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Channel: Las recetas de la familia Tartufo
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Setas salteadas con chorizo

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Buenas!

Hace tiempo, durante el embarazo de la señora Tartufo, la pobre estando de baja se aburría mucho, entonces encontró un foro en el que se hablaba de todo un poco: embarazos, niños, moda,… y por supuesto cocina. Allí descubrió que había un hilo llamado “Reto semanal” en el que varias personas debían “inventar” una receta a partir de una lista de ingredientes dada, que era común para todos, y publicarla después en el hilo, con foto y todo. A la señora Tartufo le pareció una idea muy divertida pero en ese momento, entre la recta final del embarazo y luego la nena pequeñita, no le sobraba demasiado tiempo para participar en el reto. Cuando la señora Tartufo vio que ya tenía la cosa más o menos encarrilada y quiso reengancharse al tema del reto, vio que el post había sido abandonado y que ya no se estaba haciendo.

Hace poco empezó a aparecer gente a la que le apetecía retomar el reto y la señora Tartufo encantada. Sólo que esta vez, para facilitar el tema, han decidido hacer el “Reto mensual” en vez de semanal, lo cual da más tiempo para pensar, retomar ingredientes, buscar información, etc. Oye que si alguien se anima a participar, solo tiene que registrarse en el Foro de Mundorecetas.

Al lío, que la receta de este mes debía tener como ingrediente principal las setas. Aprovechando que ahora están en temporada y muy buen precio. Aquí en Canarias (al menos en Gran Canaria)  no se dan las setas de forma natural y hemos de recurrir a las de cultivo, eso sí, están bien buenas.

Casi por casualidad, unos días antes, vimos en Twitter como el gran Rodrigo de la Callecolgaba el paso a paso de una receta muy sencilla, original y con muy buena pinta que, mira por donde, tenía como protagonistas a las setas. Así que nos decidimos a hacer estas Setas salteadas con chorizo para el Reto mensual de Foro Mundorecetas.



Setas salteadas con chorizo






 
Ingredientes: para 2 personas

200 gr de setas
Un chorizo asturiano
Un pimiento rojo
50 gr de pan
½ cucharadita de comino
Aceite de oliva
Vinagre
Sal








Elaboración:

Lavamos, quitamos las pepitas y cortamos el pimiento en cuadritos. Lavamos y cortamos las setas en cuadritos también.


 


















Ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite y salteamos un poco más de la mitad del pimiento (el resto lo reservamos para el mojo) y las setas.





Mientras vamos pelando y troceando el chorizo y se lo agregamos a la fritura.


 


















A parte ponemos en el vaso de la batidora el pimiento que habíamos reservado junto con el comino, el pan troceado, el vinagre y el aceite, y trituramos. Si queda demasiado espeso podemos agregar un poco de agua, si queda muy líquido le pondremos más pan.





Colamos el puré resultante para obtener una salsa fina y rectificamos de sal.





Cuando la verdura y el chorizo ya estén pochados, emplatamos y acompañamos con un chorrito de nuestro mojo (el resto lo pondremos en una salsera para que cada cual se sirva la cantidad que le apetezca).






Listo para comer!

















Lengua de ternera en salsa

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Buenas!


Como les hemos contado en otras ocasiones los señores Tartufo crecimos en los mercados. Los padres del señor Tartufo tenían una pollería y la familia de la señora Tartufo vendían quesos.

Así que desde pequeños crecimos rodeados de buen género, comiendo comida buena de verdad, de la que se hace en casa. Y disfrutamos de lo que hoy se llama “cocina de mercado” pero que antes era lo que había. Más cuando tu familia está ahí metida.

Y no se si sería por ese vivir por y gracias al mercado, que desde bien pequeños aprendimos los dos a comer de todo y a probar todo sin ningún tipo de prejuicio.

Ambos recordamos como cuando niños comíamos carne de lengua de vaca, cada uno a la manera en que se elaboraba en su casa. La amá del señor Tartufo la hacía rebozada y luego la cocía en una salsa con su sofrito. La madre de la señora Tartufo la cocía entera en un caldo con mucha verdura y luego la troceaba sin pelar. El caso es que los dos teníamos un recuerdo maravilloso de comer esa carne tan tierna y con un sabor tan característico y hacia tiempo que nos apetecía hacerla en casa y rememorar esos momentos. Porque no mejor manera de evocar recuerdos que a través del paladar.

Así que encargamos en nuestra carnicería (Carnes de Pedro Martínez) que nos trajeran una lengua de ternera. En unos días nos llamaron para que la recogiéramos. Da gusto comprar carne fresca y a buen precio, y además envasada al vacío, lo cual te da un margen de unos días para cocinarla sin que se estropee.
El resultado fue absolutamente delicioso. Tan buena como la recordábamos. Tierna, con mucho sabor, melosa,… 

Así que menos prejuicios estúpidos y sin fundamento y más comer casquería que es carne tan buena o más que el resto. Por algo le han metido mano en la “alta cocina”.

Por cierto que la forma en que hemos cocinado la lengua es más o menos la tradicional pero para mañana nos hemos reservado un aperitivo que hemos hecho con ella, elaborando una receta un poco más sofisticada.




Lengua de ternera en salsa




Ahí va la receta!




Ingredientes:


Para cocer la lengua:

Una lengua de ternera
2 zanahorias
Una cebolla
Un puerro hermoso
15 granos de pimienta
3 clavos
2 hojas de laurel
Romero
Tomillo
Sal

Para la salsa:

Una zanahoria
Una cebolla
200 ml de vino tinto
125 ml de coñac
El caldo sobrante de la reducción (excepto 200 ml que debemos reservar para la elaboración del aperitivo)
Sal
Pimienta
Aceite de oliva









Elaboración:

Para empezar debemos blanquear la lengua. Para ello ponemos una olla con abundante agua caliente al fuego, introducimos la lengua y dejamos que hierva durante 5 minutos.






Mientras pelamos las zanahorias y la cebolla y limpiamos el puerro.

Sacamos la lengua del agua, escurrimos, y volvemos a ponerla a cocer, esta vez con las verduras, las especias y las hierbas aromáticas.








La dejaremos al fuego aproximadamente una hora y 45 minutos o hasta que la carne esté tierna.





Sacamos la lengua del caldo y le retiramos la piel. Cortamos en lonchas y reservamos.





















 


















Retiramos también las verduras, las troceamos en brunoise y las trituramos hasta obtener un puré. Reservamos.

 

















Colamos el caldo para dejarlo libre de impurezas y lo ponemos al fuego nuevamente para que reduzca hasta la mitad.

Ponemos un cazo al fuego con un chorrito de aceite. Pelamos y troceamos en brunoise la otra zanahoria y la cebolla y las sofreímos.


 



















Cuando la verdura esté pochada añadimos el vino y el coñac y dejamos reducir un par de minutos (hasta que el alcohol se haya evaporado), entonces añadimos el caldo y dejamos reducir de nuevo.








Ahora apartamos del fuego y trituramos. A continuación añadimos el puré de verduras que habíamos reservado y, si es necesario, algo de maicena diluida en un poco de agua para ligar la salsa (si nos ha quedado demasiado líquida). 

Rectificamos de sal e introducimos la carne en la salsa.


Que aproveche!







*Nota: reservaremos la parte de atrás de la lengua (la parte más gruesa) y un vaso de caldo (aproximadamente 200 ml) para elaborar el aperitivo cuya receta les dejaremos mañana.



Pastelitos de calabaza

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Buenas!
Es época de frutos secos, de castañas asadas y calabazas. Aquí la castañas se están haciendo esperar más de lo habitual, no se si será que apenas ha llovido o que las estaciones ya no son como las conocíamos o que el calor tarda más en irse y el frio en llegar. El caso es que quise comprar castañas este fin de semana para asar la noche de los difuntos y me fue imposible.
En Canarias existe una tradición llamas “los finados” que reunía a las familias y los amigos en casa o en la calle alrededor de una hoguera, donde se asaban castañas y piñas, se comían frutos secos, naranjas “del país” y queso, se recordaba a los que ya no están y se conversaba en familia.
En la familia de la señora Tartufo hemos intentado continuar con la tradición, en la medida de lo posible. Si bien esta vez no comeremos castañas porque las pocas que hay en el mercado no tienen buen aspecto y están peor de precio. Si que nos reuniremos a comer queso y frutos secos y lo que se nos ocurra.
En cuanto a la calabaza, aquí en las Canarias está presente en más de una comida y en algún que otro postre. De entre estos últimos destacan las tortitas (o tortillas) de calabaza, que tradicionalmente se elaboran para Carnaval y cuyo ingrediente principal es la calabaza.
Y como que ahora además de ser el día de los difuntos y el de todos los santos, también es Halloween y todo se llena de hermosas calabazas de color naranja fluorescente. Que mejor que aprovechar este momento tan “calabacil” para hacer un postre con esta hortaliza.
Si bien cualquier parecido entre estos pastelitos de calabaza y las tradicionales tortitas de calabaza será en los ingredientes de la masa y poco más. Porque para elaborar esta receta la masa se fríe con algo de aceite, logrando una especie de tortitas. Y nosotros hemos puesto las tortitas al horno, obteniendo una textura totalmente diferente y ahorrándonos toda la grasa y el tiempo y la atención que se emplean en freírlas.


Pastelitos de calabaza


Esperamos que les guste!



Ingredientes:(12 unidades)

250gr. de calabaza (ya pelada y sin pepitas)
200 gr. de harina
125 ml de leche
75 gr de azúcar
2 huevos
La piel de una naranja
Una cucharadita de matalahúva (anís) en grano
Una cucharadita de levadura química en polvo
Aceite (para untar los moldes)







Elaboración:

Para empezar pelamos y troceamos la calabaza y lavamos y sacamos la piel de la naranja.
 



















Ponemos un cazo al fuego con medio vaso de agua, la matalahúva, la piel de la naranja bien limpia y la calabaza en trozos. Dejamos cocer durante aproximadamente 10 minutos o hasta que esté tierna.




















Cuando la calabaza esté fría la ponemos en un recipiente y la escachamos con un tenedor hasta obtener un puré.



















Troceamos la piel de naranja (lo más pequeña que podamos) o la trituramos con la batidora si no queremos encontrarnos los trocitos. y la añadimos a la calabaza.

 


















Agregamos el azúcar y removemos todo junto.



















Cascamos los huevos, los batimos y los mezclamos con la la calabaza. A continuación agregamos también la leche y removemos de nuevo.

 














Tamizamos la harina y la levadura y se la vamos incorporamos a la mezcla anterior, removiendo hasta que esté completamente incorporada.







Untamos los moldes con un poco de aceite y vamos incorporando la mezcla a los moldes, llenándolos hasta un poco más de la mitad.




Precalentamos el horno a 180º centígrados, con la bandeja en la posición central y fuego arriba y abajo.
Dejamos reposar los pastelitos en la nevera hasta que el horno esté caliente.
Introducimos los pastelitos en el horno y los cocinamos durante aproximadamente 15 minutos o hasta que hayan cuajado y se despeguen un poco de las paredes del molde.
Sacamos del horno y dejamos reposar sobre una rejilla hasta que estén totalmente frío, momento en el que desmoldaremos.
Servir acompañado de un poco de azúcar glass o una cucharadita de miel.




*Nota: nosotros hemos utilizado moldes de silicona para magdalena pero también se podrían utilizar cánulas de papel para magdalena o moldes de aluminio para flanes.

Aceite de Oliva Virgen Extra de cosecha artesanal “Santa Lucia de Tirajana”

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Buenas!

No ha sido poca la polémica que se ha generado estos días en torno al informe publicado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) acerca del análisis que han realizado a 40 marcas de aceite españolas. El informe venía a explicarnos como algunas marcas de aceite dan “gato por liebre” a los consumidores, quienes creyendo que están comprando Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) y pagándolo como tal, en realidad están recibiendo un aceite de calidad inferior, que en los mejores casos sería Aceite de Oliva “a secas” y en los peores Aceite Lampante, la cual ni siquiera es apta para el consumo por no haber pasado por el proceso de refinado necesario para su uso.

Si desean ampliar información acerca del contenido del informe pueden leer los artículos de prensa publicados en El Mundoy en El Economista. Así como leer el informe exacto en la web de la OCU, eso sí tendrán que estar registrados para poder leer el informe completo.

La reciente difusión de esta noticia nos ha servido de pie para decidirnos a hablarles de un producto que hemos adquirido recientemente y con el que estamos encantados. Se trata de un AOVE producido en Canarias. Hasta hace poco no habíamos tenido la oportunidad de probar aceite hecho en las islas. Desgraciadamente la producción es escasa y costosa, motivo que dificulta su difusión por puntos de ventas más accesibles a los usuarios, quedando su comercialización relegada casi exclusivamente a mercados agrícolas y ferias gastronómicas. 

