?

Tollos en salsa

*Nota: recopilando información para elaborar esta entrada hemos descubierto que Tollos, además de un alimento, es una población de la Comunidad Valenciana, en el norte de la provincia de Alicante. Curiosidades made in Tartufo…

Vamos con la receta!



Ingredientes:


1/2 kg de tollos
3 tomates maduros
2 cebollas
Un pimiento verde
5 dientes de ajo
Unas ramas de cilantro
1/2 cucharada de pimentón
Una hoja de laurel
Una cucharadita de comino en grano
1/2 vaso de vino blanco
1/2 pimienta picona (o una cayena)
Aceite
Agua
Sal

*Nota: debemos rehidratar los tollos poniéndolos en un recipiente con agua desde el día anterior (al menos 24 horas). Deberemos cambiar el agua aproximadamente cada 8 horas.



Elaboración:

Para empezar blanqueamos los tollos dejándolos cocer en agua durante 10 minutos. Escurrimos y reservamos.
 
Rallamos los tomates y desechamos las pieles (también podemos pelarlos y trocearlos). Pelamos y cortamos las cebollas y los ajos en brunoise, lavamos y cortamos el pimiento de la misma forma. Ponemos una olla o cazuela al fuego con un chorrito de aceite y, cuando esté caliente, vamos incorporando la verdura (cebolla, pimiento y por último el ajo). Añadimos también las especias. Cuando la verdura ya haya tomado color añadimos el tomate y sofreímos. A continuación añadimos el vino. 


Incorporamos los tollos a la cazuela, agregamos agua hasta cubrir y dejamos cocinar el pescado hasta que esté tierno (aproximadamente 20 minutos).
 
Picamos el cilantro y se lo añadimos al guiso cuando el pescado ya esté a punto.

Listo para comer!

*Nota: lo clásico es acompañar los tollos en salsa con unas papas sancochadas (patatas cocidas).

Bizcocho de chocolate (sin huevo)

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Buenas!

Esta navidad participé en un concurso cuyo premio era un lote de Yolandapara todo un año. Lo único que había que hacer era adivinar las tres primeras cifras del número ganador del Sorteo del Niño de la Lotería Nacional. Quien adivinara el número (o más se acercara como en El precio justo) se llevaba el lote. Yo que me apunto a todo, no iba a ser menos con este. La elección del número fue sencilla: 316. El tres por que es el día que nació mi pequeña, el 1 fue el día que nací yo y el 6 es el número resultante de la suma de las cifras 2 y 4, porque el día 24 nació el señor Tartufo… la verdad es que, ahora que he tratado de explicarlo, ya no me parece tan sencillo :p El caso es que el número que las tres primeras cifras de “el niño” fueron 308 pero mi 316 fue el número que más se acercó al resultante y, por lo tanto, gané el concurso. La verdad es que tengo bastante suerte  para estas cosas, no es el primer concurso o sorteo que gano… pero eso lo dejamos para futuras entradas jejejeje. 

Por si hay quien no sabe lo que es Yolanda (de hecho yo no lo sabía hasta que empecé a meterme en el mundillo “gastro-blogueril”) lo explico. Se trata de un preparado de harinas que permite rebozar e incluso elaborar repostería sin necesidad de añadir huevo y obteniendo excelentes resultados en cuanto a textura, jugosidad y sabor.

Pues bien, cerca de un mes después recibí en casa una caja llena de paquetes de Yolanda… lo dicho, para todo un año. En seguida me puse a investigar porque la verdad es que nunca había utilizado este producto pero sí que había hecho muchas veces bizcocho sin huevo así que entre recetas propias y las instrucciones del fabricante me fueron saliendo bizcochitos y magdalenas muy apañados. El última que he hecho es este que hoy quiero enseñarles, mi Bizcocho de chocolate (sin huevo).

La textura del bizcocho ha quedado de maravilla, jugoso y tierno pero entero. El sabor espectacular, con el toque amargo del cacao y el punto de dulzura que todo bizcocho debe tener. Acompañado por un vaso de leche es una auténtica delicia. La verdad es que da gusto saber que uno puede hacer buena repostería sin necesidad de utilizar huevo y de forma sencilla y rápida.

Bizcocho de chocolate (sin huevo)


Además este bizcocho nos ha servido para endulzarle el Día del aita (Día del padre para los padres no vascos jejeeje) al señor Tartufo. Por cierto, que el bebé y yo le hemos regalado al Tartufo mayor una pedazo de cazuela de hierro de la que van a salir unos panes y guisos de “aquí te espero”… Ya les contaremos! Felicidades también para el yayo y el aitona y para el resto de los papas!
 
Ahí va la receta!



Ingredientes:

1/2 kg de Yolanda
250 gr de azúcar
1/2 litro de leche
100 ml de aceite de girasol
85 gr de chocolate fondant
15 gr de cacao en polvo
Un sobre de levadura química









Elaboración:


Para empezar precalentamos el horno a 180º C con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central. Encamisamos el molde que queramos utilizar.

Tamizamos la harina y la mezclamos con la levadura y el cacao. A continuación añadimos el azúcar, la leche y el aceite y mezclamos de nuevo. Troceamos el chocolate y lo agregamos a la mezcla anterior. Removemos hasta que todos los ingredientes estén integrados y vertemos en el molde.


Horneamos el bizcocho a 180º durante aproximadamente 45 minutos (debemos hacer la prueba de la puntilla para saber si está cocinado en su interior). Sacamos el bizcocho del horno, esperamos un par de minutos, desmoldamos y lo dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté completamente frío.



Listo para comer!


Patatas con guisantes en salsa verde

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Buenas!

Ya es viernes y los viernes parece que uno mira la vida de otra manera… A que sí! Además este viernes es pre Semana Santa y eso ya es la repanocha. Que bien nos van a venir estos días para descasar, unos más días que otros claro está pero es lo que hay.

Al igual que el lunes les explicamos cómo hacer una receta típica de la cuaresma en las islas: Tollos en salsa, hoy traemos otra receta bastante tradicional, apta para católicos practicantes pero con algún toque Tartufo de los nuestros. Se trata de unas Patatas con guisantes en salsa verde. 

Y tenemos que decir que esta receta nos ha encantado por muchas razones. Es muy sencilla, se hace en momento y nos puede sacar de un apurillo. Es resultona ya que se puede presentar tipo timbal (como hemos hecho nosotros) y la verdad es que queda bastante vistosa, con un color verde espectacular. Está elaborada con productos de temporada y es que los guisantes (arvejas para los canarios) están en todo su esplendor y además cada vez a mejor precio; además hemos usado patata de punta (no sé muy bien como la llamarán en la Península) que también está de temporada y como está fresca se cocina en un momento y queda deliciosa y entera. Es una receta económica y es que con patatas, un poco de verdura y un huevo tienes un plato único escepcional (con sus hidratos de carbono, sus proteínas, sus grasas (pocas, como tiene que ser) y sus vitaminas). Y por último y lo más importante, está buenísima y es que si las patatas con guisantes ya están buenas por sí mismas, si además añadimos el huevo escalfado, al romper este y mezclarlo con la salsa, conseguimos un sabor que roza lo espectacular.

Patatas con guisantes en salsa verde


Ahí va la receta!


Ingredientes:

1 kg de patatas
1/2 kg de guisantes frescos
2 cebollas
3 dientes de ajo
Un ramillete de perejil
Un huevo por persona
1/2 vaso de vino blanco
Una cucharada sopera de harina
Aceite de oliva
Sal







Elaboración:

Para empezar desgranamos los guisantes y los reservamos. Lavamos las vainas ya vacías a conciencia ya que haremos con ellas el caldo que nos va a servir para elaborar la salsa.

Ponemos un cazo al fuego con las vainas, una cebolla, los tallos del perejil y cualquier verdura verde que tengamos por la nevera (por ejemplo las hojas de un puerro bien limpias). Añadimos agua solo hasta cubrir y una pizca de sal. Dejamos cocer durante aproximadamente 10 minutos y retiramos del fuego. El objetivo es conseguir un caldo con todo el sabor y las vitaminas de la verdura y con cierta tonalidad verdosa pero no hay que pasarse con la cocción o el caldo ya no nos quedaría con buen aspecto porque comenzaría a tornarse de color marrón.


Pelamos y cortamos la cebolla restante y los ajos en brunoise (lo más pequeño que podamos). Pelamos las patatas, las lavamos y las cortamos (nosotros las cortamos en rodajas de aproximadamente un dedo de grosor) y las reservamos metidas en agua para que no se oxiden. Ponemos un cazo al fuego con un chorrito de aceite y sofreímos la verdura. Cuando la cebolla comience a estar dorada (sin que llegue a tomar mucho color o la salsa nos quedaría demasiado oscura) añadimos la harina y removemos. Dejamos que la harina se cocine un poco y a continuación agregamos el vino y dejamos que se reduzca un poco. Por último vamos incorporando el caldo poco a poco (a cacitos o cucharones) hasta que obtengamos la textura deseada (la salsa debe ser ligera pero no quedar excesivamente líquida). Rectificamos de sal.


Incorporamos las patatas y añadimos más caldo si es necesario (solo hasta cubrir). Incorporamos también los guisantes. Dejamos que las patatas y los guisantes se cocinen hasta que estén tiernas pero procurando que no lleguen a romperse. Debemos vigilarlas y añadir más caldo si fuera necesario.


Mientras tanto vamos a escalfar los huevos. Para ello ponemos un cazo al fuego con agua, un puñadito de sal y un chorrito de vinagre. Cascamos el huevo en un bol. Cuando el agua rompa a hervir hacemos un remolino con el mango de un cubierto y echamos el huevo dentro procurando que la yema no se rompa. Dejamos que el huevo se cocine durante un par de minutos o tres, dependiendo de si nos gusta más o menos hecho, aunque debemos procurar que no quede demasiado seco.

Cortamos las hojas de perejil lo más pequeño que podamos y se las añadimos a la salsa cuando ya esté a punto, justo antes de servir. De esta forma el perejil no se oscurecerá.

Servimos las patatas y los guisantes con el huevo escalfado encima. Añadimos un poco de sal sobre la yema y un chorrito de aceite y ya está listo para comer.


Consejos para hacer mermelada en casa

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Buenas!

Hoy queremos proponerles unos consejos útiles para hacer mermelada casera y no morir en el intento. La mayoría ya sabrá hacer mermeladas porque es de esas cosas que ya hacían nuestras abuelas (seguramente mejor que nosotros) y se cocinan normalmente en muchos hogares.

Nuestra intención es explicarles los diferentes métodos que utilizamos para elaborar mermeladas en casa de los Tartufo (desde el método tradicional hasta el más moderno), como embotarla y como conservarla y poder disfrutar de fruta de temporada durante todo el año. Además hablaremos un poco sobre la fruta que normalmente se utiliza para hacer mermeladas y las frutas de temporada.

Como en consejos anteriores, si tienen alguna sugerencia estaremos encantados de corregir o añadir lo que haga falta.


Consejos para hacer mermelada en casa




LAS FRUTAS


A la hora de hacer mermelada hay algo que debemos tener en cuenta y es que la fruta que vayamos a utilizar debe contener pectina; y si no la tiene, tendremos que añadirla. Pero expliquemos antes qué es la pectina. La pectina es una sustancia (concretamente un carbohidrato soluble en agua) que contienen la mayoría de las frutas y verduras (en mayor o menor medida) y que tiene la propiedad de espesar las mismas durante su cocción.

La pectina se encuentra tanto en la pulpa de la fruta, como en la cáscara y las semillas. Por ese motivo es importante que para hacer mermelada utilicemos tanto la pulpa con la cáscara de la fruta (que además de pectina contiene mucha más fibra y vitaminas que la pulpa) e incluso las semillas teniendo cuidando de retirarlas antes de embotar si estas no son comestibles.

