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Channel: Las recetas de la familia Tartufo
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Pan 100% de centeno "automático". Book + Food: Pan casero.

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Buenas!

Hoy volvemos con nuestros tan venerados panes. Y es que en esto del pan nos encanta investigar, probar nuevas recetas y hacer caso de los que saben (y mucho) de esto. Por eso, una vez más, hemos tomado prestada una receta que el amigo Iban Yarza (a quién ya les presentamos aquíy del que hemos hablado en múltiples ocasiones desde entonces) nos cuenta en su libro, Pan casero.

Vamos con la ficha:
YARZA, Iban. PAN CASERO (RECETAS, TÉCNICAS Y TRUCOS PARA HACER PAN EN CASA DE MANERA SENCILLA), Barcelona, 2013.

Pan Casero es un libro imprescindible para cualquier panadero casero que se precie, un buen recopilatorio de consejos y recetas para el que se siente panarra. Y es que gracias a Iban hemos aprendido desde como elaborar y cuidar nuestra querida Masa madrehasta como hacer infinidad de panes distintos con diversas técnicas y, lo que mejor y más complicado, muy bien explicaditas y de forma que le parezcan sencillas incluso al que por primera vez se pone delante de una mesa con harina, agua y levadura y dice "quiero hacer mi primer pan" (qué tiempos aquellos y cuánto hemos aprendido y mejorado desde entonces).

El libro en cuestión

Iban Yarza es un periodista nacido en Bilbao que, por cosas de la vida, se ha convertido en uno de los mayores divulgadores del mundo del pan en nuestro país, cuya geografía recorre enseñando a hacer pan a todo el que esté interesando en aprender pero, sobre todo, intentando mostrarnos que el pan de calidad es posible, que lo que nos venden en la mayoría de los sitios es algo así como "lo llaman pan pero quieren decir... basura" y que la revolución panarra es posible (ya ocurrió hace décadas en Gran Bretaña). Como culminación de su trabajo, ha escrito este libro en el que comparte toda su sabiduría con nosotros.

Y para presentarles su libro hemos escogido una de las recetas que Iban ya hizo en alguna de sus múltiples visitas al programa Robin foody que nos gustó mucho ya desde entonces.

Se trata de lo que él llama Pan 100% de centeno "automático". Y ¿por qué automático? Pues porque como él mismo nos explica "no hay que saber amasar, formar ni fermentar". Eso sí, avisamos de que aún así hay que tener paciencia y ser previsor porque este pan no requiere de amasado pero si de tiempo, concretamente unas 18 horas (tranquilos que no hay que quedarse mirando la masa todo ese tiempo, ella trabaja sola, esa es la ventaja). Avisamos también de que hay que ser muy amante del pan y de los panes con sabor intenso para que guste este pan. Es similar a los que se suelen comer en el centro y norte de Europa, panes de fuerte sabor, algo ácidos y muy contundentes.

Las cantidades de la receta están algo adaptadas, de modo que cupieran en nuestro molde. Además nos hemos visto obligados a sustituir la harina blanca de centeno que Iban utiliza en la segunda parte de la receta, ya que por aquí ya resulta complicado encontrar según que harinas como para conseguir harina blanca de centro (imposible) así que nos hemos tenido que amoldar a lo que había y elaborar todos los pasos con harina integral de centeno.

Vamos con la receta!


100% centeno, 100% automático, 100 % pan, 100% delicioso


Ingredientes:

Para el primer paso (para el fermento):
5 gr de masa madrede centeno
45 gr de harina integral de centeno
45 gr de agua

Para el segundo paso:
90 gr del fermento obtenido en el primer paso
90 gr de harina integral de centeno
90 gr de agua

Para la masa:
245 gr del segundo fermento
245 gr de harina blanca de centeno (o integral, como usamos nosotros)
245 gr de agua (quizás necesites un poco más)
20 gr de miel
8 gr de sal
7 gr de levadura fresca prensada


Elaboración:

Para empezar elaboramos un primer fermento (la noche anterior) compuesto por la harina, la masa madre y el agua indicados en los ingredientes, mezclamos con una cuchara y dejamos reposar toda la noche tapado.

A la mañana siguiente vamos con el segundo fermente para el que deberemos mezclar 90 gr del fermento del primer día más el harina y el agua indicados para el segundo paso en los ingredientes. Volvemos a mezclar y dejamos reposar, mejor si es en un sitio templado (por ejemplo junto a los fogones si estamos cocinando).Transcurridas aproximadamente 4 horas deberemos haber obtenido una masa con una textura de mousse. 