Y fue precisamente gracias a una de esas ferias, GranCanaria Me Gusta, evento al que fuimos invitados y del que ya les hablamos con anterioridad, que tuvimos la oportunidad de probar varios aceites canarios. En esta ocasión nos vamos a centrar en uno en concreto, en el ganador del primer premio en la Cata oficial del Cabildo de Gran Canaria. Se trata del Aceite de Oliva Virgen Extra de cosecha artesanal “Santa Lucia de Tirajana” que ha obtenido tal galardón por su sabor, aroma y calidad.



AOVE de cosecha artesanal "Santa Lucia de Tirajana"
 

Este AOVE se obtiene de olivos de la variedad verdial de Huévar, cosechados en la isla desde hace siglos. Si bien en Canarias no tenemos olivos autóctonos, dicha variedad se ha arraigado en nuestras tierras, hasta tal punto que el aceite obtenido aquí es totalmente distinto al que se podría obtener en otros lugares del país con la misma variedad de oliva. De hecho este tipo de olivos están casi defenestrados en la península debido a que el aceite que se obtiene es demasiado ácido. Sin embargo el aceite obtenido en el municipio de Santa Lucia de Tirajana cumple con los más estrictos requisitos de las catas internacionales, donde ha obtenido varios premios y menciones. La explicación de este fenómeno tan peculiar se encuentra en el clima y las condiciones especiales del suelo de las islas que otorgan a los olivos cualidades propias distintas a las de otras comunidades.

Durante nuestra visita a la feria asistimos a una cata de aceite en la que su ponente, Manuel Pérez Lorenzo (ingeniero agrónomo y Técnico del Ayuntamiento de Santa Lucia de Tirajana) nos mostró las diferencias entre un AOVE de baja calidad y un buen “virgen extra”. Por citar un ejemplo, si en una cata de aceite se puntuara en una escala del 1 al 10 sus cualidades, un aceite de oliva “corriente” (como podría ser el de algunas marcas blancas) obtendría una puntuación de 3, el AOVE “Santa Lucia de Tirajana” conseguiría una puntuación de 6 ó 6,5; teniendo en cuenta que el mejor aceite del mundo no supera una nota de 8 (al parecer los especialistas se reservan un par de puntos por si aparece algo espectacular).

En esta cata, además de conocer este aceite tan especial, aprendimos un montón de cosas y sobre todo derrumbamos muchos mitos. Por ejemplo, la relación entre el color del aceite y la calidad de la misma. Nosotros, imagino que como muchos otros, pensábamos que cuando más oscuro era el tono del aceite, mayor calidad, y no es así, el color solo viene determinado por la variedad de olivas del que se ha obtenido y del punto de maduración de las mismas. 

Otro error en el que habíamos caído es el creer que cuanto más fuerte es el sabor de un aceite mejor es, y tampoco es así. Un buen aceite se determina por tener un sabor equilibrado: acidez y amargor en parámetros similares.

Retomando lo que les contábamos antes de las dificultades de explotación del AOVE canario, nuestros aceites no pueden competir en cantidad con los aceites andaluces o extremeños. Nuestras extensiones de olivares son mucho más pequeñas y las condiciones climatológicas están dificultando aún más si cabe la cosecha. En lo que sí que pueden competir nuestros aceites es en calidad y en peculiaridad. Manuel Pérez define así este AOVE: “el producto final es un líquido suave, con frutado muy intenso y ligero amargor. Tiene sabor a tomate verde y a hierba fresca, con sabor y aroma característicos y que intensifica los sabores de los productos que acompaña”.

En cuanto al precio, una botella de un litro ronda los 10 euros. No diremos que es barato, no lo es, pero sí que nos parece un precio razonable cuando estás adquiriendo un producto artesanal y de alta calidad. Lo creímos en su día, cuando lo compramos, y lo reafirmamos ahora visto lo visto en el informe de la OCU. Si nos podemos permitir gastar algo de dinero en consumo, que mejor que invertir en la calidad de nuestra alimentación. Teniendo en cuenta que no vamos a usar este aceite para freír ni nada por el estilo (eso sería poco menos que un sacrilegio) sino que la vamos a utilizar para comer en crudo, la botella nos puede durar bastante tiempo.


Y no esperemos embalajes espectaculares ni etiquetas extravagantes o con diseños vanguardistas. Como hemos dicho se trata de un producto artesanal en el que prima la calidad del aceite, de ahí la sencillez y practicidad de su botella.



Así que si vienen a nuestra casa, prueban nuestra comida y les parece que está exquisita ya saben el porqué. Así nos las gastamos con el aceite y con todo lo relativo a nuestra alimentación y sobre todo la del bebé Tartufo.


*Nota: Recopilando información para esta entrada, hemos descubierto que hay un punto de venta fijo en el Mercado Central (concretamente en el Rincón del queso + delicatesen).




Fantasmas de avena, avellanas y chocolate blanco

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Buenas!

Los españoles somos muy extremistas, muy dejarnos llevar y muy de modas. Que se pone de moda lo japonés? Pues todos a colocar lámparas de papel en el salón. Que se pone de moda la agricultura ecológica? Pues todos a plantar berenjenas en el balcón? Que se pone de moda hacer pan en casa? Pues todos a criar bichitos en un botecito… Si es que somos así, y así nos ha pasado con Halloween.

Tengo recuerdos preciosos de como toda mi familia (hermanos, tíos, primos… algunos que desgraciadamente ya no están) nos reuníamos en torno a una mesa llena de comida celebrando lo que aquí llamamos “los finaos”. Comíamos frutos secos, sobre todo nueces, almendras y castañas, naranjas, kakis, chirimoyas… todo los productos de temporada que nos traía el otoño, y también queso, gofio y pan. Era una cena sencilla, sin más elaboración que la de asar unas castañas,  proveniente de las costumbres de nuestros abuelos, que comían eso porque no había otra cosa. Y nosotros lo disfrutábamos muchísimo.

Cuando terminábamos de cenar, nos sentábamos todos embobados delante del televisor y veíamos una tras otra mediocres películas de terror. Los pequeños asustados a la par de contentos porque era el único día en el que nos dejaban ver lo que hoy llamo “americanadas” que más que dar miedo dan sustos. Ya entonces, hace alrededor de 20 años, el espíritu maligno de Halloween nos estaba invadiendo.

Estos días he sufrido en silencio, reprimiendo mis pensamientos, con dudas… casi me hago el haraquiri. Resulta que amo mis tradiciones, las respeto y las rescato. Y digo que las rescato porque mi familia, no se sabe por qué, había dejado de celebrar “los finaos” y desde hace un par de años volvemos a hacerlo en casa. Pero existe una contradicción en mi comportamiento, y es que me encanta Halloween. Yo antes creía que las dos cosas eran compatibles: que podía colgar una guirnalda de calabaza para decorar la ventana de mi salón, mientras asaba castañas para la cena. Pero estos días he descubierto horrorizada que al parecer no, no se puede. Que o eres de Halloween o eres de todos los santos. O asas castañas o metes en el horno un bizcocho de calabaza. Y entonces, en qué punto me encuentro yo. Si en mi mesa cabe todo… qué pasa conmigo?

Ahora está muy de moda volver a “lo nuestro” y criticar las costumbres de los yanquis. Pero que yo sepa tenemos por costumbre comer hamburguesas, nos encantaría visitar New York, adoramos el cine de Hollywood y hasta colgamos cuadros con diversas vistas del Sky Center o del Puente de San Francisco en el salón. Que pasa? Unas valen y otras no? Unas son chics y otras no? Como nos encanta dejarnos llevar por la moda? Ahora nos tenemos que dejar llevar por el “españolismo” y huir cualquier incursión foránea como si de una invasión extraterrestre se tratara. 

Pues yo no. Yo pienso seguir en las mías. He disfrazado a mi hija de calabaza para ir al cole, he puesto una guirnalda de calabazas en la ventana de mi salón, tengo una bolsa enorme de chuches para repartir entre los enanos que me toquen esta noche el timbre, pienso ver pelis de terror hasta quedarme dormida (eso sí cuando termine “La Voz”)  y voy a cenar pizza… y eso es Halloween. Pero también tengo un bolsón enorme de castañas para asar, naranjas y plátanos, queso y gofio para comer, y voy a pasar el día en familia viendo pelis de miedo… y eso son “los finaos”. También vamos a comer estas galletas que hemos hecho.


Fantasmas de avena, avellanas y chocolate blanco

Por cierto, que algunos de los gastrotwitteros nos hemos decidido a dedicar este día a publicar recetas de miedito porque hoy es el #diadelterror en Twitter. Y especialmente para este día hemos hecho unas galletas algo diferentes: Fantasmas de avena, chocolate y avellanas.




Ahí va la receta!



 

Ingredientes:


Para las galletas:

200 gr de harina de trigo
130 gr de mantequilla fría
120 gr de azúcar moreno
100 gr avellanas tostadas
70 gr de avena en granos
Un sobre de bicarbonato sódico
1/2 cucharadita de canela
2 cucharadas de agua de azahar
Una pizca de sal
 



Para la decoración:

125 gr azúcar glass
120 gr de chocolate blanco
70 gr de mantequilla
2 cucharadas de leche
1/2 cucharada de extracto de azahar

25 gr de chocolate negro fondant y una nuez de mantequilla (para dibujar)









Elaboración:

Para empezar vamos a moler con la batidora la avena y las avellanas (este paso nos lo podemos ahorrar sin compramos ambas cosas ya trituradas).


 

















En un recipiente amplio mezclamos la avena y las avellanas con la harina, la canela y el azúcar (todos los ingredientes secos).




















Cortamos la mantequilla en dados y se la añadimos a los ingredientes secos, mezclando con las manos hasta que nos quede una masa parecida a arena mojada.


 

















Agregamos la esencia de azahar y volvemos a mezclar. Debe quedar una masa compacta, con la que podamos hacer dos bolas, si quedara demasiado seca podemos añadir un poco de agua poco a poco hasta que consigamos la consistencia deseada.




Tapamos el recipiente con un trapo o con papel film y guardamos en la nevera durante una hora.

Transcurrido ese tiempo precalentamos el horno a 150º centígrados, con calor arriba y abajo.

Sacamos una de las bolas de masa de la nevera (la otra la dejamos dentro del frigorífico para que la mantequilla no se atempere demasiado con el calor de la cocina).

Extendemos la masa sobre un papel de horno, ayudándonos con el rodillo (si es necesario y se pega demasiado podemos cubrirlo con un poco de harina). Con la ayuda de un cortapastas (en este caso hemos usado uno con forma de fantasma) vamos dando forma a las galletas y cuidando que estén algo separadas ya que crecerán un poquito en el horno. La masa sobrante volveremos a aplanarla para formar más galletas.

Introducimos la bandeja en el horno y cocinamos durante 25 minutos aproximadamente o hasta que los bordes de las galletas estén algo dorados y sacamos la siguiente bola de masa de la nevera.
Repetimos la operación anterior pero en este caso en vez de usar el cortapastas, hemos hecho bolitas de masa del tamaño de una nuez pequeña y luego las hemos aplastado con la palma de la mano. Después sólo tenemos que dar un poco de forma redondeada con los dedos y listas.

Retiramos la primera bandeja del horno e introducimos la siguiente. Dejamos reposar las galletas sin tocarlas durante 5 minutos y transcurrido ese tiempo las pasamos a una rejilla donde las dejaremos hasta que se enfríen por completo.






Horneamos la siguiente tanda de galletas y seguimos los mismos pasos que con la anterior.






Ahora vamos con el glaseado de chocolate blanco, hay que tener en cuenta que las galletas deben estar completamente frías, de hecho nosotros no les pusimos el baño de chocolate hasta el día siguiente.

Ponemos en un cazo el chocolate blanco, junto con la mantequilla, a fuego medio, sin dejar de remover y cuidando de que no se pegue.






Cuando se haya derretido agregamos la leche, el azúcar y el agua de azahar y removemos muy bien hasta que todos los ingredientes se hayan integrado.



 



















Ponemos las galletas sobre una rejilla (sobre una bandeja para que el excedente de chocolate caiga sobre ella y no se nos pringue todo) y le vamos poniendo un par de cucharadas de chocolate a cada galleta.






Introducimos la rejilla en la nevera para que el chocolate se endurezca bastante para poder hacer los dibujos.

Ponemos el chocolate negro y la nuez de mantequilla unos segundos en el micro y vamos sacando y removiendo hasta que esté completamente derretido.

Con la ayuda de un palillo vamos pintando las galletas con los motivos que se nos ocurran.






Espero que les gusten!