Tradicionalmente, la forma de añadir pectina a la fruta para elaborar mermeladas caseras es añadiéndole zumo de limón o de naranja a la fruta que nos apetezca. Eso sí, debemos tener en cuenta que la pectina natural necesita de azúcar para poder realizar su función.

Seguramente no será casualidad, muchas de las frutas con mayor cantidad de pectina se suelen utilizar para hacer mermelada, como fruta principal o acompañando a ésta. 

Las frutas con mayor cantidad de pectina son las siguientes:


  • Limón: y en general los cítricos (también la lima, la naranja (sobre todo la amarga) y el pomelo) contiene mucha pectina. Es muy habitual añadir zumo o cáscara de limón a las mermeladas ya que, además de aportar pectina por sí mismos, tiene la propiedad de despertar la que contienen las frutas a las que acompaña; por otro lado aporta sabor y mucho aroma.
  • Manzana: podemos decir que la manzana es la segunda fruta en nuestro pequeño ranking de la pectina. Eso sí, debemos tener en cuenta si vamos a utilizar fruta con muy poca pectina para acompañar a la manzana, que es mejor que esta esté verde ya que de esa forma contendrá mayor cantidad de pectina.

Otras frutas que también contienen pectina aunque en menor medida son la fresa, el arándano, la frambuesa, la uva, el melón, el albaricoque, el higo, el guayabo, la ciruela, la uva, la cereza, el membrillo, la mora y la grosella.

Por lo general las frutas van perdiendo pectina a medida que van madurando, es por esta razón que tendrán mayor cantidad de pectina las manzanas verdes que las maduras (por ejemplo).

En contraposición tenemos un último grupo de frutas que contienen una cantidad insignificante de pectina como son el plátano, la piña, la pera, el  níspero y la nectarina.

Algo a tener en cuenta es que tradicionalmente la elaboración de mermelada (al igual que las conservas con almíbar) ha sido una manera de preservar la fruta de temporada y  poder disfrutar de ella durante todo el año. También se ha utilizado tradicionalmente para aprovechar los excedentes de fruta y conservarla antes de que se estropee. Sin duda las frutas estacionales son las mejores así que vamos a establecer un pequeño calendario frutero que nos servirá para saber cuándo podremos disponer de cada fruta en estado óptimo.


  • Primavera: fresa y fresón, níspero y plátano.
  • Verano: albaricoque, cereza, ciruela, frambuesa, higo y breva, mango, manzana, melocotón, melón, membrillo, mora, nectarina, paraguaya, pera, plátano y sandía.
  • Otoño: caqui, chirimoya, kiwi, limón, mandarina, mango, manzana, naranja, pera, plátano y uva. 
  • Invierno: kiwi, limón, mandarina, naranja, plátano y pomelo.




EL AZÚCAR

El azúcar es el segundo ingrediente en peso en una mermelada. ¿Por qué? Pues sencillamente porque el azúcar es uno de los mejores conservantes naturales de los que disponemos. Cualquier alimento con un alto contenido en azúcar (por ejemplo un almíbar, una jalea o una confitura) puede conservarse en la nevera durante semanas e incluso meses.

Así pues, cualquier receta de la abuela de mermelada suele contener más o menos la misma cantidad de fruta que de azúcar, es decir, una burrada de azúcar. La solución es sencilla, utilizar menos cantidad de azúcar. Sin embargo, hemos dicho anteriormente que la pectina natural necesita de azúcar para hacer su función… ¿Entonces? Pues bien, tenemos dos opciones: añadimos una buena cantidad de limón o naranja a la fruta que vayamos a utilizar y reducimos un poco el azúcar (por ejemplo 75 gr de azúcar por cada 100 gr de fruta) o utilizamos azúcar gelificante.

El azúcar gelificante es un producto que contiene pectina natural proveniente de manzanas y cítricos. Se utiliza para elaborar mermeladas y jaleas y es relativamente fácil de encontrar en comercios (y aún más fácil de encontrar en Internet). Su función es doble: por un lado nos permite reducir la cantidad de azúcar necesario para conservar la mermelada y por otro nos aporta la consistencia propia de la mermelada sin necesidad de cocer la fruta en exceso, con lo que conseguimos mantener las propiedades, el sabor y el color de la fruta prácticamente intactos.

Este gelificante  nos ayudaría a que cualquier fruta (incluso las que no contienen pectina de forma natural) adquiera la consistencia deseada. 

Como hemos dicho, si utilizamos azúcar gelificante no es necesario añadir tanta azúcar común como de costumbre. Sería suficiente con elaborar la mermelada con la mitad de azúcar que de fruta (50 gr de azúcar por cada 100 gr de fruta).

Además de la fruta, siempre podemos “jugar” un poco con los sabores y los aromas, añadiendo una rama de vainilla, canela en rama, ralladura de cítricos, algún licor, mezclando varias frutas, etc.





LA ESTERILIZACIÓN

Para tener total tranquilidad de que nuestras mermeladas no contienen  ningún tipo de bacteria, debemos esterilizar previamente los tarros en los que las vamos a conservar.

Para esterilizar un bote de cristal debemos someterlo a altas temperaturas. Para ello primero debemos lavarlos con agua y jabón (retirar las etiquetas si las hubiera y los posibles restos de pegamento) y aclararlos muy bien. A continuación podemos utilizar dos métodos de esterilización:

-          Introducimos los tarros en un cazo separados entre sí por un paño o tela (para evitar que choquen al moverse durante la ebullición y puedan romperse. Cubrimos con agua y ponemos los tarros a hervir durante 20 minutos. Escurrimos y dejamos secar boca abajo sobre una superficie limpia. En el mismo agua hervimos las tapas durante 10 minutos luego las dejamos secar.



-          Meter solamente los botes (mojados) en el horno boca abajo sobre una rejilla a 140º C durante 10 minutos (o hasta que estén completamente secos. Podemos dejar los tarros en el horno hasta que vayamos a utilizarlos. Las tapas las introduciremos en un cazo con agua y los herviremos durante 10 minutos.
En ambos casos hay que tener cuidado de no tocar el interior de los botes para no contaminarlos.



LA CONSERVACIÓN

Para conservar nuestra mermelada (y cualquier conserva en general) el mejor continente son los envases de cristal con tapón de rosca. Tradicionalmente las abuelas y las mamás hemos guardado los tarros de cristal de conservas para aprovecharlas para estos menesteres. Hoy en día existen en el mercado envases especiales para embotar conservas caseras con su tapón de rosca incluido. Estos botes resultan ideales ya que, una vez utilizados, podemos comprar tapas nuevas y volver a usarlos con la tranquilidad de que el sello de la rosca estará intacto.

Lo habitual es hacer mermeladas bien conservadas que nos duren todo el año sin problemas; pero también se pueden hacer mermeladas para consumir en unos días y que no precisan de ningún método de conservación más allá del azúcar que contienen (y de guardarlas en la nevera obviamente). Incluso se puede preparar una mermelada rápida para consumir en el momento y que no es necesario que contenga tanta azúcar.

Pero nos centraremos en la conservación de verdad, en aquella con la que vamos a conseguir que nuestra mermelada perdure durante meses en nuestra despensa: la conservación “al vacío”.

Una vez tengamos lista nuestra mermelada debemos llenar los tarros (ya esterilizados) casi hasta el borde, dejando un margen de aproximadamente un dedo de grosor (o un poco menos). Cerramos los tarros con sus tapas, cuidando de que queden bien sellados. Metemos los tarros en un cazo con agua y los dejamos hervir durante 30 minutos. Retiramos del fuego, sacamos los botes del agua y los dejamos reposar boca abajo durante otros 5 minutos. Ya los podemos guardar en un lugar fresco y seco, por ejemplo en la despensa de casa.




MÉTODOS DE ELABORACIÓN

El método tradicional
Durante generaciones las mermeladas se han elaborado de la misma forma y utilizando una fórmula muy sencilla que ya hemos mencionado antes: misma cantidad de fruta que de azúcar.
Así, mediante el método tradicional, solo debemos lavar y trocear la fruta escogida y ponerla en un cazo con el azúcar (misma cantidad de ambas) y, si es necesario (que normalmente lo es) algo de ralladura o zumo de limón o de naranja, o incluso una manzana, para despertar la pectina de la fruta. Dejamos cocer hasta que la fruta tenga la consistencia de mermelada que todos conocemos. Dejamos reposar hasta que atempere y ya está lista para embotar.



El método moderno (con azúcar gelificante)
Como hemos dicho con anterioridad, el uso del azúcar gelificante nos va a permitir obtener nuestra mermelada de una forma más rápida, conservando mejor las propiedades de la fruta y sin necesidad de añadir tanto azúcar. 

Para elaborar la mermelada según este método debemos lavar y trocear la fruta y ponerla a macerar en un recipiente junto con el azúcar (la mitad de cantidad de azúcar que de fruta) durante una hora. Transcurrido ese tiempo ponemos la fruta al fuego, añadimos el gelificante (seguir las instrucciones del fabricante para saber la cantidad de gelificante que debemos utilizar) y dejamos cocer a fuego fuerte durante 3 minutos, sin dejar de remover. Dejamos reposar hasta que se atempere antes de embotar.



El método británico (o lo que Jamie Oliver llama “la preciocísima mermelada por excelencia”)
Este método nos permite tener una mermelada que nos aguantará perfectamente unos días en la nevera. En Inglaterra es muy normal hacer mermelada una vez en semana y solo la cantidad que van a consumir durante esos días. De esta forma pueden “permitirse” añadir menos azúcar ya que no necesitan su poder conservante (al menos no a largo plazo).

En un cazo amplio ponemos la fruta (ya limpia y troceada) y el azúcar (200 gr de azúcar por cada kg de fruta). Aplastamos la fruta con las manos para que se deshaga casi por completo y dejamos reposar durante unos minutos para que el azúcar se vaya disolviendo en el jugo de la fruta. Ponemos el cazo a fuego muy lento y dejamos cocer durante aproximadamente 20 minutos, removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Retiramos el cazo del fuego y dejamos reposar.




El método rápido
Mediante este método podremos obtener rápidamente una mermelada fantástica para acompañar cualquier postre o un bizcocho y consumir en el momento. Por ejemplo, nosotros solemos tener fruta congelada en la nevera (generalmente frutas del bosque) y así la tenemos a mano si se tercia para algún postre o una merienda improvisada.

Ponemos en un cazo la fruta, la ralladura y el zumo de un limón y el azúcar (aproximadamente 3 cucharadas de azúcar por cada 100 gr de fruta). Si utilizamos fruta congelada deberemos sacarla del congelador 5 minutos antes de cocinarla. Cocinamos a fuego medio, removiendo a menudo, hasta obtener la textura deseada y ya la tenemos lista.




Y ahora que ya sabes todo (o casi todo) lo que hay que saber sobre la elaboración y conservación de la mermelada, ya puedes seguir alguna de nuestras recetas:

El reto de Flora Proactiv

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Buenas!

Hoy no vamos a explicarles una receta. Hoy vamos a hablar sobre una enfermedad muy seria y a la que, desgraciadamente, no prestamos demasiada atención: el colesterol.

El colesterol es un lípido que se encuentra en los tejidos corporales y en la sangre. Se presenta comunmente en organos vitales como son el cerebro, el hígado, la médula espinal y el páncreas. Es esencial para la vida humana pero en altas concentraciones es altamente perjudicial para la salud.

El colesterol se encuentra presente en las grasas animales de tal forma que si abusamos de su consumo estamos abocados a terminar padeciendo hipercolesterolemia, es decir, colesterol elevado en la sangre. Sin embargo, el cuerpo humano necesita del consumo de ciertas grasas para funcionar correctamente, eso sí en su justa medida. Este esquema nos dejará claro que alimentos podemos consumir habitualmente con tranquilidad y cuales debemos destinar al consumo ocasional:


 Afortunadamente hoy en día existen en el mercado productos que nos ayudan a ganarle la batalla al colesterol. En concreto, queremos mostrarles unos productos que estamos seguros que conocen, del que al menos habrán oido hablar, pero que quizás no hayan probado nunca. Se trata de Flora Pro.Activ, una linea de alimentos  (leche y margarina) destinados a ayudarnos a reducir el colesterol malo y que, además de ser buenos para la salud tienen un sabor exquisito.

