Buenas!!
Los que me conocéis ya sabéis que yo, el señor tartufo, soy del País Vasco, y como tal pues mis primeros pinitos en las cocinas los di allí... Buena zona para empezar por otro lado :D.
Uno de los primeros sitios donde encendí mis primeros fogones fue el Restaurante Mendizorrotz, del cual creo que ya os he hablado en alguna ocasión. Un restaurante familiar donde los haya, recuerdo con muchísimo cariño mi estancia allí. Esos cola-cao que tomábamos para desayunar antes si quiera de poner las tablas de corte sobre la mesa, el encender la barbacoa con sacos enormes de 25 kilos de carbón (ahora valoro el autentico lujo que es tener una barbacoa dentro de una cocina profesional)... Dentro de ese infierno de calor entraban enormes chuletones, rapes, magrets de pato, chuletillas de cordero y alguna cosa más que seguro que se me olvida.
La verdad es que mi estancia allí fue maravillosa, era trabajo sí, pero después de unos cuantos años que han llovido ya, lo que me queda son las buenos recuerdos. Por lo tanto algo hicimos-hicieron bien en ese entonces, porque trabajar... trabajábamos como cabrones (con perdón).
El restaurante está en la cima de un montecito no muy alto de San Sebastián: el Monte Igeldo. Un montecito encantador que en verano nos brinda una vistas maravillosas pero en invierno también tiene un encanto especial. No es raro subir hasta él y que todo esté lleno de bruma (parecido a la de los valles de Mordor)... Encantador a su manera, o al menos a mi así me lo parece. Aunque eso sí, el frio que yo pasaba cada día que tenía que subir en mi moto 49 cc no era ni normal... Pero como digo, el frio pasó y solo me queda el poso del buen recuerdo.
Bien, y diréis ¿a qué viene todo esto? Pues sencillo: como mis papilas gustativas siempre me llevan al lugar al que me quiero desplazar, muchas veces tiro de recetario para quitarme la morriña por mi añorada tierra. Y en esta ocasión hare una receta super sencilla, de aprovechamiento, e igualmente deliciosa.
Todos los domingos preparábamos un caldo enorme, tanto para elaborar salsas como para tomar solo. Pero en esta ocasión era para los más longevos del lugar, los "puretas" religiosos (con todo el respeto) que acudían infalibles a su cita con el señor (a la iglesia vaya). A las 11 en punto acudían en masa a nuestro restaurante a reconfortarse el alma con nuestro maravilloso caldo, un huevo cocido picado y un poco de pan sopaco... Estoy seguro que este caldo tenía mas efecto conciliador en sus almas que el discursito de turno del párroco, al cual conozco y es un tipo cojonudo. ;)
Bien, pues de ese caldo salía una carne melosa, la que arreglábamos de la siguiente manera para comérnosla nosotros (el personal) a la hora de comer... Bocado de dioses. En una cazuela de barro con media barra de pan era para mí como el "redbull"que se echa la juventud de hoy en día... Vamos, una bomba de neutrones para poder seguir y dar un servicio que en un fin de semana era como un maratón en un par de horas.
Salsa de tomate natural (aquí tienen dos recetas distintas e igual de buenas (nuestra salsa de tomate y nuestra salsa de tomate en conserva), una piperrada bien pochada y una carne de vaca tierna, melosa y de buena calidad... Ingredientes que nos dan este plato de aprovechamiento genial, que no tiene ningún misterio, ni lo pretende.
¡Que aproveche hermanos! Que diría aquel párroco que quizás ya este retirado.
Que recuerdos... |
Ingredientes:
Para el guiso:
La pieza de morcillo (con la que hemos hecho el caldo)
Un pimiento verde
2 cebollas grandes
4 dientes de ajo
3 tomates grandes (muy maduros)
Aceite de oliva
Sal
Para el caldo:
Una pieza de morcillo
Una cebolla grande
Dos zanahorias hermosas
Una rama de apio
2,5 litros de agua
Sal
Elaboración:
Como hemos dicho esta receta es de aprovechamiento. Por lo tanto, como previo debemos hacer un buen caldo con su carne y su verdura. Caldo que después además utilizaremos para regar nuestro guiso. Nosotros hemos hecho el caldo con una pieza de morcillo, una cebolla, dos zanahorias, una rama de apio y un puñadito de sal, pero cada uno puede hacerlo a su gusto o con lo que haya por la nevera (puerro, pimiento, tomate, perejil, etc.). Sobra decir que con este caldo además podemos hacer un consomé, una sopa o diversos guisos.
Una vez la carne esté tierna (un par de horas tranquilamente) debemos sacar la carne del caldo y trocearla en cuadros medianos. Colaremos el caldo y retiraremos la verdura.
Mientras tanto podemos ir elaborando la salsa de tomate (si no la tenemos ya). Podemos utilizar cualquiera de las recetas que les hemos indicado anteriormente o hacer una salsa sencilla en el momento (que fue lo que nosotros hicimos en esta ocasión). Pelamos y cortamos en juliana la cebolla y la ponemos al fuego con un chorrito de aceite de oliva. Pelamos y cortamos en lonchas un par de dientes de ajo y los añadimos al sofrito. Por último pelamos los tomates (podemos escaldarlos primero para que sea más sencillo), los cortamos en cuadritos y los añadimos al sofrito. Añadimos una pizca de sal. Dejamos todo junto al "chup chup" durante un buen ratito (hasta que el tomate esté casi deshecho). Retiramos del fuego, trituramos bien y reservamos.
Ahora vamos con la piperrada. Lavamos y cortamos el pimiento en tiras y pelamos y cortamos la cebolla restante en juliana y los ajos en rodajas. Ponemos una sartén al fuego y vamos incorporando la verdura y la dejamos a fuego medio hasta que esté pochada.
Ahora debemos poner en una olla tanto la carne como la salsa de tomate y la piperrada. Dejamos cocer todo junto durante aproximadamente 20 minutos a fuego lento para que los sabores se unifiquen, removiendo de vez en cuando para que nuestra tierna carne no se deshaga, rectificamos de sal.
Listo para comer!
Mise en place |