Conserva de atún casera o atún embotado

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Buenas!
Como ya saben el señor tartufo es donostiarra. Sus aitas (padres) viven allí  y tienen un pequeño barco  (una especie de chipironera) con la que suelen salir a pescar los fines de semana cuando el tiempo acompaña y las veces que la mar no está brava, que por aquellos lares suele ser las menos.
Por allí lo que básicamente se pesca son chipirones y bonito, según temporada lo que toque. Alguna cosilla más si hay suerte. Por ejemplo yo pesqué un verdel (lo que en Canarias llamamos caballa pero más grandito) y me llevé una cena buenísima con un pescado más fresco imposible y un cruel y diría que casi infantil remordimiento de conciencia para el resto de mi vida.
La primera vez que probé una conserva de bonito embotada en casa fue uno echo por mis suegros. A la hora de la cena, como aperitivo, acompañado sólo de unos granos de sal y un poco de pan. Vaya delicia, mejor que cualquier atún que haya comido jamás en ningún sitio. Mejor que esas conservas con botes de cristal por las que nos levantan un dineral en los supermercados. Entonces el señor Tartufo y yo dijimos, esto tenemos que hacerlo. Y lo hicimos!



Conserva de atún casera o atún embotado

Así que esperamos pacientemente a que el atún estuviera a buen precio, esperamos tanto (por no rácanos sino porque se nos pasó) que casi nos quedamos sin atún porque acababa la temporada.
Finalmente nos hicimos con un atún que pesaba aproximadamente 5 kilogramos, una pieza pequeña en comparación con los enormes atunes que nadan por el océano y que llegan a vivir 15 años. Este “pequeñajo” es de piscifactoría y aunque pueda parecer un sacrilegio, yo lo prefiero así porque de esta forma puedo dárselo con tranquilidad al bebé Tartufo ya que al ser piezas pequeñas, cuya alimentación está controlada, tenemos garantizado el que estén libres de metales pesados. Como sabrán los grandes túnidos acumulan metales pesados a lo largo de su vida (y de sus migraciones) por lo cual queda totalmente restringido su consumo para los niños menores de tres años.  Ya les hablamos más en profundidad sobre este tema en nuestra entrada de la receta de Albóndigas de atún con salsa de soja y jérez.



De este estupendo y fresquísimo atún, el señor Tartufo que vale para todo y también para limpiar y despiezar el pescado igual que el mejor pescadero, sacó los cuatro lomos, la cola y la ventresca (también llamada ventrecha). La cola fue lo que utilizamos para embotar (los lomos también valen), los lomos al congelador y la ventresca nos la comimos el mismo día con una receta deliciosa y muy sencilla (que ya les explicaremos).



Aún no podemos decirles que tal nos quedó el atún ya que hay que comerlo un mínimo de tres meses tras su embotado (y apenas ha pasado uno). Seguramente abriremos el primer bote para Navidad y ya les contaremos.
Por cierto que hacer conservas de pescado en casa requiere de mucha precaución. El pescado es un alimento que se contamina con mucha facilidad y a la mínima que al abrirlo no nos convenza el olor o el aspecto, vale más tirarlo y dejarnos de probaturas que cuanto menos nos provocarían una buena gastroenteritis.

*Nota: nosotros hemos usado un aceite de oliva virgen extra suave (de baja graduación). Un buen AOVE potenciará y mejorará el sabor del atún. Por el contrario el sabor de un aceite intenso puede solapar el sabor del pescado. Hay quien embota atún con aceite de girasol, también estará bueno pero como el aceite de oliva nada.
Ahí va la receta!




Ingredientes:

1,6 kg de atún con piel y espina (aproximadamente 1,5 kg ya limpio)
Aceite de oliva virgen extra (0.4º)
250 gr de sal









Elaboración:

Para empezar ponemos una olla con abundante agua al fuego. Cuando el agua haya hervido, añadimos la sal y metemos el atún con piel. Al meter el atún se romperá el hervor, esperaremos a que vuelva a hervir y, después de 5 minutos, apagamos el fuego. Dejamos reposar 10 minutos tapado. Es importante que el atún esté totalmente cubierto por agua.



Mientras vamos esterilizando los bores. Para ello los lavamos bien con agua y jabón y los ponemos en el horno boca abajo sobre una rejilla. Los pondremos aproximadamente 10 minutos a 140º centígrados (hasta que estén secos). Al sacarlos del horno tendremos que cuidar de no tocar los botes por dentro para que no se ensucien, podemos dejarlos en el horno hasta el momento de usarlos para asegurarnos de que estén totalmente esteriles. Las tapas las debemos esterilizar hirviéndolos durante 5 – 10 minutos en un cazo cubiertos de agua.



Una vez haya pasado el tiempo de reposo, trasladamos el atún a un recipiente con agua fría y hielo. Esto nos serivá para quitar la piel más facilmente y para blanquearlo.




Quitamos al atún toda la piel y las espinas.



Cuando esté totalmente limpio, vamos cortando el atún (cuidando de que no se rompa ya que nos interesa que esté lo más entero posible) y los vamos introduciendo en los botes, apretando para meter la mayor cantidad posible de atún.
A continuación vamos introduciendo aceite poco a poco, dando pequeños golpecitos para que se vaya metiendo por todos los recovecos y hasta cubrir el atún. 
Cerramos los botes y dejamos reposar sin moverlos durante aproximadamente 10 minutos para que el aceite vaya reposando e introduciéndose en todos los huecos. Si es necesario (que lo será) pondremos más aceite. 
Cuando estemos seguros de que ya no necesitará más aceite. Cerramos bien los botes y procedemos a envasarlos al vacío.
Ponemos una olla al fuego con agua hasta la mitad aproximadamente. Debemos meter los botes y que el agua no llegue a cubrirlos, es decir, con el agua hasta aproximadamente un dedo del borde superior del bote.
Lo dejamos hervir durante 30 minutos y retiramos del fuego.



Secamos los botes, los etiquetamos y los guardamos en un lugar fresco y seco, alejado de fuentes de calor y humedad.
Recuerden que para consumirlo deben haber pasado al menos 3 meses.

Que aproveche!

Ventresca al horno con tomate aliñado

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Buenas!

El lunes les traíamos nuestra receta de atún embotado, la cual ha tenido bastante éxito por cierto, si es que las cosas de toda la vida, las que se hacen en casita, son las mejores, sin ninguna duda. Hoy les vamos a dar una receta que ya les anticipamos el lunes.

Como ya les dijimos, el señor Tartufo despiezó nuestro atún y ese mismo día nos comimos la ventresca (o ventrecha). Aquí en las islas, eso de comer la ventresca nunca se ha estilado demasiado. Somos muy de cuatro cositas (buenísimas por cierto) pero de ahí no nos salimos demasiado. Y yo la verdad es que nunca la había probado, excepto en conserva.

Pero afortunadamente el señor Tartufo llegó a mi vida y, entre otras cosas, he probado muchos alimentos que antes no sabía ni que existían o que quizás no me habría atrevido a comer. Y eso que nunca he tenido prejuicios con la comida y no me ha dado “repelús” probar nada (yo lo pruebo y si no me gusta pues mala suerte). Pero es que seguramente ni se me habría presentado la oportunidad de probar según que cosas porque como ya he dicho, aquí tradicionalmente no somos de probar cosas nuevas. Eso sí, afortunadamente esa mentalidad está cambiando poco a poco.

Pues bien, como decía, hoy traemos una Ventresca al horno con tomate aliñado. Una receta muy sencilla y con muy poquitos ingredientes, basada en el género fresco, que hará las delicias de todos los amantes del pescado y, en especial, del atún.

Por cierto que para realizar esta receta nos hemos cogido un truquito del gran Martín Berasategui, que es hacer la reducción de un refrito tres veces (ya se lo explicamos con más detenimiento en la receta) y que nos parece una idea estupenda. De esto algo bueno tenía que salir fijo!

Qué aproveche!

 
Ventresca al horno con tomate aliñado




 
Ingredientes:

Una ventresca de atún
4 dientes de ajo
Un tomate
4 cucharadas de vinagre de sidra
Una cayena
Una rama de romero
Una rama de tomillo
Una pizca de orégano
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra molida
Sal








Elaboración:

Para empezar precalentamos el horno a 180º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central.

Mientras se calienta el horno, ponemos la ventresca en un recipiente apto para el horno forrado con papel de aluminio. Salamos y rociamos con un chorrito de aceite.


Lavamos el tomate y hacemos un corte en forma de cruz en la parte superior del mismo. Lo ponemos en un cazo con agua para escaldarlo y poder pelarlo con facilidad. No es necesario que lo cocinemos demasiado, sólo lo justo para pelarlo bien. Pueden saltarse este paso, se puede pelar sin cocerlo (o incluso no pelarlos si les gusta comerlo con piel).


Cuando el horno esté caliente, introducimos la ventresca que estará lista en aproximadamente 10 minutos.

Cortamos el tomate en dados y lo aliñamos con el romero, el tomillo y 2 de los ajos bien picaditos, un chorrito de aceite de oliva y el orégano y salpimentamos. Reservamos.


En un cazo ponemos el vinagre a hervir.


Los otros dos ajos los cortamos en lonchas y los salteamos en una sartén con un chorrito de aceite, junto con la cayena.


Cuando comience a dorarse se lo ponemos a la ventresca (que ya habremos retirado del horno) por encima y le añadimos el vinagre hervido.


Volcamos todo el jugo que ha soltado la ventresca, junto con el aceite y el vinagre en la sartén y lo reducimos. Cuando rompa a hervir volvemos a regar el atún con esta mezcla y repetimos esta misma operación de nuevo.




















Servimos el atún cubierto por la reducción de aceite y vinagre y unas cucharadas del tomate aliñado.




Listo para comer!


Amigo Invisible Gastronómico. Regalo recibido.

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Buenas!

Ya ha llegado nuestro regalo del Amigo Invisible Gastronómico! ¿Se acuerdan que hace un par de meses les contamos que este año íbamos a participar por primera vez en esta bonita iniciativa? Por si no lo recuerdan aquí tienen toda la información del AIG.

Nuestro amigo, en este caso amiga, a quien le ha tocado regalarnos es Carmen del blog Yerbabuena en mi cocina, el cual les recomendamos que visiten porque tiene recetas maravillosas y una estética y un buen gusto en la fotografía realmente admirables.

Y se hizo esperar, porque la pobre Carmen envió el paquete el día 29 de octubre y a nosotros no nos llegó hasta el 7 de noviembre. Tanto se desesperó la pobre mujer por no recibir noticias nuestras que me llamó por teléfono ese mismo día a ver si había llegado el paquete, preocupadísima la pobre. Y yo que no sabía nada, le dije que no, que había que ser pacientes porque los envíos desde y hacia Canarias son un mundo aparte, de repente tardas 4 días como que tardan 2 semanas. En este caso fueron 10 días, que no es poco… es demasiado!

Pues bien, cosas del destino, fue colgar el teléfono y me iba ya a la cama cuando me tocan en el timbre del portal, abro y baja las escaleras el señor cartero. Y le digo: oiga! pero que hace aquí a las 9 de la noche? todavía está trabajando usted a estas horas? Resultó que el pobre hombre se había perdido (cosas de vivir a las afueras) y además ayer estuvo todo el día lloviendo. Así que nada, haciendo horas extra para que pudiéramos recibir nuestro regalo.

Pero vamos con lo que importa, no? Con el regalo en sí!

Pues bien, para empezar Carmen nos escribió una carta contándonos un poco quien es y facilitándonos su número de teléfono. Así que yo no dudé en devolverle la llamada para tranquilizarla diciéndole que ya había llegado el paquete y agradeciéndole los regalos que, por supuesto, nos han encantado.

A continuación vimos un bote de nueces cantonesas que ella misma había preparado. Yo no tenía muy claro que eran (ya sabía que eran nueces pero no como estaban hechas) así que aproveché la llamada para preguntarle y muy amablemente me lo explicó. Igualmente espero que ponga la receta para poder hacerlas nosotros en casa, que esto de las conservas nos encanta y si son dulces pues mejor. Por cierto Carmen, que cuando hablamos te dije que aún no las había probado, pues ya las probamos y nos encantan, están buenísimas! Ahora hay que pensar a ver qué hacemos con ellas!


















Después vimos una caja monísima de Snoopy y cuando lo abrimos… tachán!!! Magdalenas, un montón de magdalenas! Con razón Carmen me dijo cuando me llamó esa misma noche que había algo que no iba a llegar en buen estado. Jo, unas magdalenas, 10 días después… pues no! Las magdalenas están buenísimas. El paso de los días no han hecho mella en su ternura, parece mentira, pero es cierto! Y tienen un delicioso sabor a naranja y azahar… Ya he visto que en su blog está la receta así que seguramente la haremos para comprobar lo buenas que deben estar recién hechas.



A continuación vimos una cajita redonda, muy bonita, y dentro descubrimos cuatro preciosos platos de cerámica para postres. En cuanto los vi me dije: aquí voy a presentar unos postres monísimos para el blog jejejeej.



















Y por último, pero no peor, otra cajita con un expósitos de pasteles, de esos que tienen dos pisos, a juego con los platos… vamos, una monada!!


