Flora Pro.Activ contiene esteroles vegetales que ayudan a eliminar el colesterol del intestino, evitanto así que este pase al torrente sanguineo.

Hace unos días nos enteramos de que los de Flora se fueron a un pequeño pueblo cerca de Madrid, Redueña, y les lanzaron el reto de intentar reducir su colesterol en tres semanas únicamente siguiendo tres pautas: dieta equilibrada, algo de ejercicio y consumir dos raciones de Flora Pro.Activ diarias, de la siguiente forma:


El reto nos parecio, cuanto menos, curioso; pero es que además se llevó a cabo y con resultados positivos.

Y es que esto va más allá de decir "mi producto funciona", es demostrar que de veras funciona y es precisamente eso lo que ha llamado poderosamente nuestra atención. Aquí tienen el video que seguro lo va explicar mejor que nosotros:




Bueno, después de asustarnos todos un poquito, ahora viene la buena noticia. Y es que Flora Pro.Activ nos propone participar en su reto a través de su web. Únicamente hay que entrar y registrarse y obtendrás un plan nutricial y deportivo, y si completas tu reto Flora Pro.Activ para este año, puedes ganar un plan completo personalizado; además, solo por registarte, obtendrás un vale descuento para que puedas probarlo.


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Pastel de fresa y manzana (Strawberry - apple pie)

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Buenas!

Hoy queremos celebrar que el pasado viernes este humilde pero gran blog nuestro cumplió su primer añito de vida. Un año en el que la verdad es que nuestra vida, más allá de lo que trasciende al “mundo blog”, ha cambiado sustancialmente.

El caso es que eso de meternos a “gastroblogueros” nos ha hecho conocer (personal y virtualmente) a un montón de gente maja e interesante (también a algún que otro bobo o boba jejejeje), nos hemos introducido en el maravilloso mundo del pan, comemos más variado que nunca, hemos conocido nuevos productos, etc… Todo cosas buenas, por supuesto que sí.

No sé si alguna vez hemos contado como surgió esto del blog pero este podría ser un buen momento. El caso es que cuando compramos nuestra casa (hace ya 6 años) la cocina venía sin horno. Pensamos que más adelante lo pondríamos, no vimos mayor problema en ello. El caso es que fue pasando el tiempo y que si muebles, que si pintura, que si la llegada del bebé… la compra de nuestro horno fue quedando relegada a un segundo plano. ¿Se pueden imaginar la frustración de un cocinero que no tiene un horno? En casa se solían escuchar frases del tipo: “cuando tengamos un horno haré bizcochos todos los domingos para desayunar”, “cuando tengamos un horno haremos pizza todos los viernes para cenar”, “si tuviéramos un horno haría galletas para la peque”, “si tuviéramos un horno me comería este pollo asado en vez de frito”,… Y un larguísimo etcétera. 

Pero llegó el día en que dejamos de soñar y el destino puso un horno en nuestro camino. Ese día en el que “Paco” se convirtió en nuestro benefactor haciendo llegar hasta nosotros un horno a estrenar. Una vez más gracias “Paco”.

Tanto nos emocionamos al tener por fin un horno en casa que empezamos a cocinar con él sin parar. Hasta el punto que pensamos en compartir nuestra “alegría alimentaria” con el resto del mundo creando un blog. Tanto era así que hasta alguno de nuestros lectores nos llegó a decir que si podíamos poner alguna receta en la que no fuera necesario utilizar horno jejejeje. Afortunadamente en este año hemos aprendido a controlarnos (relativamente).

No será el horno más moderno del mundo, no es piro-lítico y además solo tiene una bandeja. Pero es nuestro horno, le queremos y él nos quiere a nosotros. Y de él salen panes como castillos, asados que huelen a casa de la abuela y tartas como esta que les vamos a enseñar hoy. Nuestra Pastel de fresa y manzana o “Strawberry apple pie” que hemos hecho para celebrar nuestro primer cumple “blog” y que sean muchos más.


Pastel de fresa y manzana (Strawberry - apple pie)


Ahí va la reta!



Ingredientes:


1/2 kg de fresas
2 manzanas golden
150 gr de azúcar
Una nuez de mantequilla
Una rama de canela
Una rama de vainilla
Un huevo (para pintar)

*Nota: hemos utilizado la misma receta de masa quebrada que explicamos en la receta de nuestra Tarta de manzana, solo que hemos puesto la mitad de las cantidades.





Elaboración:

Para empezar lavamos bien las fresas y les quitamos el rabito. Pelamos las manzanas y las descorazonamos. Cortamos las manzanas en gajos y cada gajo en tres o cuatro pedazos y las fresas por la mitad o en cuartos (dependiendo de su tamaño).

Ponemos una sartén o cazo al fuego con la mantequilla e incorporamos las manzanas y la rama de canela y la de vainilla (que previamente deberemos abrir para sacar sus semillas). Salteamos y cuando la manzana esté medianamente tierna agregaremos las fresas ya que tardan mucho menos tiempo en cocinarse. Por último añadimos el azúcar y dejamos que se cocine la fruta hasta que esté lista (a gusto de cada uno pero cuidando que no se convierta en mermelada).


Precalentamos el horno a 180º C. En nuestro caso nos decidimos por hacer tres pasteles pequeños (como para dos personas cada uno) pero también se podría hacer uno grande. Cubrimos el molde que vayamos a utilizar con papel vegetal, también podemos hacer los pasteles directamente sobre la bandeja de horno cubierta con papel vegetal, de las dos formas quedará bien si cerramos el pastel correctamente (nosotros utilizamos las dos formas); en cualquier caso deberemos hacer una base extendiendo bien la masa con el rodillo enharinado y procurar unos bordes con la misma base.
 
Rellenamos nuestro pastel con 3 ó 4 cucharadas de fruta y tapamos con otra capa de nuestra masa quebrada que previamente habremos extendido (igual que hicimos con la parte de abajo. Hacemos un agujerito en la parte superior del pastel (a modo de chimenea), pintamos con huevo batido e introducimos en el horno.


Horneamos a 180º C durante 15 – 18 minutos o hasta que la superficie esté dorada. Cuando nuestro pastel esté cocinado lo sacamos del horno y lo dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté frío.

Listo para comer!


Sopa

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Buenas!

Hace unos días vimos en el supermercado a una señora bastante mayor que ponía en su carro de la compra un tetrabrik de caldo preparado. Seguramente ese hecho pasaría inadvertido para cualquiera, sin embargo a nosotros los Tartufo nos chocó bastante. Sentimos una mezcla de lástima y preocupación. Nos preguntamos qué motivos podían llevar a esa señora a comprar caldo ya elaborado y no cocinarlo ella misma.

Yo pensé que quizás la señora no sabía cocinar. No por ser mujer mayor y con pinta de abuela tiene una que saber cocinar; vale que un caldo es algo sencillo pero cabe la duda de que la pobre mujer no supiera hacerlo. También me planteé que podía ser que la señora viviera sola y que no le apetezca cocinar para comer sola lo cual desgraciadamente es habitual.


El señor Tartufo, que es más radical que yo, se echó las manos a la cabeza pensando que si una “abuela” no se molesta en preparar un caldo para hacer sopa… ¿A dónde vamos a ir a parar? Tan impactado quedó que al día siguiente decidió comentarlo en Facebook con nuestros seguidores, algunos de ustedes supongo que lo leerían.

Sin comerlo ni beberlo el pobre señor Tartufo levantó una “polvareda” que la verdad es que no nos esperábamos. Vamos a explicarlo bien para que lo entienda quien no lo vio en su día. El mensaje fue el siguiente:
“Acabo de ver en el supermercado a una mujer de unos 60 años comprando un litro de caldo en tetrabrick,... Cuando las señoras mayores de la casa no hacen, o no quieren, o no saben hacer una triste sopa como dios manda, mal vamos!”

A partir de ahí, no sabemos muy bien cómo, comenzó una cierta polémica con mensajes diciendo que el comentario del señor Tartufo era machista, que no por ser mujer mayor tiene que saber cocinar la señora, que “quizás la mujer esté hasta las narices de llevar toda su puñetera vida cocinando”… Uf… Ahí nos dimos cuenta de que los humos estaban un poco de aquella manera.

Muchos otros mensajes iban al hilo de lo que yo comentaba. Que quizás la señora no supiera, o no quisiera, o le diera pereza cocinar para ella sola, etc. Uno apunto la idea de que quizás fuera para ahorrar ya que las pensiones no dan para demasiado, y otro que cuando uno se hace mayor va perdiendo ganas y facultades. Todo es posible y puestos a especular, quizás la mujer le estuviera haciendo la compra a sus hijos jejejeje.
Yo voy a poner el ejemplo que conozco, el que tengo cerca: mi abuela (70 años ya). La mujer vive sola, lleva 35 años viuda y tiene una pensión no contributiva (de viudedad) muy baja. Pues cada vez que la visito esa casa sigue oliendo a comida, de la rica, de la que me conduce a mi niñez con solo entrar por la puerta. Mi abuela se hace su caldo y, como le sobra, congela, y con la carne hace ropa vieja, arroz con carne, carne con papas (receta típica en las islas), croquetas o lo que le cuadre con lo que tiene en casa (o lo que está de oferta en el super) o lo que le apetezca. Vale que mi abuela está sana como una manzana y eso también influye en las ganas que uno le pone a las cosas. Pero es este el ejemplo que conozco y es el que espero seguir.

Hoy en día tenemos al alcance de la mano un montón de productos pre-cocinados o ya elaborados (calentar y listo). Vale que la tecnología mejora para algo y que cada vez más empresas se “preocupan” por cuidar de nuestra salud. Pero todos sabemos que lo más sabroso, sano, barato y sinceramente creo que divertido, es cocinar lo que uno se va a comer. “Somos lo que comemos” y no sabemos que es realmente lo que comemos si no lo han elaborado nuestras manitas.

Quizás el señor Tartufo no se expresó con toda la corrección que debiera. Yo que lo conozco sé que no es machista, de hecho estoy segura de que si en vez de ser una señora mayor hubiera sido un hombre mayor… El Tartufo habría pensado exactamente lo mismo. Además, en ningún momento quiso faltar el respeto a la señora en cuestión ni a ninguna otra mujer mayor o joven, ni criticar su acción. Simplemente comentó algo que había visto y le había “chocado”.

Por supuesto que por ser mujer una no está “obligada” a saber o querer cocinar. ¿Qué voy a decir yo? Si en mi casa el “cocinero oficial del reino” es un hombre. Me considero cuasi-feminista y si mi pareja tuviera algún tipo de pensamiento machista me molestaría muchísimo, de hecho no creo que lo soportara. Pero he de ser sincera conmigo misma y confesar que a mí también me chocó ver a la señora comprando “caldo de bote”. Quizás sea antigua e incluso hay quien dice que machista, pero asocio la imagen de una señora mayor con una abuela, y a una abuela con la mía, y a la mía con tortillas con perejil y sin cebolla, pan horneado con mantequilla en la merienda, potajes de todos los colores y sabores, manzanillas muy dulces todas las mañanas y sopas que alimentan el cuerpo y el alma.

