Buenas!
No me gusta la pasta! Ya está, lo he dicho, lo confieso. Es un problema porque al señor Tartufo le encanta, y no digamos al bebé Tartufo, que cada vez que se acuerda me pide “macanones”.
Así que muchas veces el señor Tartufo prepara para él y para el bebé unos platos de pasta con una salsas espectaculares, que huelen de maravilla y tienen una pinta estupenda… incluso me apetece… pero es probarlo y me da el repelús, así que me conformo con mojar algo de pan, si les sobra algo, mientras me lamento por mi infortunio.
Yo creo que tengo un trauma infantil, todos tenemos alguno. Cuando era pequeña comía en el comedor del cole, como casi todos hemos hecho. Había muchos platos que me gustaban, por ejemplo una crema de verduras que nos servía con tres costrones de pan que me hacía relamerme, unas croquetas con salsa de tomate que venía en garrafa que me encantaban (seguramente no eran para tanto pero es que yo por una croqueta ma - to), unos filetes a la plancha con ajo y perejil buenísimas, etc.
Había también otras cosas que comía sin más, sin pensar demasiado y disfrutando de la ingesta lo justo.
Y por último había otros platos que era entrar el comedor, llegarme su aroma, y ya está: dolor de tripa instantáneo (igual es fruto del trauma pero yo creo que eran los que más se repetían). Entre esos platos se encontraban los macarrones con tomate. Recuerdo que le rogaba al encargado del comedor (quien por cierto era también el profesor de educación física) que no me pusiera macarrones, era algo más o menos así.
- Profe macarrones no porfa, que no me gustan.
- Si, venga, un cucharón nada más.
- Que no profe, que me da dolor de tripa y ganas de devolver.
- Sólo un cucharón Noemí.
- Pero profe, que el cucharón ese es enorme!
- Pues medio y ya vale!
Y ahí terminaba la conversación mientras me servía el kilogramo y medio de macarrones con tomate que debía de tener de capacidad aquel enorme cucharon y yo me dirigía resignada a la mesa.
Y no es que a mi no me haya gustado la pasta nunca, que va. Recuerdo que desde bien pequeñita comía espaguetis con su queso rallado o a la boloñesa, o macarrones con bacón, o de cualquier otra forma que a mi madre se le ocurriera. Pero fue oler esos macarrones con tomate del comedor del cole y comenzar mi pugna vital con la pasta.
Y sucedió el señor Tartufo, de forma altruista, decidió esta vez hacer ñoquis, que como son de papa (patata) igual los comía. Debo confesar que no los había probado nunca. Pues la verdad es que acertó. No se si será la salsa del salmón que baña a los ñoquis en esta receta o las bolitas en sí… El caso es que este plato me ha parecido de 10!
Ñoquis con salsa de salmón |
Ingredientes: para dos personas y un bebé
2 lascas de salmón ahumado y otras 2 para decorar
Una cucharada de paté de salmón
Una cucharada de queso crema
1/2 cebolla
250 ml de nata (35% materia grasa)
Aceite de oliva
Pimienta negra molida
Sal
Elaboración:
Pelamos y cortamos la cebolla en brunoise. Cortamos 2 lonchas de salmón en trocitos y las otras 2 en tiras y reservamos.
Ponemos un cazo al fuego con un chorrito de aceite para pochar la cebolla. Cuando la cebolla empiece a sudar, añadimos un poquito de sal y dejamos que la cebolla se dore a fuego no muy fuerte.
Cuando la cebolla ya se haya dorado, agregamos el queso crema y el paté. Removemos bien y con cuidado para que no se pegue.
A continuación incorporamos la nata y seguimos removiendo hasta que todos los ingredientes se hayan integrado por completo. Dejamos la salsa a fuego bajo para que se vaya reduciendo.
Cuando la salsa tenga la textura que deseamos añadimos el salmón y salpimentamos. Removemos bien hasta obtener una salsa homogénea y reservamos.
Mientras vamos cocinando los ñoquis. Para ello ponemos un cazo amplio con abundante agua y cuando rompa hervir añadimos los ñoquis. Los dejamos un par de minutos o 3. En cuanto veamos que los ñoquis flotan es que están listos.
Escurrimos el agua de los ñoquis y procedemos a emplatar.
Servimos los ñoquis cubiertos con un par de cucharadas de salsa y disponemos las tiras de salmón por encima.
Listo para comer!