Estamos la mar de contentos de haber participado en el AIG y por supuesto volveremos a participar el año que viene.

Hemos recibido unos regalos maravillosos. Y hemos hecho otros regalos con mucha ilusión. Ojalá la persona a la que nos ha tocado regalarle disfrute tanto de sus regalos como lo hemos hecho nosotros con lo nuestros. Desde luego lo hemos hecho todo con muchísimo cariño e ilusión.

Además hemos conocido a Carmen, una mujer encantadora, y hemos visitado su blog, que nos ha encantado.

Conclusión: completamente satisfechos con nuestra participación en el AIG 2012 (a falta de que nuestra AIG reciba su regalo y le guste) y el año que viene más y mejor (si es que es posible).

Brownie choni

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Buenas!

Cuando hice mi primer brownie con una receta encontrada por internet, en algún blog que la verdad ya ni recuerdo, alucine! Bueno, alucinamos todos pensando que una cosa tan rica se podía salir de mi horno. Pensar que muchas veces había ido a restaurantes del rollo americano para poder comerme una porción minúscula de brownie, y después saber que es tan fácil de preparar en casa! 

Bien, cuando me entere que el monstruo de las galletas, también conocido como el amigo Pintxo, hacia un concurso de brownie, y autoproclamaba a los cuatro vientos que iba a regalarle un día a este maravilloso postre americano, pues como que dije, tengo que participar. No por los regalos, que mira tú, sino porque es otra nueva excusa para poder encender el horno y poner cantidades ingentes de mantequilla y chocolate a fundir, vamos, que a disfrutar!

Tenía pensado ser un purista y simplemente hacer el clásico, nueces, chocolate negro y demás… y también hacía tiempo que tenía ganas de hacer un rubio. Pues bueno, así nació este Brownie “choni”: un brownie rubio al que se le ven las raíces morenas. Y que además, en vez de llevar nueces lleva avellanas. Que empieza siendo un brownie rubio, pero termina siendo un brownie de chocolate clásico. Y por si esto fuera poco, para tener que pincharnos nuestra dosis de insulina pero ya, dentro tiene caramelos fudge de vainilla en la parte oscura y de chocolate en la parte rubia…

Soy tan cagaprisas que no he podido dejar que se enfríe, y ya puedo dar fe cual notario, de que esta increíble. Y es que a todo el mundo le recomiendo este ejercicio: que no dejen enfriar el brownie, que como sabe increíble este dulce es así, tibio, con su corazón caliente todavía y lo mas importante, fundente! Lo voy a dejar ya que me voy a comer un trozo, o es que soy el único que lo come a cualquier hora?

Bienvenido al #autoproclamadodiadelbrownie! Sírvete tu mismo!


Brownie choni


 *Nota: en principio esta receta se iba a llamar algo así como Brownie doble con avellanas y caramelos de vainilla y chocolate fudge... Pero al final nos ha gustamo más un nombre algo más corto, así que nos quedamos con el brownie choni. Y esto nos ha recordado la canción de una señorita rubia...






Ingredientes:




Para el brownie negro:


110 de azucar
125 de mantequilla
70 de chocolate negro 74%
60 de harina
2 huevos
40 de avellanas
50 gr de caramelos de vainilla fudge







Para el brownie rubio:


50 de mantequilla
100 de azúcar
1 huevo
Vainilla cuchara
150 de harina
50gr de chocolate blanco
40g de avellanas
50gr de caramelos de chocolate fudge









Elaboración:

Empezaremos por el brownie de chocolate negro.

Precalentamos el horno a 180º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central y encamisamos el molde que vamos a utilizar.

Ponemos la mantequilla junto con el chocolate a fundirse en el microondas, mezclamos todos bien.

















En otro bol batimos los huevos con el azúcar.

 






Agregamos la mezcla de chocolate y mantequilla y removemos de nuevo hasta que el chocolate se haya integrado completamente.


















Añadimos la harina tamizada y las avellanas ligeramente troceadas y mezclamos bien hasta conseguir una crema homogénea.

















Vertemos esta mezcla en el molde que teníamos previamente preparado.
Cortamos los caramelos por la mitad y los distribuimos por la masa.

Horneamos a 180º durante 6 minutos. Transcurrido ese tiempo, sacamos el brownie del horno. No está cocinado del todo aún así que  lo ponemos en el congelador para que endurezca un poco ya que éste nos servirá de base para el otro brownie.


Lo horneamos sólo unos minutos para que aguante el peso del brownie rubio que prondremos encima. Si lo cocináramos del todo ahora, luego quedaría seco al volverlo a hornear ya con el otro brownie encima.


Ahora vamos con el brownie rubio.
Ponemos la mantequilla junto con el chocolate a fundirse en el microondas, mezclamos todos bien.

















En otro bol batimos el huevo junto con el azúcar.


















Añadimos a los huevos la mezcla de chocolate y mantequilla, removemos bien.

Añadimos la harina tamizada y removemos de nuevo para que quede totalmente integrada. Comprobaremos que esta masa es más densa que la del brownie clásico.


Agregamos a la masa las avellanas que previamente debemos tener troceadas y mezclamos bien hasta conseguir una crema homogénea.

Sacamos el brownie negro del congelador y vertemos la mezcla del rubio encima del otro.


Cortamos los caramelos por la mitad y los distribuimos por la masa.

Introducimos el molde en el horno y cocinamos a 180º centígrados durante aproximadamente 20 minutos.

Es importante no dejar que se cocine del todo ya que el brownie se come poco hecho, si no se convertiría en un bizcocho.


A disfrutar del brownie “choni”!










Como refrescar la Masa madre

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Buenas!

Por petición popular, y también de motu propio, hoy seguimos con nuestros Consejos para hacer pan en casa, que tan bien vienen a los incipientes panarras que comienzan a proliferar por el mundo, cuales setas en otoño.

Como sabrán, hace unos meses les explicamos como hacer su propia Masa madreen casa y no morir en el intento. Orgullosos y con el pecho henchido como un pavo real, diremos que desde entonces nos han nacido, crecido y reproducido un montón de hijos adoptivos a modo de bichitos que se alimentan de harina y agua.

Si bien elaborar y utilizar nuestra Masa madrees muy sencillo, hay quien se lía un poco con el tema de su conservación, los refrescos, el tratamiento que hay que darle antes de elaborar el pan, etc. Por ello hemos creado este post en el que continua el cuaderno de bitácora “masamadretil” que iniciamos hace tiempo con su nacimiento. 

Para ponernos un poco en contexto, partimos de una Masa madreque ha estado guardada en la nevera durante un par de semanas y que ahora queremos hacer una puesta a punto para dejarla preparada para elaborar pan.

Como refrescar la Masa madre


En este punto hay tres cosas que conviene saber:

- Que si vamos a usar nuestra masa madre con frecuencia debemos alimentarla a diario, esto es, desechar tres o cuatro cucharadas de la masa (y con desechar quiero decir utilizar para hacer un pan, regalarle al vecino, deshidratarla o lo que se nos ocurra) y añadirle harina y agua. Una buena fórmula para no pasarnos ni quedarnos cortos es poner un 20 % más de harina que de agua, es decir, 80 gr de agua por cada 100 gr de harina.

- Que si no tenemos previsto utilizar nuestra Masa madredurante un tiempo, podemos guardarla tapada en la nevera, donde las bacterias lácticas se dormirán por el frío y puede permanecer almacenada durante meses sin ser alimentada. Digamos que los bichitos se quedan en estado de hibernación. 

- Que cuando tengamos previsto volver a hacer pan, debemos sacar la masa madre de la nevera al menos con dos días de antelación para dejarla lista para usar (refresco).
Muy bien, aclarado los métodos y maneras de conservación de la Masa Madreya podemos pasar a explicar como recuperarla después de haber pasado un tiempo en la nevera sin ser utilizada.





DÍA 1

Sacamos nuestra Masa madrede la nevera y comprobamos que lo que antes era un uno, ahora se convertido en una masa (con aspecto de cemento mojado) en el fondo del envase y una capa de agua de color oscura en la parte superior. Además si lo olemos, desprenderá un fuerte un olor a acetona.


Para empezar debemos quitar el agua de la superficie y a continuación cogemos 3 ó 4 cucharadas de masa del fondo del bote y las ponemos en otro recipiente, el resto de la mezcla lo desecharemos.


A continuación comenzaremos a alimentar de nuevo a la masa, para ello nos serviremos de la fórmula siguiente: 125 gr de harina de fuerza por cada 100 gr de agua.


Removemos bien hasta que toda la harina se haya disuelto y guardamos tapado con nuestro paño de panadero en un lugar fresco y seco (no en la nevera, por supuesto).





DÍA 2

Nuestra masa ya tiene el aspecto que tenía antes de que la metiéramos en la nevera pero probablemente todavía no olerá igual que antes.


Ahora desechamos únicamente 2 ó 3 cucharadas de masa y volvemos a alimentarla con harina y agua (con las mismas cantidades del día 1).


Removemos bien hasta que la harina se haya disuelto y guardamos tapado con nuestro paño de panadero.




DÍA 3

En teoría nuestra masa ya está lista para ser usada. No obstante, si notamos que aún huele demasiado fuerte a acetona o vemos con las bacterias están poco activas, podemos volver a refrescarla un día más y no usarla hasta el siguiente día.


También podemos “sobrealimentarla” un poco y agregarle más harina y agua (respetando siempre las proporciones indicadas), con el fin de hacer que nuestra masa crezca y tengamos suficiente cantidad para el pan que tengamos intención de hacer.


Si ya vamos a utilizar nuestra Masa madre, apartaremos la cantidad que necesitemos para el pan que queramos a hacer y el resto lo alimentaremos como siempre.


Una vez haya sido alimentada podemos volver a guardarla en la nevera si no tenemos la intención de usarla en algún tiempo o taparla con nuestro paño de panadero, guardarla en un lugar fresco y seco y hasta mañana, cuando podremos volver a usarla y deberemos volver a alimentarla.

Hay que tener en cuenta que las bacterias tardan un poquito en despertar y empezar a moverse, así que conviene esperar unas horas después de alimentarla y antes de usarla, con el fin de que esté en toda su “plenitud”. Todas las masas no tardan lo mismo, pues el trabajo de las bacterias depende de factores tales como la temperatura, la humedad, el tipo de harina, etc. Para ayudarnos en la tarea de “vigilar” nuestra masa, podemos hacer una marca en el lugar donde queda cuando la alimentamos y así ver cuando llega a su máximo apogeo.

Es importante saber que no todas las harinas necesitan la misma cantidad de agua, por lo tanto si vemos que la masa nos queda demasiado líquida o muy pastosa, deberemos jugar con las cantidades de harina y agua.

Un consejo, si quieren hacer algún pan más ácido y oscuro, pueden hacer el refresco sustituyendo la harina de fuerza de trigo, por harina de centeno, espelta, etc. Después de usarla podemos volver a alimentarla con harina de fuerza de trigo ya que de esta forma tendremos una Masa madreneutra y versatil que nos servirá para cualquier tipo de pan.

Y hasta aquí nuestro diario de Como refrescar la Masa madre. Esperamos que les haya parecido interesante y les sirva de ayuda. Y ya saben que si tienen alguna anotación o sugerencia no tienen más que decirlo.

Como hemos dicho en otras ocasiones, los Tartufo no somos panaderos pero sí grandes aficionados a comer y elaborar pan. Y estos consejos que les damos son fruto de la experiencia personal, de la lectura de buenos libros (como Hecho a mano de Dan Lepard del que les hemos hablado en infinidad de ocasiones), buceo en internet, documentales, etc. Y todo lo que sean aportaciones para que estos consejos mejoren o se completen con otros serán bien recibidos.

*Nota: Para saber toda la información relativa a la utilización y elaboración de la Masa madrepueden leer nuestra entrada en la que les explicamos todo eso y mucho más.











Pan blanco con Masa madre

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Buenas!
Tras un día de “huelga general” que ha transcurrido con mayor o menor éxito y con mayor o menor participación según el medio de comunicación que uno escoja para informarse, volvemos los Tartufo con un pan que tiene mucha miga (perdón por el chiste fácil).

Nunca he hecho huelga, siempre he sido uno de esos corderitos que un poco por miedo, un poco por vergüenza, siempre he acudido a mi puesto de trabajo los días en se convocaba huelga general.
Este año mi situación laboral tampoco me permitió hacer huelga, como no tengo trabajo, no tengo lugar al que no acudir. La falta de costumbre ha hecho que este día transcurra de forma extraña y que se conjuguen en mí un montón de pensamientos: cabreo, indignación, desesperación, impotencia… vamos, que exactamente igual que cuando estaba trabajando…

Sin embargo, el tener que quedarme en casa a ver la vida pasar (sin comentarios) ya que el bebé Tartufo sí que hizo huelga y no acudió a su puesto en la guardería, para que nadie osara a llamar a mi niña esquirol, me permitió hacer un seguimiento de la huelga a través de diversos medios de comunicación. Esto provocó en mi mayor indignación y desasosiego que esos días de “huelga general” en los que iba a trabajar.