Y haciendo honor a la verdad, hace 50 años (y desgraciadamente no hace falta ir tan atrás) España era un país muy machista en el que pocas mujeres trabajaban fuera de casa sino que se dedicaban a “sus labores”; y las que sí que desarrollaban una profesión, en la mayor parte de los casos también se dedicaban a “sus labores”. Con lo cual dudo que la señora no supiera cocinar, aunque cabe la posibilidad, por supuesto.
Ahora voy con el otro ejemplo que conozco: mi otra abuela (en paz descanse). Ella no sabía cocinar, pobre, fue desde pequeña una “niña rica”. Mi abuela se dedicó a estudiar hasta que se casó y cuando se casó se dedicó exclusivamente a ser madre y esposa. Podía permitirse tener gente que cocinara para ella y nunca se interesó por aprender. Así que cuando le llegó el día (que a veces pasa) en que era ella quien tenía que cocinar, la pobre ponía inventiva y buenas intenciones a partes iguales. Yo no recuerdo comer algo cocinado por ella pues falleció cuando yo solo tenía 6 años y además estuvo varios enferma. Pero en casa hay muchos recuerdos acerca de los “experimentos” que la pobre hacía en la cocina. Mi abuela es la prueba de que es posible que la señora en cuestión no supiera cocinar pero sigo pensando que esa opción me parece poco probable.

En cualquier caso el “acontecimiento” me hizo reflexionar en estas y otras cuestiones: 
  • Primero: si la señora no quiere cocinar peor para ella, sus razones tendrá. 
  • Segundo: si la señora no sabe cocinar también me da pena pero seguro que si se pone le va a salir bien (si no a la primera, a la segunda), hacer una caldito es algo muy sencillo.
  • Tercero: si la señora “está hasta las narices de llevar toda su puñetera vida cocinando” también me da pena. No es lo mismo cocinar y que te guste, porque quieres comer bien y que tu familia también lo haga, que cocinar sin disfrutarlo y verte obligado u obligada a ello. Igualmente me da pena. 
  • Cuarto: comemos todos los días, un mínimo de tres veces al día, de lo contrario la máquina no funciona. Si metemos cosas “menos sanas” en nuestro cuerpo viviremos peor y menos tiempo que si comemos productos naturales, con poca sal, grasas, etc. Es decir, todas esas cosas que sabemos pero que parece que las “prisas de hoy en día” nos hacen olvidar. 
  • Quinto: hay gente que se toma las cosas demasiado a pecho y todos nos “cabreamos” con preocupante facilidad. 
  • Sexto: a veces los comentarios del Tartufo nos hacen perder seguidores (aunque no sé si lectores). No me importa. Una de las razones de tener un blog es poder expresar lo que pensamos con total libertad. Además, mi abuela (la que hace sus caldos) siempre ha dicho que “no hay palabra mal dicha sino mal entendida”. 
  • Séptimo: quizás se vuelva a levantar polémica al volver a comentar el tema en el blog. Espero que no pero sinceramente no me preocupa. Repito que una de las razones de estar aquí es poder expresar lo que nos apetece, incluso si nos equivocamos. 
  • Octavo: por si alguien no sabe hacer un buen caldo y una sopita de pollo casera, aquí está la receta. Si no quiere o “está hasta las narices de llevar toda su puñetera vida cocinando”, quizás este no sea su blog.

Ahí va la receta!


Sopa



Ingredientes:

350 gr de garbanzos
200 gr de fideos (nosotros usamos lo más finos pero es cuestión de gustos)
2 zanahorias
2 cebollas
Un puerro
1/2 gallina
Un hueso de vaca (nosotros usamos osobuco)
Un pedazo de costilla de cerdo (debemos procurar que no tenga demasiada grasa para no “engordar” el caldo más de la cuenta)
Sal






Elaboración:

Vamos a empezar con el caldo. Pelamos y cortamos las zanahorias y las cebollas y lavamos y cortamos el puerro. Añadimos un puñadito de sal y agua hasta cubrir (y un poco más). Cuando el caldo el caldo rompa a hervir incorporamos los garbanzos (nosotros utilizamos una de esas redes que permiten tener los garbanzos recogiditos). Recuerda que deberás poner los garbanzos en remojo desde la noche anterior. Cocinamos a fuego medio-alto hasta que la carne esté tierna, vigilaremos por si es necesario agregar más agua.


Una vez el caldo esté listo tenemos dos opciones: hacer la sopa con la misma y así aprovechar que aún está caliente y ahorrar energía o dejarla enfriar en la nevera lo que nos permitirá desgrasar antes de hacer la sopa (ya que la grasa se solidificará y quedará flotando sobre el caldo).


Sea cual sea la opción nosotros colamos el caldo para evitarnos que tenga restos de puerro y cebolla, retiramos la carne y las zanahorias. Utilizamos parte de los garbanzos para incorporarlos a la sopa, un pedazo de carne y las zanahorias, el resto lo guardamos para la “cocina de aprovechamiento”. Ponemos en una cazuela amplia el caldo junto con los garbanzos a fuego fuerte y cuando esté en plena ebullición agregamos los fideos, removemos y apagamos el fuego. Dejamos que se cocine tapado y fuera del fuego durante aproximadamente 10 minutos (el tiempo siempre va a depender del tamaño del fideo), removiendo de vez en cuando para que los fideos no se peguen. Rectificamos de sal. Troceamos la carne y las zanahorias y las añadimos a la sopa.

 
Lista para comer bien calentita!

Pan con cereales y semillas

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Buenas!

La semana pasada el señor Tartufo me dijo que eligiera una receta de pan que me apeteciera probar ya que él se iba a poner “con las manos en la masa”. Yo, ni corta ni perezosa, me dispuse a echar un vistazo a nuestros libros de pan y finalmente me decidí por una receta del libro Pan en casa (del horno al corazón)de Anna Bellsolá del que ya les hablamos en nuestra sección Book + food. La receta que escogí fue un pan de cereales que, como acostumbramos a hacer, tuneamos un poco hasta que se convirtió en el Pan de cereales y semillas cuya receta vamos a explicarles hoy.

Ya que andaba yo libro en mano, el señor Tartufo me pidió que le preparara y pesara los ingredientes para el después hacer el pan. Me advirtió tuviera “cuidado” porque las cantidades en este libro son para hacer bastante pan. Yo no hice ningún caso (pues pienso que nunca hay demasiado pan) y empecé a pesar harina y cereales varios sin ton ni son. ¿Cuál fue el resultado? Pues una hogaza de pan de descomunales proporciones.

Menos mal que soy en especialista en buscar formas de “salir del paso” y le dije que tanto pan era para que probara la enorme cocotte de Ikea (de esas de las que tanto se habla últimamente en el mundo bloguero-panarra) que le habíamos regalado para el día del padre. El Tartufo se quedó contento como explicación y con la cocotte y yo más feliz que una lombriz con mi hogaza de pan de… atención (redoble de tambores)… 2 kilos de peso!… Como para no estar contenta jajajaja.


Por cierto, no es la primera vez que horneamos en cocotte, de hecho lo hacemos a menudo, incluso hemos puesto otra receta de pan hornada también mediante este método (Pan con semillas). La diferencia ha estribado en que esta cocotte es mucho más grande que las que teníamos hasta ahora y por lo tanto nos ha salido una hogaza de mayor tamaño.

La duda que nos surgió fue si el pan quedaría bien o si, por el contrario, se quedaría poco hecho en el interior. Nada de eso, ya verán como el pan quedó perfecto con una corteza y una miga espectacular, una textura increíble y un sabor delicioso.

En futuras ediciones les explicaremos como hornear con una cocotte y las ventajas que presenta este método (que no son pocas). Entre tanto echen un vistazo a esta hogaza de Pan de cereales y semillas.

Ahí va la receta!


Panaco



Ingredientes:

325 gr de harina de fuerza
325 gr de harina de trigo común

250 gr de harina de trigo integral
150 gr de harina de espelta
660 ml de agua
175 gr de Masa Madre
25 gr de sal
10 gr de levadura fresca prensada
60 gr de sésamo
55 gr de semillas variadas (más otro puñado para el acabado)
35 gr de avena

*Nota: en cuanto a las semillas, nosotros pusimos semillas de girasol y de amapola, pipas de calabaza y lino pero eso va a gusto del consumidor.

Elaboración:

Para empezar debemos tostar los cereales. Para ello los esparcimos una sartén y los ponemos a fuego medio removiendo a menudo. Cuando los cereales comiencen a dorarse los retiramos del fuego (bastará unos pocos minutos). Los ponemos en un recipient, los cubrimos con agua, tapamos y lo metemos en la nevera.

Ahora vamos con la masa del pan. En un recipiente amplio mezclamos las harinas y la sal. En otro recipiente ponemos el agua, la levadura y la Masa madre y removemos. Incorporamos los ingredientes líquidos al recipiente de los secos y mezclamos todo junto. Ponemos la masa sobre la mesa de trabajo (algo enharinada) y la trabajamos hasta que quede lisa, suave y algo pegajosa. Escurrimos los cereales y semillas con colador y los incorporamos a la masa y amasamos de modo que queden repartidos por toda la masa. Volvemos a poner la masa en el recipiente (untado con un poco de aceite) y tapamos con nuestro paño de panadero. Dejamos reposar durante aproximadamente 2 horas o hasta que más o menos haya duplicado su tamaño.


Pasados el tiempo de levado damos al pan la forma deseada y fraccionamos en porciones si queremos. En nuestro caso, como hemos dicho, hicimos una única hogaza. Esparcimos sobre una bandeja los cereales y semillas que habíamos reservado para el acabado (sin tostar). Mojamos un poco la parte superior del pan y la rebozamos en los cereales y semillas.


Ponemos el pan sobre una bandeja (cubierta con papel de horno o bien enharinada) y tapamos con nuestro paño de panadero (que también deberemos enharinar). Dejamos reposar durante aproximadamente una hora más.

Precalentamos el horno a 250º C y cuando esté caliente pasamos el pan a la bandeja del horno y cocinamos, creando vapor de aire con un pulverizador durante los primeros 5 minutos. Transcurridos unos 15 minutos bajamos la temperatura del horno a 200º C y cocinamos hasta que el pan quede dorado (y suene a hueco al golpearlo).

Dejamos enfriar sobre una rejilla y listo para comer!

*Nota: nuestra sugerencia para degustar este pan es un poco de matequilla y queso roquefort.


                                                                                                                            

Mermelada de fresa

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Buenas!

Hace un par de semanas traíamos nuestros Consejos para hacer mermelada en casa. Estos días hemos querido volver a ponerlos en práctica elaborando la que ya podemos afirmar que es la mermelada favorita del bebé Tartufo: Mermelada de fresa.

Cuando llegamos a casa después de la guardería, lo que más le gusta merendar al bebé son unas galletas María con mermelada, un yogur y algo de fruta. Y puestos a dejar que la peque coma mermelada, preferimos hacerla nosotros mismos ya que la nuestra tiene menos azúcar, más fruta y nada de conservantes y otras cosas que suelen tener los productos comerciales; sin menos preciar a las “mermeladas de bote” que bien buenas que están, todo hay que decirlo.

Como todos sabemos, estamos en plena temporada de fresas y esta es una fruta maravillosa en cuanto a posibilidades culinarias, a sabor y a propiedades. Aunque tengo que confesar que a mí me da “pena” coger las fresas para hacer mermelada y es que están tan buenas para comer a mordiscos…

Hablemos un poco de la fresa (y por ende el fresón). Aunque es originario de América, el cultivo de la fresa se adaptó a las características y climatología del sur de nuestro país (las Islas Canarias incluidas) de tal forma que la fresa originaria de España despierta un gran aprecio por el resto del continente europeo, sobre todo en Francia, Alemania y Reino Unido.

Al contrario de lo que mucha gente piensa, las fresas contienen mucha agua y fibra y muy pocas calorías y azúcares. Ricas en vitamina C, calcio, magnesio, potasio. Es una fruta con gran cantidad de antioxidantes, es desintoxicante y depurativa, y está recomendada para paliar los problemas de tránsito intestinal (poder laxante) y de retención de líquidos.
Esta mermelada la hemos hecho mediante el “método inglés” que les explicamos en nuestros Consejos para hacer mermelada en casa. Este es un método sencillo para elaborar un par de tarros de mermelada y conservarla en la nevera para consumirla en una semana o diez días sin necesidad de realizar el proceso de envasado “al vacío”.


