Buenas!
Este fin de semana no lo hemos podido aprovecharlo demasiado. La pequeña se ha puesto bastante pachucha, debió coger un virus de estómago, y se pasó todo el viernes por la tarde vomitando la pobrecilla… Debió echar hasta la primera papilla! El sábado por la mañana ya tuvimos que llevarla a urgencias porque, aunque había pasado la noche medianamente bien, por la mañana bebió algo de zumo y volvió a vomitar.
Pero lo que quería compartir con ustedes son dos “actos” que a cuenta del “malejón” del bebé he tenido que vivir y que me han hecho pensar que nos estamos deshumanizando.
El primero fue el mismo viernes. Recogí a la peque de la guardería y allí debía de estar perfectamente porque no me dijeron nada sus profes. Nada más salir por la puerta, cruzamos la acera y allí mismo mi pobre niña me vomitó encima. La llevaba en brazos así que se pueden imaginar el panorama. Completamente llenas de vómito las dos (desde el pelo hasta los zapatos). Ya sé que no es una imagen agradable de recrear, menos de imaginar y mucho menos de vivir, aún más tratándose este de un blog de cocina. Pero es que creo que lo que nos pasó merece una pequeña reflexión. El caso es que, como decía, con semejante panorama nadie se paró a echarnos una mano, a ver si necesitábamos cuanto menos una toallita, un clínex,… o cualquier señal que me hiciera dejar de pensar que éramos invisibles. Porque por más gente que iba pasando a nuestro lado, nadie se paró a preguntarnos si estábamos bien… Sinceramente me sentí fatal por mí pero sobre todo por mi hija, pobrecilla, se asustó mucho. Tuve que cambiarla de ropa allí en medio (menos mal que siempre lleva un par de mudas en la mochila). Yo me quité lo más que pude con un par de toallitas y de esa guisa nos fuimos a pillar el primer taxi que pasara.
Ahora la reflexión se las dejo a ustedes... Mejor será que yo me reserve las palabras que le dedicaría a cada una de las “personas” que fueron pasando por nuestro lado.
La otra acción absolutamente reprobable que nos tocó vivir este extraño fin de semana sucedió el sábado cuando fuimos al Centro de Salud. Resulta que justo delante de nosotros le tocaba pasar con los médicos a un “caballero” de unos 35 años. Pues bien, cando fue a entrar a la consulta que le correspondía dijo que no quería que le atendiera ese médico y que prefería esperar a que se vaciara la otra consulta. Yo cuando lo escuché ya sospeché algo pero se confirmaron mis pesquisas cuando la celadora nos hizo pasar y vimos que el médico era de raza negra.
Ya sé que sobra decirlo pero me gustaría que sepan que el doctor atendió a nuestra hija de maravilla. La peque estaba algo asustada porque ella relaciona “ir al médico” con su pediatra de siempre, la consulta que ya conoce (y en la que hay juguetes) y el Centro de Salud que está cerca de casa de los abuelos. Y esta vez fuimos a otro ambulatorio, a una consulta sin juguetes y con médico al que no había visto nunca. Pues este doctor desconocido y previamente rechazado por aquel pobre infeliz, se puso a jugar con Lucia, le prestó el caleidoscopio y la hizo reír hasta que la enana se dejó auscultar sin problemas.
Una vez más la reflexión se la dejo a ustedes porque no encuentro una razón para que ninguna “persona” se crea superior a otra por ninguna razón, aún menos por el color de su piel.
2 lomos de bacalao
Una butifarra
Un pimiento rojo
Un pimiento verde italiano
Una cebolla pequeña
Un tomate
3 dientes de ajo
200 gr de setas
3 pepinillos
Una cucharadita de mostaza
6 cucharadas de aceite de girasol
Dos cucharadas de vinagre de jerez
Aceite de oliva
*Nota: esta vinagreta originalmente lleva butifarra pero nos fue imposible encontrarla por aquí así que la sustituimos por longaniza fresca.
Elaboración:
Para empezar ponemos el pimiento a asar, nosotros lo hemos hecho a la “parrilla”: hemos puesto una rejilla sobre la vitro a fuego fuerte y el pimiento sobre ella. Hay que vigilarlo porque se hace enseguida y darle vueltas cada poco para que se cocine por todas partes por igual. Cuanto esté listo lo metemos en una bolsa de plástico limpia (con cuidado de no quemarnos), la cerramos con un nudo y dejamos que sude un rato (nos olvidamos del pimiento por el momento).
Ahora vamos con la vinagreta. Extraemos la carne de la butifarra y desechamos el pellejo. Ponemos la carne de la butifarra en una sartén y la salteamos (sin nada de aceite porque la butifarra ya tiene lo suyo de grasa). Mientras tanto vamos pelando el tomate y la cebolla y cortándolos en brunoise (cuadritos pequeños). Cortamos los pepinillos y picamos el perejil lo más pequeñito que podamos.
En un recipiente mezclamos toda la verdura con la butifarra, la mostaza, el vinagre y el aceite de girasol. Rectificamos de sal, agregamos una pizca de pimienta negra molida, tapamos y reservamos.
En un cazo con abundante aceite de oliva un par de ajos pelados ponemos a confitar el pescado a fuego bajo (aproximadamente 8 – 10 minutos).
Mientras tanto vamos pelando y cortando las setas y el pimiento verde en tiras. Pelamos el pimiento que habíamos asado previamente y lo cortamos en tiras también. En una sartén con una gota de aceite salteamos la verdura.
Cuando el pescado esté listo emplatamos y acompañamos con la verdura y unas cucharadas de nuestra vinagreta. Listo para comer!