En fin, con el deseo de que todo esto sirva de algo y que todo sea un poquito más justo y equitativo para todos, y con la austeridad que exige el momento, volvemos a lo nuestro que hoy por hoy es el pan.

Este es un pan sencillo, con muy pocos ingredientes, solamente necesitamos harina, agua, sal y grandes dosis de paciencia. Y es que es éste un pan sin nada de levadura, que gracias a nuestra Masa madre, va a levar lento pero seguro. Se trata de un pan blanco, la mejor alternativa para poder apreciar el sabor, aroma y textura que nos aporta el uso de nuestra Masa madre, en detrimento de la levadura.

Así que, una vez más, armémonos de paciencia y otorguemos a este pan lo que necesita: cariño y paciencia.


Pan blanco con Masa madre



*Nota: una vez más y como casi siempre, se trata de una receta extraída del libro Hecho a mano de Dan Lepard. 


Y ahora metamos las manos en la masa!




 
Ingredientes:

200 gr de Masa madre
300 ml de agua
500 gr de harina de fuerza
Una cucharadita y media de sal fina












Elaboración:

Para empezar ponemos en un recipiente grande la Masa madre junto con el agua. Removemos bien y agregamos la harina y la sal.

















Mezclamos todo hasta obtener una masa ligera y pegajosa, nos quitamos los restos de las manos y tapamos el bol con nuestro paño de panadero. Dejamos reposar 10 minutos.


Transcurrido ese tiempo, ponemos un poco de aceite en la mesa de trabajo y amasamos la mezcla durante 10 – 15 segundos. Lavamos el recipiente, lo untamos con aceite y volvemos a depositar la masa dentro en forma de bola. Tapamos y dejamos reposar otros 10 minutos.


















Repetimos la operación (10 – 15 segundos de amasado y 10 minutos de reposo) un par de veces más. Tras el último amasado dejamos que la masa repose durante media hora.


Transcurridos los 30 minutos, amasamos de nuevo y dejamos reposar, esta vez durante una hora. Repetiremos el amasado y volveremos a dejar reposar otra hora más.


Transcurrida esa hora, volvemos a amasar y dejamos reposar durante dos horas.


Pasado ese tiempo, dividimos la masa en dos, obteniendo dos piezas de aproximadamente medio kg cada una, en forma de bola. Dejamos reposar 15 minutos sobre la mesa, tapadas con nuestro paño de panadero.
Enharinamos la mesa y damos forma a las bolas de pan.


Disponemos dos recipientes y los cubrimos con un paño que debemos enharinar. Ponemos una bola dentro de cada uno de ellos, dejando los pliegues hacia arriba. Los tapamos con nuestro paño de panadero (que también debemos enharinar) y los dejamos reposar hasta que haya doblado la mitad de su volumen, lo que supondrá aproximadamente 4 – 5 horas más.

 
















Transcurrido ese tiempo, precalentamos el horno a 220º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central.

Enharinamos la bandeja del horno y volcamos una de las bolas en ella, dejando esta vez el pliegue hacia abajo. Hacemos un corte transveral en la parte superior del pan con un cuchillo de sierra.


Vaporizamos con agua y horneamos durante aproximadamente 50 – 60 minutos o hasta que esté bastante dorado.


Sacamos el pan del horno y procedemos a hornear la otra pieza de la misma forma.

Dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté completamente frío.



A disfrutar del buen pan!




Recuerden que si lo necesitan, pueden echar un vistazo a nuestros Consejos para hacer pan en casa.



Tarta de chocolate (con masa quebrada)

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Buenas!

Hoy nos hemos quedado sin televisión. No es que se nos haya roto el aparato (noooo, solo pensarlo y me da algo) sino que no se ve. Esta tarde han estado de obras de electricidad en mi bloque y yo creo que se deben haber equivocado de botón o de cable. O quizá sea la lluvia que ha hecho estragos en la antena que debe de estar flipando con ver tanta agua… no llovía dos días seguidos aquí desde Dios sabe cuándo.
Así que según me recomendaron algunos compis de Twitter, me he puesto a ver la televisión en internet y la verdad es que va bastante bien. Así ahorro luz, total el ordenador siempre está encendido! 

Pues lo dicho, me he puesto la tele en internet a modo de radio (la oigo pero no la veo) y he aprovechado para intentar poner algo de orden en el extenso archivo de recetas que los Tartufo estamos acumulando y la verdad es que he re – descubierto grandes tesoros (algunos que debemos repetir porque están deliciosos) y otros que aún no han tenido la oportunidad de ver la luz. Como pasa con la receta de Tarta de chocolate (con masa quebrada) de hoy.

Esta tarta hace bastante tiempo que la hicimos, digamos que la teníamos guardada en el cajón desastre y ordenando un poco nuestras recetas la encontramos… pobre, nos habíamos olvidado de ella.

Se trata de una tarta muy sencilla, ideal para preparar un domingo para la merienda o como postre para una fiesta con amigos. Combina perfectamente dos elementos muy versátiles: una pasta quebrada (que igual puede ser dulce que salada y que va bien casi con cualquier cosa) y una crema de chocolate (que se puede comer sola o acompañada de cualquier masa, como por ejemplo hojaldre, un bizcocho o pasta quebrada como en este caso).

Es uno de esos postres que no son demasiado dulces pero que por “chocolateado” cumple los requisitos necesarios para gustar a propios y extraños.


Tarta de chocolate (con masa quebrada)




Anímense a probarla!




Ingredientes:

375 ml de leche entera
150 gr de azúcar
100 gr de harina
80 gr de cacao en polvo
2 yemas de huevo
Una cucharada de mantequilla
Una cucharada de esencia de vainilla









Elaboración:


Esta receta parte de una masa quebrada ya preparada. Para ello utilizamos la misma receta que para nuestro Pastel vasco.
Precalentamos el horno a 180º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central.
Enharinamos la mesa y el rodillo y estiramos la masa cuidando que no se rompa, dejándola aproximadamente del tamaño del molde que vayamos a utilizar.


Encamisamos el molde y ponemos la masa en él, ajustando bien la masa a los bordes del mismo.

Pinchamos la masa con un tenedor por toda la superficie de la misma. Estos agujeros nos servirán para que la masa no se infle cuando la horneemos.

Horneamos la masa durante 15 minutos aproximadamente o hasta que comience a estar ligeramente dorado.
Ahora vamos con la crema de chocolate. Para ello mezclamos la harina, el cacao y el azúcar.
A continuación añadimos la leche y las yemas de huevo y removemos todo de nuevo hasta obtener una crema suave.


Ponemos un cazo con agua y, sobre este, ponemos el recipiente con la crema de chocolate al baño maría.
Dejamos la crema al fuego durante 10 – 12 minutos, hasta que espese, sin dejar de remover porque se pega con mucha facilidad.


Cuando haya espesado, retiramos la crema del fuego y le añadimos la mantequilla y la esencia de vainilla. Removemos bien hasta que la mantequilla se haya integrado por completo.

Vertemos la crema de chocolate sobre la masa e introducimos la tarta en el horno.
Cocinamos durante otros 15 minutos o hasta que al pinchar con una puntilla en la crema de chocolate, ésta salga limpia.
Retiramos la tarta del horno y la dejamos reposar 5 minutos sin desmoldar. Pasado ese tiempo, desmoldamos con cuidado de quemarnos y dejamos reposar la tarta sobre una rejilla.



Lista para disfrutar!





Bizcocho de kaki (sin huevo)

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Buenas!

Ya estamos otra vez a vueltas con el reto mensual del Foro Mundorecetas del que ya les hable en la receta de Setas salteadas con chorizo.

Este mes nos propusimos hacer recetas aprovechando los frutos y frutas de temporada: nueces, castañas o kaki, o todos ellos a la vez. La verdad es que decidirse por uno sólo de estos maravillosos productos es bastante complicado.

Hacia tiempo que le estaba dando vueltas a la idea de hacer algún bizcocho con kakis, aprovechando que están de temporada y además bastante bien de precio. Al final me vi un poco obligada a hacerlo porque me quedé con los kakis, compuesta y sin comensales.

Me explico, el señor Tartufo es un poco reacio a hacer postres con frutas, en realidad es algo reacio a la fruta en general. Sin embargo, al bebé Tartufo y a mi nos encantan y además voy aprovechando las frutas que van saliendo con cada temporada para ir dándoselas a probar a la peque.

Pues eso que tocó kaki, me dirigí al super y me traje 3 (uno para cada uno). A mi me canta, me los como en un suspiro, me parece que tienen el punto justo de dulzor para aplacar ese áspero que deja en la boca tras cada bocado. Además es una fruta cargada de minerales (potasio, hierro, magnesio, fósforo, calcio y sodio), vitaminas A y C. Pero el señor Tartufo se negó a comerlo y el bebé Tartufo sí que lo probó pero lo escupió con la misma. Yo me comí el mío y si los cálculos no me fallan, me sobraban otros dos… pues eso, bizcocho al canto!

Y además me dije: puestos a inventar un bizcocho, vamos a elaborarlo sin huevo y así puede comerlo mucha más gente.

Así fue como creamos este Bizcocho de kaki (sin huevo) para el “reto mensual” y para “obligar” a mi esposo y mi niña a comerse lo kakis. ¡Y bien que se los comieron!

Bizcocho de kaki (sin huevo)

Y de regalo este corto que nos encanta... alguna vez todos nos hemos visto como el pobre Donald perdidos con una receta complicada :) Atención al ritual para cascar los huevos!!





Ingredientes:

2 kakis
400 gr de harina
250 ml de nata (35 % de materia grasa)
200 gr de azúcar
125 gr de mantequilla
Un sobre de levadura química
Una cucharada de canela en polvo










Elaboración:

Para empezar, como siempre que hacemos un bizcocho, precalentamos el horno a 180º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central.

Pelamos los kakis y los escachamos con la ayuda de un tenedor para que se noten los trocitos en el bizcocho. Si preferimos que no se noten los pedazos de kaki, podemos triturarlos con la batidora.


Derretimos la mantequilla introduciéndola unos segundos en el microondas y se la añadimos al kaki. Removemos bien hasta que se haya integrado por completo.


A continuación agregamos el azúcar y volvemos a remover, procurando que el azúcar se disuelva por completo.


Añadimos la nata y volvemos a remover hasta que se integre con el resto de los ingredientes.


Tamizamos la harina, junto con la levadura y la canela y la vamos incorporando a nuestra mezcla. Removiendo poco a poco hasta obtener una mezcla homogénea.


Introducimos la mezcla en el molde. En esta ocasión nosotros usamos unos moldes de cartón, similares a las cánulas de las magdalenas pero más resistentes (de cartón duro).


Introducimos los moldes en el horno y cocinamos durante aproximadamente 50 minutos o hasta que quede dorado. Podemos hacer la prueba del palillito para comprobar si está totalmente cocinado.

A disfrutar!

















Atún encebollado (Cocineros sin estrella)

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Buenas!

No se si todos verían el nuevo programa, Cocineros sin estrella,  de José Ribagorda que Telecinco ha estrenado el pasado domingo a medio día. Pero espero que sí porque es de esos que desgraciadamente escasean en la parrilla televisiva, de cocina, de cocineros, de comida y de gente corriente y, no solo de recetas tipo “fórmula matemática”… de esos sí que hay muchos. Sinceramente nos ha encantado.
Para ponerles un poco en antecedentes, este programa recuerda un poco a Un país para comérselo de Televisión Española. Es decir, que es un formato de éxito asegurado.

Este primer programa fue rodado en Cádiz y su Cocinero sin estrella fue Pepe Melero, cocinero del restaurante “El Campero” de Barbate. Aquí tiene el enlace a la web de Cocineros sin estrelladonde pueden ver el programa.

En el episodio Ribagorda nos mostró como se pesca tradicional del atún mediante el método de la almadraba, como se trocea (ronqueo) las enormes piezas que después se ultra congelan, el mercado de abastos donde más cantidad de atún fresco se comercializa de todo el país y además uno de los restaurantes más importantes de Barbate, conocido como “el templo del atún”.

De las recetas que Pepe Melero compartió, nos hemos quedado con la del atún encebollado. Ya saben que somos amantes del atún y que normalmente tenemos un pedazo o dos en el congelador. Así que nos hemos decidido a homenajear a nuestra manera a este programa, Cocineros sin estrella, al cual le auguramos y deseamos el mayor de los éxitos.

Por cierto, que ya ha salido a la venta el libro del programa. No sería mal regalo para esta Navidad.