Mermelada de fresa



Ahí va la receta!



Ingredientes:

1 kg de fresas
200 gr de azúcar
100 ml de ron miel
Una rama de vainilla















Elaboración:

Para empezar quitamos los rabitos de las fresas y las lavamos a conciencia. Ponemos en un cazo las fresas y las aplastamos con las manos para que se deshagan un poco. Agregamos el azúcar y dejamos macerar unos minutos para que ésta se vaya disolviendo.


Ponemos el cazo a fuego muy lento y dejamos cocer durante aproximadamente 20 minutos, removiendo de vez en cuando. Retiramos el cazo del fuego y dejamos reposar tapada hasta que la mermelada esté tibia.


Introducimos la mermelada en los tarros (previamente esterilizados), cerramos y a la nevera.

Listo para comer!



Recuerda que si lo necesitas puedes echar mano de nuestros Consejos para hacer mermelada en casa.
 

Bizcocho de limón

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Buenas!

Hoy no me encuentro demasiado bien. Saber del fallecimiento del gran José Luis Sampedro ciertamente me ha entristecido. Cierto es que no era un niño, 96 años son “muchos” para este cuerpo que nos ha sido regalado pero es una pena que personalidades tan enorme como la suya nos dejen.

Recuerdo cuando leí la que para todos fue su obra maestra, “La sonrisa etrusca” (incluida entre las consideradas las 100 mejores novelas españolas del siglo XX). Yo tenía 17 años y estudiaba 2º de bachillerato. Una tarde que estaba en casa sola con mi hermana, llamaron a la puerta, abrí y era una chica del Círculo de Lectores. Me contó de carrerilla las “mil y una maravillas” de la empresa para la que trabajaba y, una vez terminó, cayó en la cuenta de que yo era menor de edad y por lo tanto no podía suscribirme. Como mis padres no estaban me dio las gracias y después de despedirse me dijo que por haberla atendido con tanta amabilidad me regalaba un libro “La sonrisa etrusca”. La chica se fue y yo preferí no decirle que mi madre ya era suscriptora del Círculo de lectores desde hacía muchos años, un poco porque ella no se sintiera todavía más frustrada y mucho para poder quedarme con aquel libro.
Y es que yo por esa época poco sabía de quien era José Luis Sampedro pero sí que tenía la certeza de que precisamente aquel libro se encontraba en el listado que mi profesora de Lengua y literatura (Ina) nos había entregado para que escogiéramos los seis libros que debíamos leer durante el curso.

De ese modo tan curioso llegó esa maravillosa novela a mis manos. Al día siguiente comencé a leerlo y me enamoró desde el primer instante. Recuerdo que me lo llevaba hasta al baño, tanto fue así que cuando iba poco más de la mitad, se me cayó el libro en la bañera de casa (llena de agua) y el libro se empapó. Tuve que secarlo con el secador de pelo e ir despegando las páginas con sumo cuidado. El libro sobrevivió como pudo y, aunque quedó bastante maltrecho, yo pude acabar de leerlo y de hecho todavía lo conservo. Mi madre no sabía si reírse o castigarme una semana sin salir por “zoqueta”. 

Hoy, al enterarme de la muerte de Sampedro, han venido a mi todos esos recuerdos que uno sin saberlo tiene almacenados en la memoria.

De la vida de Sampedro destaco que era un economista con corazón, un hombre de ciencias y de letras, capaz de mirar al mundo sin cortapisas, con ganas de igualdad y con ideales que creemos progresistas y modernos pero que en realidad han existido siempre. Un pensador, un idealista, un humanista, un filósofo. Un hombre lúcido, valiente, comprometido y firme en sus ideas al que a sus más de 90 años no le importó salir a la calle y ponerse al frente del Movimiento 15M, al que puso cara y voz. Y como para muestra un botón, aquí una de sus frases más sinceras y, por ende, más míticas: 
“Hay dos clases de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobre a los pobres.”

He leído en Twitter que no sabemos a quién hemos perdido. Algunos ya nos hacemos una idea. Descanse en paz, José Luis Sampedro.

Por cierto, que la receta de hoy es un Bizcocho de limón. Muy suave y con un ligero saborcito a limón… una delicia. Solo, con un vaso de leche o acompañado con un poco de Mermelada Tartufo de moras y manzana, este bizcocho hizo las delicias de la familia.



Ahí va la receta!


*Nota:  seguro que Sampedro, donde quiera que esté, se reirá a gusto leyendo esta viñeta de Forges que El País ha publicao hoy en su honor.






Ingredientes:

200 gr de harina
185 gr de azúcar
85 ml de aceite de girasol
4 huevos
4 limones (aproximadamente 285 ml de zumo de limón y su ralladura)
Un sobre de levadura química















Elaboración:

Para empezar precalentamos el horno a 180º C, con la bandeja en la posición central y calor arriba y abajo. Encamisamos el molde que vayamos a utilizar.

Lavamos muy bien los limones, rallamos su corteza, exprimimos su zumo y reservamos por separado. Separamos las claras de las yemas y montamos las claras a punto de nieve. En un recipiente mezclamos en primer lugar el azúcar con las yemas y la ralladura de limón. Incorporamos el zumo de limón y volvemos a mezclar.


Añadimos la harina que debemos tamizar junto con la levadura y removemos hasta que se haya integrado por completo. Por último incorporamos las claras y removemos con movimientos envolventes para que conserven la textura en la medida de lo posible.



Vertemos la mezcla en el molde que habíamos encamisado y lo introducimos en el horno. Cocinamos a 180º C durante aproximadamente 35 minutos, hasta que esté dorado (podemos hacer la prueba de la puntilla para saber si está listo). Dejamos reposar unos minutos y luego desmoldamos y dejamos reposar sobre una rejilla.

Listo para comer!



Fingers de pollo

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Buenas!

Hoy traemos una receta que hacemos en casa de vez en cuando y que nos apetecía compartir con ustedes. Y es que estos Fingers de pollo nuestros son una de las comidas favoritas del bebé Tartufo porque es una de las recetas en las que dejamos que meta sus matitas y cocine con nosotros.

De pequeña me metía mucho en la cocina, más para mirar que para tocar. Nunca lo intenté y tampoco me lo propuso nadie (ni mamá, ni mi abuela, ni mis tías) así que fue hasta llegada la adolescencia cuando empecé a meter mis “manazas” en la cocina por mi propia “cuenta y riesgo” y, en más ocasiones de las que me complace confesar, con escaso acierto.

No se pueda decir que yo tenga un don innato para la cocina. Lo que se lo he aprendido a base de repetición y reiteración hasta que al final le voy cogiendo “el cayo” a ciertos platos, otros me los invento, otros no me salen todo lo bien que me gustaría y con otros aún ni me atrevo… pero poco a poco iré perfeccionando mi técnica, sin duda.

Con el bebé Tartufo la cosa es distinta. No sé si será esto de tener un blog, un padre cocinero, una madre un poco colgada con estas cosas o todo junto. Quizás sea porque en casa tenemos salón – cocina y andamos casi todo el día trasteando en ella. Y ya se sabe que los enanos aprenden a base de imitación.

Da gusto ver a la peque ponerse el delantal y fregar sus cacharritos, sacar un pollo de su horno y preguntarnos si nos pone kétchup en la sopa jajajaja. Desde que aprendió a “escalar” por la silla de la cocina, se sube, se pone de pie y empieza a preguntar qué estamos haciendo. Si ve que estamos cortando y no puede meter las manos… Se baja de la silla, busca su tabla, su cuchillo y su verdura, vuelve a subir a la silla y se poner a “cortar” sus verduras junto a nosotros.

Pero hay cositas en las que sí que puede ayudarnos, como con los Fingers de pollo. Ella me va pasando el pollo al recipiente del pan rallado y luego me ayuda a empanarlo… Lo que viene a ser “trabajo en equipo” o en este caso “cocina en familia”.

Fingers de pollo


Ahí va la receta!



Ingredientes:

3 pechugas de pollo
Un huevo
200 gr de pan rallado
Una cucharadita de curry
Una cucharadita de canela
Pimienta negra recién molida
Sal
Aceite (para freír los fingers)










Elaboración:

Para empezar cortamos la pechuga en filetes pequeños de aproximadamente medio dedo de grosor. Maceramos la pechuga poniéndola en un recipiente junto con las especias, el huevo, sal y pimienta. Removemos, tapamos y dejamos reposar en la nevera durante al menos una hora.


Transcurrido ese tiempo, comenzamos e empanar el pollo. Para ello ponemos el pan rallado en un recipiente amplio y vamos empanando el pollo poco a poco. Deberemos poner cuidado en que la carne tenga pan por todos partes y además debemos apretarlo un poquito para que se quede bien adherido, Vamos dejando el pollo que tenemos empanado en un plato.


Ponemos una sartén al fuego con un buen chorro de aceite y cuando esté caliente vamos incorporando el pollo. Una vez esté dorado vamos retirándolo de la sartén para dejarlos escurrir sobre papel secante.
Nosotros acompañamos nuestro pollo por unos chips de patata. Para hacerlos soy hay que lavar muy bien una patata (sin pelar) y cortarla lo más fino posible (trasparente). Se lavan para quitarles el almidón y se fríen en abundante aceite muy caliente. 


Además hicimos una salsa de mostaza y miel muy sencilla. En un tarro de cristal ponemos un chorrito de aceite, una cucharada de vinagre, otra de mostaza y otra de miel, un chorrito de limón, dos ajos molidos, pimienta negra recién molida y sal. Cerramos el tarro con su tapa y movemos rápidamente para que el aceite emulsione. Guardamos en la nevera hasta que vayamos a usarla.


 
Ya está listo para comer!




Vaquería Las Salinas

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Buenos días!

Este fin de semana, aprovechando que el Tartufo tenía libre, nos hemos ido a dar un paseo al sureste de la isla, zona que por cierto no solemos frecuentar ya que nos queda un poco lejos.

Estuvimos por el municipio de Agüimes, donde pudimos comprar carne de Cochino Negro Canario, del que ya les hablaremos en una próxima entrada que estamos preparando.

Luego decidimos ir hacia la costa y visitar la playa de Arinaga, donde teníamos entendido que se encontraba un sitio muy curioso, una antigua vaquería, en pleno núcleo urbano.

Preguntando a los lugareños, nos dijeron que antes había vacas (como en cualquier vaquería) pero que las reiteradas quejas de los vecinos (por los olores que una granja desprende) provocaron que los dueños retiraran las vacas y convirtieran la "Vaquería Las Salinas" en un “curioso restaurante”.

Seguimos las indicaciones que nos dieron y en seguida pudimos ver la entrada del restaurante.


Nada más cruzar la puerta nos dimos cuenta de que ese no era un lugar cualquiera. Suelo de tierra y picón, plantas y árboles por todas partes, un loro suelto por una de las estancias, multitud de objetos antiguos, una zona habilitada con pequeñas salas que representan viejos comercios del municipio (una barbería, una tienda de aceite y vinagre, etc.)… Vamos, que decir que es un sitio curioso, se queda muy corto.



Decidimos desayunar allí por lo que nos sentamos en una de las estancias, la más cercana a la cocina, cuyas mesas eran de cerámica, con sus bancos de cerámica y unas butacas a modo de tronco de árbol que al bebé Tartufo le encantaron.

Pedimos un par de cafés y unos bocatas de pata de cerdo asada (una especie de embutido típico de las islas). A estas alturas ya sabíamos que este no era un sitio cualquiera pero nos reafirmamos en nuestra idea cuando vimos que nos trajeron esta azucarera para los cafés.


Mientras desayunábamos vimos que llegaba una señora para comprar leche. Entonces nos dimos cuenta de que vendían leche fresca que ellos mimos ordeñaban, hervían y vendían. Así que nos agenciamos un par de litros a 1´30 € (un módico precio para la leche más fresca que uno puede encontrar hoy en día). Además de la leche (de cabra y de vaca), vendían queso fresco y semi-curado elaborado por ellos mismos, si te fijabas un poco podías ver como lo manufacturaban dentro de una de las cocinas, así que nos agenciamos medio quesito (algo más de medio kg) de queso mezcla semi-curado de vaca y oveja.

