Buenas!
Ya es viernes y los viernes parece que uno mira la vida de otra manera… A que sí! Además este viernes es pre Semana Santa y eso ya es la repanocha. Que bien nos van a venir estos días para descasar, unos más días que otros claro está pero es lo que hay.
Al igual que el lunes les explicamos cómo hacer una receta típica de la cuaresma en las islas: Tollos en salsa, hoy traemos otra receta bastante tradicional, apta para católicos practicantes pero con algún toque Tartufo de los nuestros. Se trata de unas Patatas con guisantes en salsa verde.
Y tenemos que decir que esta receta nos ha encantado por muchas razones. Es muy sencilla, se hace en momento y nos puede sacar de un apurillo. Es resultona ya que se puede presentar tipo timbal (como hemos hecho nosotros) y la verdad es que queda bastante vistosa, con un color verde espectacular. Está elaborada con productos de temporada y es que los guisantes (arvejas para los canarios) están en todo su esplendor y además cada vez a mejor precio; además hemos usado patata de punta (no sé muy bien como la llamarán en la Península) que también está de temporada y como está fresca se cocina en un momento y queda deliciosa y entera. Es una receta económica y es que con patatas, un poco de verdura y un huevo tienes un plato único escepcional (con sus hidratos de carbono, sus proteínas, sus grasas (pocas, como tiene que ser) y sus vitaminas). Y por último y lo más importante, está buenísima y es que si las patatas con guisantes ya están buenas por sí mismas, si además añadimos el huevo escalfado, al romper este y mezclarlo con la salsa, conseguimos un sabor que roza lo espectacular.
Patatas con guisantes en salsa verde |
Ahí va la receta!
Ingredientes:
1 kg de patatas
1/2 kg de guisantes frescos
2 cebollas
3 dientes de ajo
Un ramillete de perejil
Un huevo por persona
1/2 vaso de vino blanco
Una cucharada sopera de harina
Aceite de oliva
Sal
Elaboración:
Para empezar desgranamos los guisantes y los reservamos. Lavamos las vainas ya vacías a conciencia ya que haremos con ellas el caldo que nos va a servir para elaborar la salsa.
Ponemos un cazo al fuego con las vainas, una cebolla, los tallos del perejil y cualquier verdura verde que tengamos por la nevera (por ejemplo las hojas de un puerro bien limpias). Añadimos agua solo hasta cubrir y una pizca de sal. Dejamos cocer durante aproximadamente 10 minutos y retiramos del fuego. El objetivo es conseguir un caldo con todo el sabor y las vitaminas de la verdura y con cierta tonalidad verdosa pero no hay que pasarse con la cocción o el caldo ya no nos quedaría con buen aspecto porque comenzaría a tornarse de color marrón.
Pelamos y cortamos la cebolla restante y los ajos en brunoise (lo más pequeño que podamos). Pelamos las patatas, las lavamos y las cortamos (nosotros las cortamos en rodajas de aproximadamente un dedo de grosor) y las reservamos metidas en agua para que no se oxiden. Ponemos un cazo al fuego con un chorrito de aceite y sofreímos la verdura. Cuando la cebolla comience a estar dorada (sin que llegue a tomar mucho color o la salsa nos quedaría demasiado oscura) añadimos la harina y removemos. Dejamos que la harina se cocine un poco y a continuación agregamos el vino y dejamos que se reduzca un poco. Por último vamos incorporando el caldo poco a poco (a cacitos o cucharones) hasta que obtengamos la textura deseada (la salsa debe ser ligera pero no quedar excesivamente líquida). Rectificamos de sal.
Incorporamos las patatas y añadimos más caldo si es necesario (solo hasta cubrir). Incorporamos también los guisantes. Dejamos que las patatas y los guisantes se cocinen hasta que estén tiernas pero procurando que no lleguen a romperse. Debemos vigilarlas y añadir más caldo si fuera necesario.
Mientras tanto vamos a escalfar los huevos. Para ello ponemos un cazo al fuego con agua, un puñadito de sal y un chorrito de vinagre. Cascamos el huevo en un bol. Cuando el agua rompa a hervir hacemos un remolino con el mango de un cubierto y echamos el huevo dentro procurando que la yema no se rompa. Dejamos que el huevo se cocine durante un par de minutos o tres, dependiendo de si nos gusta más o menos hecho, aunque debemos procurar que no quede demasiado seco.
Cortamos las hojas de perejil lo más pequeño que podamos y se las añadimos a la salsa cuando ya esté a punto, justo antes de servir. De esta forma el perejil no se oscurecerá.
Servimos las patatas y los guisantes con el huevo escalfado encima. Añadimos un poco de sal sobre la yema y un chorrito de aceite y ya está listo para comer.