Atún encebollado (Cocineros sin estrella)





Ingredientes: para 2 personas

300 gr aproximadamente de atún fresco
Aceite de oliva virgen extra
100 ml de vinagre
Una cebolla grande
3 dientes de ajo
3 hojas de laurel
Un vaso de caldo de pescado
Una cucharadita de orégano
Una cucharadita de pimentón dulce
Media cucharadita de pimienta negra molida
Sal





Elaboración:

Para empezar pelamos y troceamos la cebolla en juliana y el ajo en rodajas.
Ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite de oliva y en ella ponemos a pochar la cebolla primero y después el ajo.

Pasados unos minutos añadimos el orégano, la pimienta y el laurel y pochamos durante aproximadamente 10 minutos más.

Mientras troceamos el atún en tacos medianos.

Añadimos el pimentón al guiso y removemos bien, podemos apartar un poco del fuego para que no se queme.

















Agregamos el caldo de pescado y volvemos a remover.


Introducimos los tacos de atún en el guiso y removemos. Por último rociamos con el vinagre y dejamos al fuego unos 4 – 5 minutos más. Rectificamos de sal.
Retiramos del fuego, dejamos reposar un par de minutos y servimos.



Esperamos que les guste!



Tarta de queso (El vasco que no comía demasiado)

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Buenas!

Hoy vamos a iniciar, o al menos lo vamos a intentar (ya les explicaré más adelante) una nueva sección: books + food. Y nos estrenamos hoy con un libro que le regalé al señor Tartufo las navidades pasadas: El vasco que no comía demasiado (que no es el caso).

Quien conozca bien al señor Tartufo sabe que regalarle un libro es algo complicado. Vayamos por partes, al señor Tartufo le encantan los libros, pero no todos pasan su corte. Le maravillan los libros de gastronomías (los temáticos y los de “alta cocina”), le gustan también los libros de cine o los de música. Le gustan los libros enormes, con buenas fotografías y mejores recetas. Y si se trata de intentar leer, le gustan los libros de Stephen King, los de Ken Follet y la famosa trilogía de J. R. Tolkien. 

Sin embargo es incapaz de leer un libro de principio a fin. Es capaz de coger un libro enorme, leerlo hasta la mitad y quedarse para siempre sin saber el final o esperando a que alguien se lo cuente o, en el peor de los casos, ver la adaptación de turno en forma de película o serie de televisión y acabar así para siempre con toda la magia.

Con semejante panorama, más de uno se preguntará cómo se me ocurre seguir regalándole libros al señor Tartufo. Pues bien, no pierdo la fe. Yo se que finalmente se leerá un libro entero. Mi madre lo logró con mi padre, que a sus 49 años, no hace demasiado que leyó voluntariamente el primer o segundo libro completo de su vida. Solo es cuestión de insistir y de encontrar algo que le enganche de verdad.

Hasta entonces, y un poco a su costa, me voy haciendo con un arsenal de libros que acabo leyendo yo. Además, mientras leo estos libros que compro para él, le voy resumiendo lo que leo cada día. Poniendo todo el entusiasmo en lo interesante, divertido o intrigante que me parece el libro en cuestión y haciendo hincapié en lo maravilloso del mundo de la lectura y lo que se pierde por su falta de constancia. Todo se andará!

Compré este libro al poco de salir a la venta. Mi madre, gran amante de la lectura, había leído una crítica y me lo había recomendado. Vale, que vamos a lo fácil: una novela de un escritor vasco, ambienta en la gastronomía en el País vasco… blanco y en botella… un regalo ideal para un cocinero vasco.

Pues bien, con este libro en cuestión me pasó como con el resto, y acabé leyéndolo yo. He de confesar que desde que nació Lucia tuve que abandonar mi afición por la lectura. Me resultaba incompatible cuidar de mi hija y leer. A decir verdad, el señor Tartufo había comenzado a leer Los pilares de la tierra, cuando me quedé embarazada, y leíamos juntos en la cama cual pareja bohemia, pero cuando nació la enana todo eso se acabó.

Soy de esas personas acostumbradas a leer de noche pero cuando la niña se dormía, yo caía detrás agotada. Afortunadamente he podido retomar este vicio tan sano, porque la niña ya es mayor y porque algo bueno debe tener estar en el paro y tener más tiempo.

Después de tanta introducción, vamos con una pequeña y siempre respetuosa, aunque poco profesional (ya que probablemente se parecerá más de la cuenta a las fichas bibliográficas que hacía en mis años de instituto y universidad), crítica del libro. 



TEROL GOICOECHEA, ÓSCAR, EL VASCO QUE NO COMÍA DEMASIADO, Madrid, noviembre de 2011.

Carlos Zabala es un treintañero donostiarra acostumbrado a comer demasiado bien para el año en el que vive: 2049. Los chinos han “invadido” la gastronomía y la comida, tal y como la conocemos hoy, queda relegada a unos pocos valientes, vascos en su mayoría, que luchan y se defienden contra tal ocupación.
La familia Zabala regenta uno de los pocos restaurantes que quedan que no son propiedad de los asiáticos. Su futuro depende de la perpetuación de la receta que los ha hecho famosos: la TARTA DE QUESO de la abuela. Pero la señora se niega a compartir su legado con su familia.

En la búsqueda de tan ansiada receta, Carlos se verá inmerso en una vorágine de acontecimientos que cambiarán su vida y su persona y que le harán replantearse el arte de cocinar.

Oscar Terol, escritor y guionista, además de novelista. Refleja en sus obras la personalidad del hombre y mujer vascos sin tener el más mínimo cuidado de caer en clichés (nótese que lo digo como un alago). Obsesionado quizás con su condición de habitante de dicho lugar, la totalidad de sus libros (al menos hasta donde alcanzan mis conocimientos) rondan en torno a la personalidad y costumbres de los vascos.

Y ahora vamos con un análisis un poco más personal. Para una mujer como yo, que vive con un hombre vasco que además es cocinero (y esto me suena a redundancia), leer este libro es lanzar una carcajada o asentir con la cabeza aproximadamente cada 10 minutos.
Una novela cargada de humor e ironía, cuyo estilo me ha recordado muchísimo al de mi autor favorito (Eduardo Mendoza) y que me ha encantado leer. Me voy a permitir “rescatar” algunos párrafos del libro que, desde mi punto de vista, son dignos de mención.

                “La degustación póstuma fue un ritual de sabor agridulce, como si fuera el beso de despedida de una relación sentimental (…) Había comido miles de veces aquella tarta, pero justo en ese momento descubrí que era lo que representaba para mí aquel manjar: era como comerse una teta llena de leche con azúcar ante la mirada sonriente de la madre.”

                “… la cocina es un grado, un gramo y un segundo”

                “Hay un recuerdo que me viene una y otra vez a la cabeza: es la imagen de mi madre mirando desde detrás del cristal de la puerta de la cocina para ver qué efecto provocaba su tarta de queso en los clientes. Cuando ella veía que cerraban los ojos y olvidaban la conversación, sonreía y seguía con sus quehaceres. Me ha costado una vida entera y parte de las vidas de mi seres queridos valorar ese detalle”.


Leer este libro me ha hecho reafirmarme en mi opinión de que no es buen cocinero el que sabe seguir una receta al pie de la letra cual fórmula matemática. La cocina es algo más, es un don y es amor, amor a lo que haces y para quién lo haces. Y deseo, deseo por hacer lo que te gusta y hacerlo bien. Y que a aquel al quien le sirva de alimento, reciba la pasión que uno a puesto en elaborarlo.

Sobre la receta de la tarta de queso de la abuela, no hay demasiada información. De la lectura del libro se deduce que lleva harina, mantequilla, nata, azúcar y queso. Y que cuando sale del horno es como si se apareciera un ángel caído del cielo… sublime. Además al final del libro, Terol nos muestra una receta de tarta de queso (con base de galleta y relleno tipo mousse) que seguro que está buenísima pero que no es la de la abuela… a mi no me engaña.

Así que nos hemos puesto a pensar y esto es lo que nos ha salido: una base de galleta y una mousse de queso, y todo junto al horno. No se si sería así la tarta de la abuela de Carlos pero desde luego para nosotros comerla ha sido como beber de la teta de una madre.


Tarta de queso (El vasco que no comía demasiado)




Ingredientes:

1/2 kg de queso crema
250 gr de nata
4 huevos
200 gr de galletas María
100 gr de mantequilla en pomada
200 gr de azúcar
1/2 sobre de levadura química
20 gr de harina


Elaboración:

Precalentamos el horno a 200º centígrados, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central.

Comenzamos haciendo la base de la tarta. Para ello trituramos las galletas y las mezclamos con la mantequilla hasta obtener una masa grumosa (parecida a la arena gruesa mojada).

Encamisamos el molde que vayamos a utilizar. Nosotros usamos un molde redondo desmontable de 24 cm de diámetro y de suelo bajo (2 cm). 

Repartimos la masa de galletas por el suelo del molde y por los bordes, cuidando que quede repartida uniformemente y reservamos.

Ahora vamos con la mousse de queso. Para ello cascamos los huevos y los ponemos en un recipiente junto con el azúcar. Batimos con la varilla hasta que esté espumoso.

Añadimos el queso y volvemos a remover hasta que esté integrado. A continuación agregamos la nata y volvemos a remover.

Por último incorporamos la harina mezclada con la levadura y removemos hasta que se haya integrado por completo.

Vertemos la mezcla sobre la base de la tarta, cuidando que se reparta uniformemente y que quede por debajo del borde.

Introducimos la tarta en el horno y cocinamos hasta que la superficie quede dorada (aproximadamente 15 ó 20 minutos).

Sacamos del horno y dejamos reposar unos minutos sin desmoldar.

Esta tarta de queso se puede comer tibia o fría (de la nevera).

Qué aproveche!








*Nota: a nosotros nos sobró mousse de queso y la aprovechamos poniéndola en otro molde (también encamisado pero sin base de galleta) y los horneamos juntos. El resultado fue una especie de flan de queso que también estaba delicioso.

*Nota: por razones téctinas, totalmente ajenas a nuestra voluntad, esta receta no incluye las fotos del paso a paso.



Kitchenaid Artisan, todo lo que querias saber

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Buenas!

Hacía un par de años que estaba detrás del mundialmente conocido robot de cocina Kitchenaid. Y desde hace unos días, por fin, la tengo en casa. Ha sido uno de los regalos de mi cumpleaños. Sí, estas son las cosas que le regalan a un cocinero. A otros hombres les regalan perfumes o corbatas y a mi una Kitchenaid Artisan (en adelante KA).


Kitchenaid Artisan

Desde que puse en Instagram la primera foto de mi KA en funcionamiento, me han llovido mogollón de preguntas acerca de ella. Es por eso que se nos ha ocurrido la idea de “presentarla en sociedad” cual hija adolescente a modo de tratado sobre sus características y usos. Esperamos que les sirva de utilidad y les parezca interesante.

Lo primero que llama la atención de la KA cuando la intentas (con mucho esfuerzo) sacar de su caja, es lo pesada que es. No en vano, esta fabricada totalmente en metal lo que la convierte en un electrodoméstico robusto, muy estable y que da la sensación de ser de esos que duran para toda la vida (ojalá así sea).

Además, será porque nos tiene enamorados, pero nos parece que su apariencia vintage es espectacular y, gracias a su amplia gama de colores (24 colores distintos) hace que pueda encajar en el estilo de cualquier cocina. La nuestra es roja (rojo imperial), lo que le da un punto pin up a nuestra encimera que nos encanta.
Y es que esto es algo más que un robot de cocina común. Podríamos decir que es la Harley Davidson de los pequeños electrodomésticos. 90 años fabricando la KA prácticamente de la misma forma y con un diseño muy similar. Esto nos da una idea de la fiabilidad de este robot, que ha estado presente en la mayoría de las cocinas de las amas de casa estadounidenses desde hace casi un siglo (y ahora va y la rompemos en un mes jajajaj).
Con esta máquina no solo podemos montar claras de huevo, amasar o remover. Dispone de gran cantidad de accesorios que la convierten en el que, a nuestro juicio, es el robot de cocina más versátil de cuantos hay en el mercado. Eso sí, hay que dejar claro que este no es un electrodoméstico barato, ni mucho menos sus accesorios. Si bien en EEUU se pueden comprar a muy buen precio, en el cambio al euro salimos perdiendo claramente ya que su costo se dispara.

Si tienen la tentación de comprarla en USA, perfecto, pero cuidado porque los voltajes en América y Europa son distintos y nos podemos plantar en casa con un maquinón que no vamos a poder utilizar, a no ser que nos hagamos con un adaptador de voltaje (los cuales también tienen un precio elevado). En cualquier caso, si compramos el robot por Internet, cuidado no nos vayamos a llevar sorpresas con los gastos de envío ya que, al ser una máquina muy pesada, podrían dispararse. 

La Kitchenaid Artisan en España ronda los 500 euros, euro arriba, euro abajo. Aquí en Canarias es difícil encontrarla, de echo aquí en Gran Canaria sólo la hemos encontrado en dos tiendas, con lo cual es bastante complicado comparar precios. Además, solo la venden por encargo con lo que todavía se complica más su compra.