Mientras nos ponían la leche y el queso, vimos que además tenían una zona en la que vendían hortalizas, huevos, pan, pasteles, etc. Y algunos productos elaborados en la zona (aceite de oliva, mermeladas, mojos, sal,… incluso jabón). Así que aprovechamos y compramos unas papas para hacer Papas arrugas, unos tomates, un par de limones, etc.


Resultado: una buena compra de productos super frescos, un desayuno delicioso, un rato muy agradable… Todo por tan solo 20’58 €.

Conclusión: recomendamos que visiten este lugar porque verdaderamente merece la pena. Es uno de esos sitios de los que ya no abundan demasiado y en los que podemos adquirir una materia prima impresionante.

Leche frita

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Buenas!

Hoy tengo uno de esos días en los que no sé acerca de qué escribir. No se me ocurre tema alguno. Será por la falta de sueño (ayer la enana nos dio la lata para dormir), que llevo unos días pachucha del estómago o que esta “maldita primavera” me tiene de migraña en migraña y “tiro porque me toca”.

Hablando de la primavera, todos conocemos el dicho “la primavera la sangre altera”. Nunca había prestado demasiada atención al mencionado refrán, de hecho para mí no significaba más que la consabida y comprensible alteración sanguínea que se produce en los hombres heterosexuales y mujeres homosexuales cuando las féminas comenzamos a ir cada vez más ligeras de ropa debido a los calores.

Comienza a hacer más calor, los días duran más y las noches menos, se produce un cambio de hora, anochece y amanece más tarde, el sol estimula la segregación de hormonas como la melatonina y las feromonas… todo lo cual favorece las relaciones sociales, afectivas y sexuales.

En principio son todo cosas positivas, sin embargo desde que soy madre me doy cuenta de que la primavera altera pero bien. Si de normal, tienes a la peque acostumbrada a irse a la cama poco después de hacerse de noche… Si antes anochecía a las 7 de la tarde y ahora aún es de día a las 20:30… ¡A ver como se lo explico a ella!

Sin embargo existe algo que se denomina “astenia primaveral”, síndrome que suele producirse las primeras semanas de la primavera y que abarca una amplia sintomatología: agotamiento físico, tristeza, falta de memoria, trastornos del sueño y del apetito, dolores de cabeza, etc.

La medicina tradicional no reconoce la “astenia primaveral” como una afección en sí misma así que un médico achacaría todo estos síntomas a enfermedades ya existentes que suelen empeorar con la llegada de la primavera (rinitis, alergias, asma, etc.).

Yo, desde mi experiencia como madre y mujer de hormonas juguetonas, creo que efectivamente “la primavera la sangre altera” y que la “astenia primaveral” no solo existe sino que la padezco y su incidencia es directamente proporcional al “alteramiento sanguíneo” del bebé Tartufo… ¡He dicho!

Total que al final me ha llegado la inspiración… si va a ser que no está tan mal la primavera!

Por cierto que la receta de hoy es fruto de un antojo que el señor Tartufo tuvo hace unas semanas, le apetecía hacer Leche frita ¿y quién soy yo para llevarle la contraria?

Una receta muy sencilla, económica y absolutamente deliciosa… de las de toda la vida!

Leche frita


Ahí va la receta!



Ingredientes:

3 huevos
250 ml de leche
60 gr de azúcar
30 gr de harina de maíz
30 gr de harina de trigo
Una nuez de mantequilla
Una rama de vainilla
Una rama de canela










Elaboración:

Ponemos un cazo al fuego con la leche y la vainilla en rama, que previamente debemos haber abierto y extraído las semillas, hasta que hierva. Tapamos y dejamos infusionar al menos durante 10 minutos.
En otro cazo (más grande) ponemos los huevos (previamente batidos) y el azúcar y removemos.

Incorporamos las harinas y volvemos a remover, procurando que no queden grumos. Por último agregamos la leche y dejamos cocer todo junto durante unos minutos (hasta que adquiera algo de consistencia) sin dejar de remover porque se pega con mucha facilidad. Colamos la mezcla y la depositamos en un molde metálico o una bandeja de cristal (previamente untado con mantequilla o aceite). Introducimos el molde en la nevera y dejamos enfriar hasta que la leche haya cuajado.


Cortamos en porciones (generalmente cuadradas) y las rebozamos con harina y huevo (en ese orden).Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite y vamos friendo las porciones ya rebozadas. Cuando estén doradas las dejamos escurrir sobre papel secante.


Dejamos enfriar antes de comer (aunque a mí personalmente me gustan más bien tibias). Antes de servir decoramos con un poco de canela molida y azúcar glas.

Listo para comer!


Galletas Oreo caseras

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Buenas!

Hace tiempo que nos hacemos galletas en casa, por suerte siempre solemos tener alguna que otra recetita guardada en la recámara y esta es una de ellas. Hoy les vamos a explicar cómo hacer unas Oreo caseras.
Supongo que todos nos podemos hacer una imagen mental (y doy por hecho que todos las habrán probado) de lo que es una Oreo. Se trata de un “sándwich” compuesto por dos galletas de cacao y rellenas de crema de vainilla.

Buceando en internet he descubierto que las galletas Oreo son el segundo producto alimenticio más consumido del mundo, después de las Big Mac de McDonalds. Ahora mismo tengo una mezcla de sentimientos, estoy entre un “qué fuerte” y un “pues tampoco me sorprende”. Casualmente (o no) hace unos meses pusimos la receta de la Big Mac caseraasí que ya podemos decir que tenemos los dos productos más consumidos del mundo pero en versión casera, sana y económica… No está mal!

No diré que nuestras galletas son un calco exacto de las Oreo originales. Si bien lo que es la galleta en sí está bastante lograda, a nosotros no nos convenció ninguna de las recetas de cremas (o frosting) que encontramos. Así que decimos sustituir el relleno convencional por otro al que hace tiempo le habíamos echado el ojo: la Crema de mantequilla que Biscayenne puso en su blog (Biscayenne) hace tiempo, como relleno para los Bollos de mantequilla de Bilbao, receta que a su vez ella extrajo del libro de recetas de El Amparo, restaurante mítico del Bilbao de principios del siglo pasado.

Les vamos a explicar cómo se elabora una crema parecida a la que llevan las Oreo originales pero les recomendamos que prueben la Crema de mantequilla, ya sea con las Oreo o untadas en una tostada para el desayuno (como ya hemos hecho nosotros unas cuantas veces).

Las galletas las conservamos en una lata, más por guardar las formas que por otra cosa, porque la lata fue un no parar de abrir y cerrar hasta que entre los tres nos zampamos las galletas en un “visto y no visto”.
Tenemos que confesar que un poco por el calor propio de las islas y otro tanto por el ansia nos han quedado unas galletas con un aspecto bastante libidinoso, con sus chorretones de crema y todo… literalmente “para chuparse los dedos”.

La receta de las Oreo caseras(con algunas modificaciones de nuestra propia cosecha) la pillamos del blog Seasaltwithfood, un blog con recetas muy chulas (en inglés eso sí).

Galletas Oreo caseras


Ahí va la receta!


Ingredientes:


Para las galletas:


 
230 gr de mantequilla
200 gr de harina común
150 gr de azúcar moreno
90 gr de cacao en polvo
Un huevo
1/2 cucharadita de sal
Una cucharadita de levadura química en polvo

Para la crema de mantequilla:

200 gr de mantequilla (en pomada)
200 gr de azúcar
100 ml de agua
3 yemas de huevo

*Nota: para el relleno tradicional necesitaríamos 115 gr de mantequilla (pomada), 230 gr de azúcar glas, una cucharada de leche, una cucharada de extracto de vainilla y una pizca de sal.



















Elaboración:

Para hacer las galletas mezclamos todos los ingredientes secos en un recipiente y en otro todos los ingredientes líquidos. Agregamos los ingredientes líquidos a los secos y amasamos con las manos hasta que estén completamente integrados. Tapamos y dejamos enfriar en la nevera (o en el congelador) hasta que la masa haya endurecido lo suficiente como para poder trabajarla (aproximadamente un par de horas de frigorífico).


Ahora vamos con la crema de mantequilla. En un cazo ponemos el agua y el azúcar al fuego hasta obtener un almíbar ligero. Retiramos el cazo del fuego, añadimos las yemas de huevo (que debemos haber batido previamente) y batimos sin parar para que el huevo se integre con el almíbar (de lo contrario el huevo cuajará). Cuanto tengamos una textura de natillas, dejamos que se enfríe del todo. Entonces incorporamos la mantequilla en pomada y vamos batiendo con unas varillas hasta obtener una crema algo densa. Debemos conservarla en la nevera hasta el momento de su uso (si se solidifica esperamos a que se atempere un poco y volvemos a batir para que recupere la textura inicial).

Precalentamos el horno a 160º C. Sacamos de la nevera una porción de la masa (el resto la mantendremos en la nevera hasta que vayamos a usarla). Estiramos la masa sobre un papel vegetal o “Silpat” sobre una bandeja de horno, procurando que no quede demasiado gruesa (aproximadamente medio centímetro) y damos forma a las galletas con la ayuda de un cortapastas redondo. Si la masa se nos pega demasiado al rodillo (que es lo más probable) podemos estirarla metida entre dos papeles vegetales. Retiramos la masa sobrante y la mezclamos con el resto que habíamos reservado. Repetimos la operación hasta que hayamos agotado toda la masa de galletas.

Introducimos la bandeja en el horno y cocinamos a 160º C durante aproximadamente 15 minutos o hasta que las galletas estén firmes. Dejamos reposar sobre una rejilla hasta que estén completamente frías. Repetir con el resto de las galletas.



Cuando las galletas estén frías solo tenemos que poner una cucharada de la Crema de mantequilla sobre la cara interior de una de las galletas y cubrir con otra (a modo de sándwich). 


Si no se van a comer enseguida es aconsejable no ponerles el relleno porque la galleta se humedece y pierde su textura crujiente original.

Listas para comer!

*Nota: si optamos por el relleno tradicional debemos batir la mantequilla hasta que quede suave, entonces añadimos el azúcar y la vainilla y volvemos a batir hasta que la mezcla quede lisa y el azúcar se haya integrado por completo, incorporamos la leche y la sal y batimos de nuevo. Se puede conservar en un recipiente hermético a temperatura ambiente (un par de días) o en la nevera (un par de semanas) pero debe estar a temperatura ambiente cuando vayamos a usarla.

Ensalada Manhattan

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Buenas tardes!

Algunos diréis ahora mismo, ¿que hacen estos poniendo una receta de McDonalds en el blog?, y sí, yo también me lo pregunto. Pero es que a esta ensalada le tengo cierto cariño, no quiero aburrir a nadie contando que antes tenia algún kilillo de mas (más de los que te puedas pensar) y para quitármelos de encima me he tenido que pegar bastante tiempo a dieta. Pues bien, uno de los pocos caprichos que me permitía (muy de vez en cuando) era esta ensalada, es triste, pero a mi me sabía a gloria, ¡un manjar de dioses! ¿Por qué? Por la salsa que tenía, al comerlo todo a la plancha, y todo lo mas limpio posible, una salsa de miel y mostaza en una ensalada para mi era como tocar el cielo y volver a bajar (si, no se me ha ocurrido nada mejor, no creo que llegara a tanto ni mucho menos, pero estaba bien buena :D).