Algo que no queremos dejar  de mencionar es que en ocasiones hemos leído en internet la siguiente pregunta: ¿qué me compro: una thermomix o una kitchenaid? Pues quizás las dos, o una, o ninguna. Porque elegir entre las dos, más que cuestión de gustos, es de economía (ya que se trata de dos máquinas bastante caras) y de espacio (porque hay que tener una buena cocina para meter dos electrodomésticos de este tipo).
En ningún caso hablamos de dos robots de cocina iguales. Una kitcheniad no realiza las funciones de una thermomix y viceversa. Los accesorios de la thermomix, si bien nos permiten hacer pan, no son los más recomendables ya que las cuchillas de esta máquina rasgan y rompen la masa. Y, por supuesto, la kitchenaid no cocina, como si hace la thermomix. Para gustos colores y para jardines flores. Nosotros por lo pronto, nos quedamos con la kitchenaid.


A continuación explicaremos como es y como funciona la Kitchenair Artisan y sus accesorios. Una especie de ficha técnica del robot. Vamos al grano!





ROBOT MIXER ARTISAN






Características técnicas (las que nos resultan más relevantes):

  •  Potencia: 300 w
  • Peso aproximado: 12 kg
  • Capacidad máxima: 1.2 kg

Como ya hemos comentado, es un robot robusto (12 kg nada menos) y con bastante potencia (de los más rápidos del mercado). Su gran capacidad nos permite manipular grandes masas o cantidades de líquido sin problemas.




Accesorios de serie:

  • Bol de acero inoxidable con mango ergonómico con 4,83 litros de capacidad

  • Tapa vertedor de plástico para el bol 
  • Batidor plano (lo que llamamos la K)


  • Batidor de varillas
  • Gancho amasador 

  • Recetario
 


Con dichos accesorios ya tienes todo lo que necesitan para hacer desde nata montada hasta pan, pasando por galletas o un “simple” bizcocho.

El bol tiene bastante capacidad, para lo que solemos cocinar en casa es más que suficiente. Además, al ser de acero inoxidable nos garantizamos su resistencia y durabilidad. Se limpia muy bien con un poco de jabón y un estropajo (nosotros usamos la parte de la esponja para que no se raye).

La tapa es el accesorio al que menos utilidad le hemos encontrado hasta ahora, ya que la máquina apenas salpica cuando está funcionando y no es necesario taparla. Por otro lado lo encontramos un poco frágil, es de plástico y no parece muy resistente. Pero seguro que al final le sacamos utilidad, que si viene será por algo jejeje. Se trata de una tapa de plástico que encaja perfectamente en el bol, con un agujerito por el que pasa el accesorio que permite que la máquina esté en funcionamiento con lo que estemos usando (batidores o gancho) y que además dispone de un orificio que nos permite verter los ingredientes en el bol sin necesidad de destaparlo.

El batidor plano (la K) es con toda seguridad el accesorio que más utilidades o usos tiene. Nos sirve para mezclar y remover masas blandas y cremas. Es decir, masas para galletas, bizcochos, magdalenas, tartas, frosting, carne picada, salsas, purés, etc. Para casi cualquier ingrediente que necesitemos remover, mezclar o incorporar a una masa.

El batidor de varillas es el más sencillo de todos. Funciona como una varilla manual pero al trabajar a mayor velocidad, incorpora muchísimo más aire a la masa, con lo cual conseguimos montar y emulsionar rápidamente y además otorga mucha consistencia a las mezclas. Por supuesto sirve para montar nata o claras (para hacer merengues), pero también lo podemos utilizar para emulsionar salsas (tipo mayonesa) o incorporar aire a masas de bizcocho y así conseguir mayor esponjosidad.

El gancho amasador sirve para mezclar y amasar (como su propio nombre indica) masas de pan o pizza, y en general para cualquier masa que sea demasiado densa para trabajarla con el batidor plano.

El recetario no te viene en la caja cuando compras la máquina pero, sólo con rellenar con tus datos personales una ficha que viene en el libro de garantía y enviarlos a Kitchenaid Europe (Bélgica), nos envían el recetario gratuitamente en un par de semanas y de paso sellamos la garantía.



Accesorios opcionales:

  • Abridor de latas

  • Picadora de alimentos 

  • Funda

  • Juego de rodillos para laminar y cortar pasta (espagueti, lasaña y tagliateli)

  • Colador de frutas y verduras

  • Exprimidor de cítricos
  • Embutidora de carne


  • Cortador / rebanador de verduras

  • Accesorio pasta corta (spaguetti, bucatini, rigatoni, fusili, penne y macarrones pequeños)
  • Bol de cristal de 4,83 litros de capacidad (medidor)
  • Accesorio raviolis

  • Molinillo de cereales

  • Bandeja de alimentos

  • Accesorio heladería



Por ahora, el único accesorio que hemos utilizado es el helador y la verdad es que nos ha encantado. Hace tiempo habíamos leído que el accesorio de heladería de kitchenaid era el más rápido entre los robots no profesionales. Y ciertamente lo hemos comprobado. Sólo lo hemos utilizado una vez hasta ahora pero el resultado fue espectacular. No tardó más de 15 minutos en mantecar el helado y además quedó super cremoso, una maravilla! 

En conclusión podemos decir que no es una máquina necesaria para vivir. Sin embargo sí que es un electrodoméstico muy útil, que facilita y agiliza el trabajo en la cocina y que, si le das uso, vas a amortizar su, en principio elevado, precio en seguida. Puesto a gastarnos el dinero en un robot de cocina, nos hacemos con el mejor.

Eso sí, hay que pensárselo muy bien antes de comprarlo y tener claro qué es y para qué se usa y, sobre todo, para qué no. Y si la vamos a utilizar lo suficiente como para que el desembolso económico valga la pena.

En nuestro caso, estamos contentísimos con la KA y le damos bastante uso. Sin dudarlo ha sido nuestra mejor adquisición para la cocina hasta el momento.

Por cierto, que todas las fotos tan profesionales que hemos puesto en esta entrada las hemos sacado de la web oficial de KitchenAid. Aquí les dejamos algunas fotos que le hemos sacado a la nuestra.






*Nota: si quieren obtener más información pueden visitar la web oficial de Kitcheaid España. Y si quieren conocer un poco la historia de este electrodoméstico no duden en visitar Kitcheniad México, donde en su apartado “historia” nos explican los hitos que se han ido produciendo en la fabricación de este robot de cocina a los largo de sus más de 90 años de historia.

Lasaña de verduras con salsa de espinacas (con ideal)

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Buenas!!


Hoy les queremos a mostrar un producto de calidad. Tenemos claro que no vamos a cocinar ni a recomendar un producto que no nos guste o no nos convenza del todo.

Bueno, el producto en cuestión es Ideal. No es que sea maravilloso, que lo es jejejeje, sino que Ideal es el nombre que los de Nestle han puesto a un nuevo producto. Se trata de leche evaporada, perfecta para tus recetas salsas y cremas y cuyo nuevo envase en tetrabrik y con tapón, mucho más cómodo que las latas de toda la vida, nos permite utilizar lo que necesitemos, cerrar y a la nevera.

Os voy a contar una anécdota que tengo yo con el producto que hoy nos ocupa, la leche evaporada.

Cuando llegué a Canarias y pedí un cortado en una cafetería, me quedé asombrado, sin saber porque, ese cortado estaba super cremoso, casi espeso diría yo… Y no tenia ni idea de porqué. Al lado de la cafetera tenían unas latas, que yo, la verdad es que no había visto nunca, y mucho menos había comprado, pues bien, se trataba de leche evaporada. Aquellas latas con dos agujeros en la parte superior aportaban a los cafés de aquella cafetería un plus de calidad, que vaya usted a saber, si bien por comodidad, o bien por calidad, era una de las señas de identidad de aquel local… 

Pues bien, nunca he comprado este producto para mi casa, básicamente porque nunca he sido amigo de la latas, siempre he pensado que abrir una lata y dejarla abierta en la nevera, hasta que se oxidan los bordes, pues mira, no me hace gracia. En esta materia parece que los amigos de Nestle, con su leche evaporada Ideal parece que se han puesto las pilas, porque el envase no puede ser más atractivo y práctico. 525 ml de leche evaporada en los tetrabrik de leche de toda la vida, cómodo y con un tamaño razonable para usar, tapar, guardar en la nevera y gastar en un tiempo prudente. 

La leche evaporada Ideal viene a sustituir en nuestros platos a la nata. Donde antes poníamos nata (una crema de verduras, una carbonara, etc.) ahora podemos utilizar leche evaporada. Y decimos, ¿qué ventaja supone utilizar la leche evaporada en vez de nata? Pues que la leche evaporada tiene mucha menos grasa que la nata (tan solo 6% de materia grasa). Como su nombre indica, es leche parcialmente desnatada que se ha sometido a un proceso mediante en cual se le quita agua a la leche. Con esto se consigue conservar las mismas propiedades de la leche pero con mayor concentración de nutrientes y mucha más cremosidad. Además, el sabor no cambia.

Y no os doy mas la paliza que no somos tele tienda :D



Lasaña de verduras con salsa de espinacas (con Ideal)


Ingredientes: para una persona

250 ml de leche evaporada Ideal
3 placas de lasaña
Un calabacín
Una zanahoria
Una cebolla
Un tomate
Dos dientes de ajo
100 gr de espinacas
Una cucharada de queso curado en polvo
Una rama de romero 
Una nuez de mantequilla
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra molida
Sal



Elaboración:

Ponemos en un cazo abundante agua, un chorrito de aceite de oliva y el laurel a cocer. Cuando el agua rompa a hervir añadimos un puñado de sal. Entonces vamos añadiendo las láminas una y una, removiendo para que no se peguen.




















Mientras vamos pelando la cebolla y la zanahoria y lavando toda la verdura.

Cuando las placas de lasaña estén cocidas (el tiempo varía, hay que seguir las instrucciones del fabricante), sacamos las láminas del cazo con cuidado, con la ayuda de una espumadera. Reservamos sobre un paño, colocadas de una en una para que no se peguen.


A continuación ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite, donde saltearemos la verdura.

Picamos media cebolla y la zanahoria en brunoise y lo rehogamos. Cuando estén pochadas añadimos el ajo, y cuando éste haya cogido algo de color añadimos el tomate.



















Dejamos que el tomate se deshaga en la sartén, a fuego medio, hasta conseguir una textura gruesa, que nos sirva de relleno. Salpimentamos y reservamos.


Mientras, cortamos el calabacín en rodajas de aproximadamente medio centímetro de grosor.


Cortamos el resto de la cebolla muy pequeñita y la ponemos en una sartén a pochar con un chorrito de aceite y una nuez (poquita cantidad) de mantequilla.
 
Pelamos y cortamos el otro ajo en trocitos muy pequeñitos. Cuando la cebolla esté algo dorada, añadimos el ajo al sofrito.

Cuando el ajo esté dorado, añadimos la leche evaporada (Ideal) y dejamos que reduzca bastante. Hay que remover continuamente y tener cuidado de no poner a fuego no muy fuerte para que no se pegue.



















Cuando la salsa haya reducido bastante, añadimos las espinacas (que debemos haber cortado a groso modo) y dejamos que se cocine unos 15 ó 20 segundos. Retiramos del fuego y salpimentamos. Reservamos.


Ahora vamos con los calabacines. Ponemos una sartén al fuego con una gota de aceite y, cuando esté caliente, vamos añadiendo el calabacín. Lo dejamos vuelta y vuelta, que se dore y listo (si te gusta más tierno puedes dejarlo un poco más pero vigilando para que no se queme). Reservamos.


















Picamos el romero muy pequeñito y reservamos.

Ahora que tenemos todos los ingredientes listos, vamos con el montaje de la lasaña.

En una cazuela (o plato) que sea apto para el horno, ponemos primero un par de cucharadas y luego una hoja de lasaña, a continuación un poco de la fritura de verdura y otra cucharada de salsa, por último una pizca de romero picado muy pequeñito.  Así sucesivamente.



















Por último añadimos queso curado en polvo y la gratinamos en el horno hasta que el queso esté dorado.




















Listo para comer!
 

Pan con chocolate y pomelo (con masa madre)

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Buenas!


Cuando era niño mi madre solía sorprenderme de vez en cuando, trayéndome un pan con chocolate para la merienda. La verdad es que no se si quiera donde lo compraba, seguramente en alguna panadería entre la Plaza de Gipuzkoa y el Antiguo Boulevard.
Recuerdo que no era dulce, era pan pan, pero tenía tropezones de chocolate. Me lo traía envuelto en un pedazo de papel blanco. Quizás ni siquiera era tan bueno como lo recuerdo.
Eran esos días, cuando eres niño y no sabes lo que es la prima de riesgo y el Euribor te importa un comino… todas esas cosas de mayores que para mi no existían. Pero para mi amatxo sí que eran cosas importantes. Sin embargo ella sacaba un ratito y, de vez en cuando, me alegraba la tarde trayéndome un pan con chocolate para la merienda.
Ahora soy adulto y todas esas cosas me traen a mí de cabeza. Por eso he querido hacer un pan parecido al que me traía la ama. Para recordar lo feliz que se es cuando no tienes preocupaciones y para ofrecérselo a mi hija, no todo los días, de vez en cuando como lo hacía mi amatxo conmigo.
Quizás este pan que hemos hecho no se parezca al que comía cuando era niño. Quedó muy bueno, con el punto justo de pomelo y de chocolate. Con una corteza super suave y una miga espectacular. Pero me ha servido para rememorar aquellos días. Además, cuando se lo ofrecía Lucia, me dedicó una sonrisa que seguro se parecía a la que le regalaba yo a la amá. Misión cumplicada, lo que yo buscaba, con eso ha sido más que suficiente.
Para mi sinceramente este es un recetón! Espero que para vosotros también lo sea!


Pan con chocolate y pomelo (con masa madre)



*Nota: esta receta está basada la receta de Pan con chocolate y naranjaque hemos sacado de www.panarras.com una web ideal para los que gustan de hacer pan en casa. Perfecta para que los disfrutan amasando, para los verdaderos panarras (como su nombre indica).
Hemos hecho algunas modificaciones, sustituyendo el poolish que lleva la receta original por masa madre, y la naranja confitada por pomelo confitado.
El Chef Panarra recomienda comerlo 12 horas después de sacarlo del horno y nosotros confirmamos que al día siguiente este pan está todavía más bueno. Gracias Chef Panarra!






Ingredientes:

200 gr de Masa madre
150 gr de harina de fuerza
150 gr de harina común
140 gr de agua
50 gr de chocolate negro (en trozos medianos)
20 gr de aceite de oliva virgen extra
7 gr de sal gruesa
4 gr de levadura fresca prensada









Elaboración:

Para empezar ponemos todos lo ingredientes secos (las harinas, la sal y la levadura desmenuzada) en un recipiente amplio y los mezclamos, y todos los húmedos (Masa madre, agua y aceite) en otro recipiente más pequeño y los mezclamos también.

 
















Agregamos los ingredientes  líquidos a los secos y mezclamos hasta que todos los ingredientes estén integrados.

 

Untamos la mesa con un poco de aceite y amasamos durante aproximadamente 5 minutos, hasta obtener una masa correosa y suave.

 

Extendemos la masa sobre la mesa, formando un rectángulo y ponemos tanto el chocolate como el pomelo sobre ella. Apretamos con los puños para que se integre todo en la masa.

 

Doblamos la masa horizontalmente en tres, de la siguiente manera: primero el tercio izquierdo lo doblamos hacia el centro y luego cubrimos con el tercio derecho. Y hacemos la misma operación verticalmente, obteniendo así un cuadrado pequeño con el que formaremos una bola.

 
















Ponemos la masa en un bol untado con aceite y la dejamos reposar tapada durante aproximadamente 2 horas y media (hasta que más o menos haya doblado su volumen inicial).


Dividimos la masa en porciones (nosotros hicimos 5 panecillos) y se hace una bola con cada uno de ellas.
Ponemos los panecillos sobre la bandeja de horno cubierta con papel vegetal, los espolvoreamos con algo de harina (muy poca) y los tapamos con el trapo de panadero.

 

Dejamos reposar otra hora y media más o menos.


















Precalentamos el horno a 210º centígrados con calor arriba y abajo.
Hacemos un corte en la superficie del pan e introducimos en el horno. Cocinamos a 220º durante 15 ó 20 minutos, hasta que estén dorados, los primeros 5 minutos podemos rociar un poco de agua con vaporizador un par de veces para así obtener una corteza mejor (opcional).

Retiramos del horno y dejamos reposar sobre una rejilla hasta que estén fríos (si podemos aguantar sin probarlos lo cual es complicado).




Buen provecho!


Crema de espinacas

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Buenas!

Hoy venimos de nuevo con un día de… de estos que nos inventamos los blogueros – twiteros. En esta ocasión toca el #Diadeladieta y la verdad es que nos va a venir bien a todos porque con tanto blog, los kilos aumentan a medida que crece el número de recetas jejejeje.

La verdad es que los Tartufo somos expertos en esto de hacer dieta. De echo hemos estado a régimen de adelgazamiento hasta hace unos meses, cosa que retomaremos en cuanto pasen las fiestas.
Seamos sinceros, estar a dieta supone un “sacrificio” que requiere ganas y, sobre todo, estar mentalizado. Si no estás seguro del todo, caer en la tentación es más que sencillo. Cualquier cosa apetece, incluso lo que normalmente no comes o no te llama la atención, por lo que la dieta se puede convertir en una auténtica cuesta arriba, con obstáculos y resbaladiza.

Sin embargo, llevar un estilo de vida saludable no solo es bueno para nosotros si no que es necesario. Teniendo claro que una vez al año no hace daño y que lo que no mata engorda. Que tampoco es cuestión de obsesionarse y volverse majara con el tema.

Desde que los Tartufo somos padres, valoramos más aún si cabe la alimentación sana, además de la tradicional y sencilla, la de nuestros padres y abuelos, que elevaron la esperanza de vida gracias a comer como uno debe hacerlo… sin grasas saturadas, bollería industrial y todas esas tonterías que hoy nos zampamos directamente salidas de una fábrica y no de una cocina.

Así que hoy #Diadeladieta queremos aprovechar para revindicar un estilo de vida saludable, comiendo de todo un poco pero bien, cuidando lo que nos llevamos a la boca que ya se sabe que somos lo que comemos.

Nuestra aportación para hoy es una crema de espinacas, como las de toda la vida, pero le hemos dado un toque de sabor y color, además de aportarle proteinas e hidratos de carbono, añadiéndole un par de rebanadas de pan tostado y un huevo escalfado por comensal... una delicia! 

Crema de espinacas



Feliz #Diadeladieta!

 




Ingredientes:

200 gr de espinacas
3 cebollas pequeñas
2 patatas medianas
4 dientes de ajo
2 huevos
250 ml de leche
Rebanadas de pan (cantidad a gusto del consumidor)
Una nuez de mantequilla
Aceite de oliva
Pimienta negra molida
Sal 








Elaboración:

Pelamos y cortamos la cebolla y los ajos. Pelamos y lavamos las patatas y las cascamos. Ponemos una cazuela al fuego con un chorrito de aceite, donde pocharemos la cebolla.


















Cuando la cebolla haya cogido algo de color añadimos los ajos. A continuación incorporamos las patatas y dejamos que se sofrían un par de minutos.


Añadimos agua (o caldo si tenemos) hasta que cubra (o un poquito más) y dejamos a fuego no muy fuerte hasta que la patata se haya guisado.

 

Agregamos las espinacas y, en cuento rompa hervir, retiramos del fuego. 

 
















Trituramos y salpimentamos. Reservamos.

 

A continuación, vamos a tostar el pan. Les contaremos un pequeño apaño que usamos en casa para tostar las rebanadas de pan de forma rápida, sencilla y limpia. Ponemos una rejilla (de las que se usan para asados en el horno) sobre un fogón de la vitro-cerámica a fuego medio – fuerte. Colocamos el pan sobre la rejilla y los dejamos un par de minutos hasta que esté crujiente (por ambas caras). Reservamos sobre una rejilla para que se mantenga crujiente y no se reblandezca por el calor.


















Ahora vamos a escalfar el huevo. Para ello ponemos un cazo al fuego con agua y el vinagre.
Cascamos un huevo en un bol y reservamos. Es importante que el huevo sea muy fresco para que la clara quede recogidita y la yema en el medio.

Cuando rompa a hervir bajamos el fuego y hacemos un remolino removiendo con el mango de una cuchara. Añadimos el huevo y dejamos que se cocine hasta que la clara esté cuajada y la yema tenga un color más apagado que el que tiene cuando está cruda.


Retiramos el huevo con ayuda de una espumadera y lo introducimos unos segundos en agua fría para que se corte la cocción y pierda el sabor de vinagre. Reservamos.


Por último emplatamos. Ponemos en plato hondo  la crema, introducimos un par de rebanadas de pan tostado y colocamos el huevo sobre ellas. Salpimentamos y añadimos una gotita de aceite.


Listo para comer!







Ñoquis con salsa de salmón (gnocchis)

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Buenas!

No me gusta la pasta! Ya está, lo he dicho, lo confieso. Es un problema porque al señor Tartufo le encanta, y no digamos al bebé Tartufo, que cada vez que se acuerda me pide “macanones”.

Así que muchas veces el señor Tartufo prepara para él y para el bebé unos platos de pasta con una salsas espectaculares, que  huelen de maravilla y tienen una pinta estupenda… incluso me apetece… pero es probarlo y me da el repelús, así que me conformo con mojar algo de pan, si les sobra algo, mientras me lamento por mi infortunio.

Yo creo que tengo un trauma infantil, todos tenemos alguno. Cuando era pequeña comía en el comedor del cole, como casi todos hemos hecho. Había muchos platos que me gustaban, por ejemplo una crema de verduras que nos servía con tres costrones de pan que me hacía relamerme, unas croquetas con salsa de tomate que venía en garrafa que me encantaban (seguramente no eran para tanto pero es que yo por una croqueta ma - to), unos filetes a la plancha con ajo y perejil buenísimas, etc.

Había también otras cosas que comía sin más, sin pensar demasiado y disfrutando de la ingesta lo justo.
Y por último había otros platos que era entrar el comedor, llegarme su aroma, y ya está: dolor de tripa instantáneo (igual es fruto del trauma pero yo creo que eran los que más se repetían). Entre esos platos se encontraban los macarrones con tomate. Recuerdo que le rogaba al encargado del comedor (quien por cierto era también el profesor de educación física) que no me pusiera macarrones, era algo más o menos así.


  • Profe macarrones no porfa, que no me gustan.
  • Si, venga, un cucharón nada más. 
  • Que no profe, que me da dolor de tripa y ganas de devolver.
  • Sólo un cucharón Noemí. 
  • Pero profe, que el cucharón ese es enorme! 
  • Pues medio y ya vale!
Y ahí terminaba la conversación mientras me servía el kilogramo y medio de macarrones con tomate que debía de tener de capacidad aquel enorme cucharon y yo me dirigía resignada a la mesa.

Y no es que a mi no me haya gustado la pasta nunca, que va. Recuerdo que desde bien pequeñita comía espaguetis con su queso rallado o a la boloñesa, o macarrones con bacón, o de cualquier otra forma que a mi madre se le ocurriera. Pero fue oler esos macarrones con tomate del comedor del cole y comenzar mi pugna vital con la pasta.

Y sucedió el señor Tartufo, de forma altruista, decidió esta vez hacer ñoquis, que como son de papa (patata) igual los comía. Debo confesar que no los había probado nunca. Pues la verdad es que acertó. No se si será la salsa del salmón que baña a los ñoquis en esta receta o las bolitas en sí… El caso es que este plato me ha parecido de 10!


Ñoquis con salsa de salmón





Ingredientes: para dos personas y un bebé

300 gr de ñoquis frescos
2 lascas de salmón ahumado y otras 2 para decorar
Una cucharada de paté de salmón
Una cucharada de queso crema
1/2 cebolla
250 ml de nata (35% materia grasa)
Aceite de oliva
Pimienta negra molida
Sal











Elaboración:

Pelamos y cortamos la cebolla en brunoise. Cortamos 2 lonchas de salmón en trocitos y las otras 2 en tiras y reservamos.

Ponemos un cazo al fuego con un chorrito de aceite para pochar la cebolla. Cuando la cebolla empiece a sudar, añadimos un poquito de sal y dejamos que la cebolla se dore a fuego no muy fuerte.


















Cuando la cebolla ya se haya dorado, agregamos el queso crema y el paté. Removemos bien y con cuidado para que no se pegue.
 
















A continuación incorporamos la nata y seguimos removiendo hasta que todos los ingredientes se hayan integrado por completo. Dejamos la salsa a fuego bajo para que se vaya reduciendo.


















Cuando la salsa tenga la textura que deseamos añadimos el salmón y salpimentamos. Removemos bien hasta obtener una salsa homogénea y reservamos.


















Mientras vamos cocinando los ñoquis. Para ello ponemos un cazo amplio con abundante agua y cuando rompa hervir añadimos los ñoquis. Los dejamos un par de minutos o 3. En cuanto veamos que los ñoquis flotan es que están listos.

 
















Escurrimos el agua de los ñoquis y procedemos a emplatar.

Servimos los ñoquis cubiertos con un par de cucharadas de salsa y disponemos las tiras de salmón por encima.

 



Listo para comer!






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