Y oye, el nombre deManhattan no solo inspiró a Woody Allen para hacer su obra maestra “Manhattan”, este tipo te gustará mas o menos, pero una cosa hay que reconocer, y es que esta, su película, paso a la historia como un clásico del cine inmortal… 

A lo que iba, en este caso los mega creativos de McDonalds estuvieron realmente inspirados, juntando en una misma ensalada, su mítico queso Cheddard, que la verdad es que no es esa gran cosa, ya que yo creo que como queso vale mas bien poco (o al menos no tanto como muchos otros), pero en ensalada la verdad es que da el pego, también llevaba un pollo empanado que me sabía a Gloria Estefan! Tanto tiempo comiendo limpio, eso era la pera!! Aunque en esta ocasión yo lo he sustituido por unos muslos deshuesados que previamente tenia marinando 24 horas, ya que la línea hay que cuidarla igualmente, los típicos costrones de pan fritos, también les he bajado algo las calorías, en vez de freírlos los he salteado en una sartén a fuego bajo con un diente de ajo entero,… Vamos, que para no contar toda la receta en la entrada, resumiré diciendo que le he dado algunos cambios, pero en nada desmerece a esta multimillonaria ensalada que ya no se encuentra en esta nada conocida de cadena de “restaurantes”.

¿Lo mejor? La salsa, ¡muy lograda! Como siempre os digo, me encanta conseguir sabores iguales a los que hacen las marcas industriales pero con cosas que tenemos por casa. En este caso he logrado el mismo sabor de esta famosa salsa de ensaladas, y no tiene nada que envidiar a las de botazo. Eso sí, yo soy super escrupuloso con el huevo, y la hago al momento, y después lo que me sobra lo tiro porque me da mucho “yuyu”, aunque sé que por un día no le pasa nada, pero para comérmela y nos disfrutarla, prefiero tirar un par de cucharadas de salsa, y así me evito posibles visitas de más al señor Roca. 



Ensalada Manhattan



Y de regalo, un fragmento de la peli de Allen!!





Bueno, no me alargo mas, y os dejo por aquí la receta! 




Ingredientes (para 2 personas):


Para la ensalada:
 
4 contra muslos de pollo deshuesados y marinados
Lechuga (esto va al gusto, nosotros escogimos una mezcla de rúcula, lechuga rizada, escarola y lollo rosso)
40 gr de pan normal (o 2 rebanadas de pan de molde)
100 gr de queso Gouda (o Cheddar)
2 cucharadas de mostaza
2 cucharadas de miel
Un huevo
Una cucharadita de salsa Perrys
Una cucharadita de vinagre de manzana
Un diente de ajo
150 ml de aceite de girasol
Sal
Orégano
Pimienta negra molida


Para marinar el pollo:

Un diente de ajo
100 ml de vino blanco
75 ml de aceite de oliva
Un limón
Una cucharadita de orégano
Sal
Pimienta negra molida






Elaboración:

Para empezar preparamos el adobo con el que marinaremos el pollo. Para ello pelamos el limón y lo cortamos en cuartos. Pelamos también el ajo y lo añadimos al limón y al resto de los ingredientes en el vaso de la batidora. Trituramos todo y lo ponemos en un recipiente junto con el pollo, el cual bañaremos bien con  nuestro preparado. Tapamos y guardamos en la nevera. Nosotros lo dejamos de un día para otro para que la carne adquiriera bien todos los sabores.


Lavamos, escurrimos y cortamos la lechuga. Cortamos el queso en dados. Seguidamente preparamos la salsa. Para ello ponemos en el vaso de la batidora la mostaza, la miel, el huevo, la salsa Perrys y el vinagre. Trituramos y vamos añadiendo el aceite poco a poco, emulsionando, sin mover la batidora, como si se tratara de una mayonesa. Salpimentamos al gusto.



Cortamos el pan en cubitos de aproximadamente un centímetro de grosor. Mientras, ponemos una sartén a calentar con una cucharada de aceite y el ajo entero sin pelar (se trata de tostar el pan, no de freírlo). Cuando esté caliente, añadimos el pan y lo tostamos  a fuego lento hasta que quede crujiente, justo antes de retirarlo añadimos el orégano.


Nos queda hacer el pollo. Ponemos una sartén a calentar y cuando esté lista ponemos la carne quitando todo el exceso del marinado. No añadiremos aceite ya que ya le pusimos al marinarlo. Cuando esté doradito lo retiramos del fuego. Troceamos los cuartos en rodajas.


Ahora sólo nos queda el montaje de nuestra ensalada. Para ello hacemos una base con la lechuga y sobre ésta situamos los costrones de pan, los dados de queso y el pollo. Adornamos con un cordón de salsa y el resto de la misma la ponemos en una salsera para que cada uno se sirva al gusto.




Esperamos que les haya gustado!










Sopa de ajo

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Buenas!

Si este lunes les dejábamos la receta del Pan sopakohoy les traemos la tradicional Sopa de ajo que se suele elaborar en el País Vasco para comerla con este pan. 

Y es que con estos fríos se nos pone a todos, al menos a nosotros, el cuerpo de sopa. Aquí en Canarias es común aprovechar el caldo sobrante de pollo o carne que se elabora para hacer sopa de fideos y acompañarlo de una buena cantidad de pan (mejor si es de ayer) y huevo escalfado. Algo parecido es esta sopa. Y supongo que las habrá similares en todas las comunidades. La particularidad de ésta es precisamente el uso del Pan sopakoentre sus ingredientes.

Sobre esta sopa puedo contaros que recuerdo con mucho cariño ver como sobre la marcha mi madre se la preparaba a mi padre para cenar. La verdad es que a mí nunca me ha llamado especialmente la atención… No por nada, pero son de esas cosas que simplemente no te llaman y ya está. Pero de un tiempo a esta parte, serán cosas de la edad, tenía ganas de hacerla para probarla de mi mano… Que seguro que no es como la de mi madre pero bueno, se hace lo que se puede.

Entonces llamé a mi madre y le pregunté cómo la hacia ella, ya que yo tenía una idea más o menos de vérsela a hacer a ella pero tampoco estaba seguro a ciencia cierta. Pues bien, ya se sabe cómo es una conversación entre madre e hijo sobre recetas de cocina… Y si el hijo es cocinero (como en este caso) y encima a eso le añades que la madre cree que hace la mejor tortilla de patatas del mundo… Pues ya os podéis imaginar que sale una conversación de lo más hilarante; en ningún momento pude interrumpir a mi madre mientras me iba marcando las directrices a seguir porque en seguida me decía: “bueno, quieres que te diga cómo se hace o no? Jejeje… Cosas de madres! Aquí va la receta según mi madre, aunque yo la tuve que tunear en un par de cositas (pero mínimas y creo que para mejorarla), y por supuesto con sus respectivas cantidades en plan madre. A saber:

  • Agua: pues la que vayas a usar para los que vayan a comer… Que pareces bobo! 
  • Sal: un poquitín, lo justo que luego te queda salada. 
  • Sopako: unas cuantas rodajas cortadas en plan fino. 
  • Huevo: un par de huevos batidos en el típico plato con el típico tenedor.
  • Ajo: cantidad asombrosa. 
  • Pimentón: una pizca, no te pases porque entonces te queda muy colorada.

Y ahora mi versión traduciendo todo esto y con sus respectivas cantidades. Y tan rica que estaba oiga!

Sopa de ajo


Ingredientes:

Un litro de caldo de verduras
150 de pan sopako
2 huevos
6 dientes de ajo
5 gr de pimentón dulce
Aceite de oliva
Sal

*Nota: para el caldo de verduras usamos cebolla, zanahoria, puerro y agua.





Elaboración:

Para empezar pelamos y cortamos el ajo en rodajas y lo ponemos en un cazo a dorar con un chorrito de aceite. Mientras cortamos el pan en trozos no demasiado pequeños para evitar que se deshaga del todo en la cocción.


Cuando el ajo esté dorado agregamos el pan y lo sofreímos un poco. A continuación añadimos el pimentón y lo sofreímos también durante unos segundos sin dejar de remover para que no se queme.


Agregamos el caldo y dejamos cocer. Bastará con un par de minutos ya que si nos pasamos el pan se nos va a deshacer del todo y nos interesa que se noten los trozos. Apagamos el fuego y, con el caldo aun hirviendo, incorporamos los huevos y damos un par de vueltas para que se cocinen con el calor. Rectificamos de sal.


*Nota: puedes echar el huevo dentro entero y remover después, echar el huevo batido (como indica la ama en la receta que me dio) o incluso ponerlo entero en el plato y echar el caldo caliente por encima y dejar que se haga con el calor (como hicimos para la presentación).
Listo para comer!

Finca Los Berrazales

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Buenas!

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de visitar una finca productora de vino y café de la isla: Los Berrazales. Situada en el municipio costero de Agaete y en las faldas del Tamadaba y colindante con uno de los caminos reales más transitados de Gran Canaria. Un paisaje inigualable, que deleita por el verde del valle, lo impresionante de sus riscos y la belleza de su vegetación. No en vano, hermosas tradiciones aborígenes tienen cuna en esas tierras.


Nada más llegar a los aledaños de la finca fuimos recibidos por su anfitrión, Víctor Lugo Jorge, quien con evidente pasión nos explicó todo lo referente a la producción de la finca. Las cosechas tanto de café como de vino, además de espléndidos naranjos y otros árboles frutales que abundan en los extensos terrenos y la elaboración de café y vino.

Lo primeros que probamos al llegar a la finca fue su agua. Recién cogida de manantiales naturales. El agua que brota de las montañas en Agaete es rica en minerales y de sabor muy fuerte. No es de extrañar que estas aguas aporten una riqueza especial a lo que allí se cultiva.

La finca cuenta con una pequeña ermita construida en honor a Nuestra Señora del Pino (Virgen del Pino de Teror de Gran Canaria). Según nos explicó Víctor, el santuario fue realizado como ofrenda a la Virgen por lo que ella ha hecho por su familia (toda una muestra de humildad).


En lo que al café se refiere, para hacernos una idea de la importancia de este cultivo, diremos que el de Agaete es el único café que se cosecha en toda Europa y el que se cultiva más al norte del planeta (al menos con una producción significativa), gracias a la climatología propia del lugar (con temperaturas suaves y constantes) y lo fértil del terreno volcánico.


Los productores de Café de Agaetedel siglo XXI siguen siendo fieles al cultivo y elaboración que realizaban los primeros agricultores allá por el siglo XIX. La cosecha de café arábico se realiza a la sombra de altos árboles frutales que protegen a la débil planta del café del sol y el viento. Una vez hecha la recolección, el grano se deja secar al sol y luego se tuesta. En la actualidad todo el café del Valle de Agaete se comercializa bajo la marca Café de Agaete.


En cuanto al vino, tuvimos el placer de visitar las cuevas en las que se realizan todas las tareas propias de la elaboración de sus caldos. La cueva de “La Laja” destaca por las obra pictóricas que la decoran (y que sirven de homenaje a la cosecha) y por las barricas de vino que en ella descansan. 


Mención aparte merecen la delicadeza con la que ha sido escogido el diseño de cada etiqueta de los vinos de Los Berrazales, diseñadas por Pepe Dámaso y que simbolizan la tierra, la montaña, la vid y la cosecha nocturna, símbolo de identidad de estos viñedos.


Después de que Víctor nos explicara muy a “grosso modo” la maquinaria utilizada para las distintas fases de elaboración de los vinos, pasamos al hermoso patio donde realizamos una cata.



En la cata degustamos cuatro caldos: dos vinos blancos (un semiseco y un seco con barrica) y otros dos vinos tintos jóvenes. Realizar una cata, sea cual sea el producto que se analice, es siempre un placer para los sentidos; pero disfrutar de una cata cantada de la mano de un experto es además muy enriquecedor. Tengo que decir que la cata se acompaña de un pequeño picoteo que permite que a uno disfrutar el vino sin que se le suba a la cabeza (por lo menos a mí que no bebo a menudo).


Los vinos de Los Berrazales han obtenido numerosos premios a nivel regional en los últimos años y son muy reconocidos dentro y fuera de las islas (se encuentran entre los vinos con mejor puntuación de España en la Guía Peñín 2012). No en vano destacados sumilleres a nivel nacional han visitado la bodega y catado sus caldos.


Tras la cata de vinos comenzó la de café. Primero lo probamos sin azúcar para intentar descifrar todos los aromas y sabores que la bebida nos ofrece. Tengo que confesar que el café sin azúcar me resulta demasiado fuerte pero al añadirle el punto justo de dulce lo disfruté muchísimo. El sabor de ese café me transportó inmediatamente a mi niñez, cuando mi abuela y su hermana hacían café para su desayuno. Café que todavía no me dejaban beber solo porque yo era muy pequeña pero del que alguna vez alcanzaba un “buchito” y me parecía una delicia.

Para rematar la visita de la mejor forma posible, se pueden adquirir tanto café como vino allí mismo (y a un precio inferior que en los comercios). Ni que decir tiene que me llevé un par de botellas de vino y algo de café para seguir degustándolo en casa. Por suerte tenemos un molinillo de café por lo que pude comprar el café en grano para molerlo en casa antes de prepararlo.


Si tengo que recomendar alguno de los vinos, diré que nuestro favorito es el blanco semiseco (80 % moscatel y 20 % malvasía). Este vino con un sabor dulce, fresco y muy afrutado, de tacto suave y aromas a frutas tropicales, marina a la perfección con quesos, pescados y carnes blancas.

La semana pasada se realizó el acto de presentación de los nuevos caldos de Los Berrazales obtenidos de la cosecha de 2012, una oportunidad inmejorable para probarlos. Además, si quieren visitar la finca solo tienen que ponerse en contacto con Víctor y concertar una visita.

Desde luego yo disfruté enormemente el rato que pasé en la hacienda, superando mis expectativas, y espero volver lo antes posible.



Menestra de primavera

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Buenas!

Hoy toca verdura, verdura de la buena, de la sana y además de la bonita. Porque en primavera las frutas y las verduras tienen un color y un sabor especial. Además ya no hace tanto frío (de echo a Canarias nos ha llegado una buena bofetada de altas temperaturas con “ola de calor” incluida) y ya no apetecen tantas cremas y potajes y hay que buscar otras formas de preparar la verdura.

La verdad es que en nuestro blog no abundan demasiado los platos de verdura. No porque no la comamos, claro que sí. Pero es que nuestros platos de verdura son sencillos, de los de casa. Nos gustan muchos los potajes (de berros, de lentejas, de acelgas,…), los pucheros y las cremas monotemáticas (coliflor, calabacín, calabaza, zanahoria, puerro, espinacas, brócoli… o cualquier otra cosa que se nos ocurra). De vez en cuando dejamos caer alguna de nuestras queridísimas cremas por aquí, sin embargo el Tartufo cree que las fotografías de este tipo de recetas no quedan del todo bien así que prefiere “lucirse” con otro tipo de recetas de verdura, como por ejemplo la que traemos hoy.

La secuencia de actos fue más o menos así. El sábado al Tartufo le tocaba currar y a mi ir con la peque al mercado a por provisiones (como ven me toca la parte guay del asunto). El Tartufo me hace sus encargos, esta vez le apetecía verdura para comer salteada. Así que me planto delante del puesto y pillo calabacín, espárragos trigueros, ajetes, zanahoria… y ya metida en un bucle verdulero del que no podía salir, me “agencio” también unas remolachas (en Canarias las llamamos beterradas) y me vuelvo para casa más contenta que unas castañuelas, con la satisfacción de haber hecho una compra 10 (ya buscaré algo más que hacer con las remolachas que me sobran). 

Eso sí, tengo que decir que como te salgas del clásico “sota, caballo, rey” o lo que en verduras viene a ser “calabacín, zanahoria, tomate, puerro”, comienzan a subir los precios como la espuma… que lástima!
Bueno, que me lío, con toda esa verdura y poco más elaboramos nuestra Menestra de primavera. Con todos los ingredientes de una menestra (verduras de temporada y patatas) pero a nuestro modo y esta vez (sin que sirva de precedente) sin jamón. Deliciosa y agradecida fotográficamente hablando jejejeje.

Menestra de primavera
 

Ahí va la receta!


Ingredientes:

6 espárragos trigueros
2 ajetes tiernos
Un calabacín
Una zanahoria
Una remolacha
Una patata
2 dientes de ajo
Aceite esencial de albahaca
Una nuez de mantequilla
Aceite de oliva
Sal


*Nota: para elaborar el aceite esencial de albahaca necesitamos una buena cantidad de hojas frescas de albahaca y aceite de oliva virgen extra (aproximadamente el doble de albahaca que de aceite). Trituramos con la batidora y conservamos en un tarro de cristal cerrado que deberemos cubrir totalmente con papel de aluminio para que el verde de la albahaca no se oxide. Aguanta muchísimo tiempo en la nevera, incluso meses (la nuestra tiene más de cinco meses y sigue en perfecto estado).
*Nota: las cantidades en los ingredientes son orientativas. Si te gustan más los ajetes que los espárragos pues le pones más de lo primero y si no te gusta la zanahoria pues le pones dos calabacines, etc.


Elaboración:

Para empezar ponemos al fuego una olla con agua y sal. Lavamos las patatas y las cocemos enteras y con piel. Mientras tanto pelamos los ajos, retiramos el germen y los ponemos en un cazo a fuego suave con aceite de oliva (hasta cubrir) y los dejamos que se confiten hasta que estén tiernos. 

Ponemos otra olla a fuego fuerte con agua y sal. Pelamos la zanahoria y la cortamos, pelamos la parte de atrás de los espárragos (las puntas las dejamos tal cual), lavamos y cortamos el calabacín. Cuando el agua rompa a hervir vamos cociendo la verdura, teniendo en cuenta los tiempos de cocción de cada una y los gustos de cada uno. Escurrimos la verdura y la pasamos agua con hielo para cortar la cocción y fijar el color.

 
Cuando las patatas estén hechas les retiramos la piel, troceamos y reservamos. En un recipiente ponemos las patatas, los ajos y un chorrito del aceite en la que confitamos los ajos. Trituramos con la batidora hasta obtener un puré muy fino, más bien con textura de salsa. Si es necesario podemos añadir agua de la cocción de las verduras. 

Troceamos los ajetes y pelamos la remolacha y la troceamos. Ponemos una sartén al fuego con un poco del aceite en el que confitamos los ajos. Sofreímos un poco los ajetes y a continuación añadimos la verdura que hemos cocido previamente. Damos unas vueltas, lo justo para que la verdura se caliente y añadimos un chorrito del aceite esencial de albahaca, rectificamos de sal y servimos sin volver a remover.


Por último salteamos la remolacha un par de minutos y se la añadimos al resto de la verdura.

Ponemos la verdura sobre el puré fino de patatas y ajo que nos ayudará a ligar la menestra.

*Nota: el saltear la remolacha a parte lo hacemos para que el resto de la verdura no se tiña con el color de ésta. Si no te importa que todo el plato tenga una bonita tonalidad morada, puedes saltearlo todo junto.

Listo para comer!



Y si te has quedado con ganas de más, aquí tienes nuestra receta de Menestra de verduras y jamón.

Carrillera de Cochino negro canario estofada

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Buenas!

Hoy vamos a hablarle sobre el Cochino negro canario, un animal con una carne espectacular, a la altura del Cerdo Ibérico, pero desgraciadamente muy poco conocida tanto fuera como dentro de las islas. El Cochino negro canarioes una raza autóctona de las islas (excepto La Gomera y el Hierro) que actualmente está en proceso de recuperación ya que se encuentra en peligro de extinción. Está incluida en el Catálogo Oficial de las Razas Ganaderas de España dentro de las Razas de Protección Especial.

Desde hace algo más de un año se ha creado la Marca de Garantía Gran Canaria Calidad para el Cochino Negro Canario con el fin de garantizar la calidad del producto (superior a la de las razas blancas e híbridos).

La carne de Cochino negro canarioes más roja y jugosa que la carne de cerdo blanca, con una tonalidad similar a la del Cerdo Ibérico y con idénticos beneficios para la salud, ricas en grasas omega 3 y poliinsaturadas.

En la isla de Gran Canaria es en el municipio de Agüimes el que se caracteriza por fomentar la cría y comercialización del nuestros cerdos. Y es precisamente hasta allí a donde tuvimos que desplazarnos para poder comprar las Carrilleras de Cochino negro canario con las que elaboramos esta receta. Y es que conseguir solomillo o lomo de estos cochinos es relativamente sencillo (existen un par de grandes superficies que ya lo comercializan y alguna carnicería de la capital), pero si ya nos vamos a partes del cerdo menos usuales, como la casquería… La cosa se complica bastante. Nos tuvimos que ir a la web del Ayuntamiento de Agüimes y buscar carnicerías donde poder comprar las carrilleras, llamar dos veces, encargarla e ir el fin de semana a buscarla.

No es que Agüimes esté demasiado lejos pero tampoco es que nos quede demasiado cerca. Y sí, nosotros estamos dispuestos (es más nos gusta) a desplazarnos a donde sea para adquirir materia prima de calidad pero el “cocinero casero medio” seguramente ya no esté tan dispuesto. Esperamos y deseamos que la comercialización de la carne de Cochino negro canario, al igual que otros tantos buenos productos que tenemos en Canarias, poco a poco vayan siendo más accesibles porque es una pena que gente que trabaja también (como son nuestros granjeros, agricultores y productores) no reciba la compensación que su trabajo merece y que nosotros (clientes) no podamos acceder con más facilidad a comprar sus productos.

Carrillera de Cochino negro canario estofada


Ahí va la receta!



Ingredientes:
 
2 carrilleras de Cochino negro canario
2 zanahorias
2 cebollas
Un vaso de vino tinto
1/2 vaso de brandy
Un puerro
6 Dientes de ajo
Pimienta negra recién molida
Romero









Elaboracion

Ponemos la cazuela que vayamos a usar para hacer las carrilleras a fuego vivo con una gota de aceite (en mi caso, las carrilleras tenían bastante grasa y no hizo falta) y las marcamos por todas las caras hasta que cojan un bonito color dorado. Reservamos las carrilleras.


Si se nos ha pegado algo las carrilleras en el fondo de la cazuela, desglasaremos con un poco de vino tinto, y lo resultante lo echaremos en un recipiente para añadírselo más tarde a la salsa.

Ahora vamos pelando las verduras, y las troceamos en mirepoix (en trozos groseros vaya) ya que no aprovecharemos esta verdura y no hace falta cortarla minuciosamente. Las vamos dorando con una gota de aceite y sal, en este orden: zanahoria, cebolla, puerro y ajo.

Cuando las verduras estén bien doradas, que no quemadas, añadiremos las carrilleras, el vino tinto y el brandy. Dejaremos reducir el líquido al menos a la mitad, cuando esto ocurra taparemos con agua, añadiremos también un par de vueltas de molinillo de pimienta, el romero y algo más de sal, sin pasarnos.
Tapamos y dejamos cocer a fuego medio-bajo durante al menos 45-60 minutos. Esto no es una ciencia exacta, lo mejor es que cada cierto tiempo levantemos la tapa y vayamos vigilando si le falta líquido, o si ya están tiernas, que cada animal es un mundo.


Una vez que estén las carrilleras tiernas las sacaremos a una bandeja y es entonces cuando colaremos la salsa de todas las verduras. El líquido resultante lo pondremos en un cazo a reducir, al menos un cuarto, probaremos de sal y de pimienta. Depende de cómo te guste la salsa la puedes dejar reducir más o menos para que espese más o menos, o usa el viejo truco de echar algo de maicena diluida en agua si lo que quieres es sacar algo más de salsa para mojar pan, que no es mala idea tampoco, aunque yo soy mas de la opinión de reducir la salsa, comer poco, pero concentrado :D.

Solo queda trocear las carrilleras y dar un pequeño hervor dentro de esa oscura y deliciosa salsa.

A disfrutar!

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