Esta es la textura ideal

Apartamos 245 gr de esta masa con los que elaboraremos nuestro pan. Mezclamos todos los ingredientes de la masa final (recuerda desmenuzar la levadura) y mezclamos de nuevo,  esta vez mejor con las manos para que todos los ingredientes se integren, y dejamos reposar de nuevo durante 10 minutos.
Nos lavamos las manos y untamos el molde con aceite. Depositamos la masa en el molde, alisamos un poco con las manos mojadas en agua templada y espolvoreamos harina por encima. Tapamos y dejamos fermentar el pan en lugar templado. Cuando la masa esté a punto de llegar al borde del molde estará lista para meterla en el horno.

Precalentamos el horno a 250º C, introducimos el pan y creamos vapor vertiendo medio vaso de agua en una bandeja en el fondo del horno. Horneamos durante 10 minutos y bajamos a la temperatura a 200º C. Cocinamos durante aproximadamente 50 minutos más (si la superficie se dora demasiado podemos taparlo con papel de aluminio hasta que finalice la cocción).

Sacamos el pan del horno, lo desmoldamos y lo dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté completamente frío (mejor si lo dejamos hasta el día siguiente, perderá humedad y sabrá mejor).

*Nota: las masas madres sobrantes pueden y deben ser guardadas para posteriores panes. La masa madre no se tira, se transforma.

*Nota 2: nuestro molde es más bien pequeño así que nos sobró masa y la pusimos en unos pequeños moldes redondos de cerámica que tenemos en casa y con los que conseguimos unos panes redonditos muy monos.

Y para muestra un botón!




Tarta de manzana y almendras (apple and almond pie)

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Buenas!

Como todos saben, hace ya casi un mes fue el Día del padre. Esas ocasiones tan sumamente especiales nos gusta celebrarlas en familia así que nos pusimos de acuerdo con los abuelos Tartufos (la parte materna ya que la paterna desgraciadamente nos queda muy lejos) para irnos de comilona al campo y que cada uno cocinara algo... ¡Buen plan!

A nosotros nos habían tocado el aperitivo y el postre así que teníamos pensado hacer la clásica empanada de atún que tan buena es y tanto gusta a todo el mundo y como postre una tarta que habíamos visto hacia algún tiempo en un video de Food tubey que estábamos deseando probar.
Se trataba de una tarta de peras y almendras (o lo que ellos llaman pear and almond pie) que nosotros quisimos cambiar por manzanas sin razón alguna (iba a estar buena de cualquier forma), que vimos en el canal de River Cottagey que nos encantó. El sabor de la almendra hace que el bizcocho recuerde bastante a la deliciosa Tarta de Santiagopero cuando encuentras un trocito de manzana... ¡No hay palabras para describirlo!

El caso es que, como les iba diciendo, ese era nuestro menú para el Día del padre. Sin embargo, las cosas a veces no salen como uno las planea y finalmente al abuelo Tartufo le tocó trabajar ese fin de semana y hubo que suspender los festejos (el trabajo es lo primero). Así que nos quedamos compuestos, sin comilona pero con tarta.

Han pasado cuatro fines de semana desde entonces y, unas veces por trabajo, otras por que al clima canario le ha dado por empeorar los fines de semana... Aún no hemos podido celebrar el día del padre como se merece... No sé cuándo será, pero finalmente celebraremos el Día del padre y, sin duda, repetiremos esta fabulosa tarta.





Ingredientes:

300 gr de mantequilla (punto pomada)
250 gr de azúcar glass
150 gr de harina común
150 gr de almendras en polvo
4 huevos medianos
Un sobre de levadura química
1/2 cucharadita de canela en polvo

Para las manzanas caramelizadas:

5 manzanas algo maduras (nosotros usamos de la variedad Fuji)
50 gr de mantequilla
2 cucharadas de azúcar granulada



Ingredientes:

Para empezar debemos precalentar el horno a 170º C, con calor arriba y abajo y la bandeja en la posición central del horno.

Pelamos y cortamos las manzanas en gajos (ni muy finos, ni muy gruesos). Mientras tanto ponemos una sartén a fuego medio con la mantequilla. Incorporamos las manzanas y espolvoreamos el azúcar por encima. Dejamos caramelizar las manzanas hasta que estén tiernas (sin que ese rompan) y hayan tomado algo de color, procurando que el caramelo no se oscurezca en exceso.

Al mismo tiempo vamos preparando la masa de la tarta. En un recipiente amplio batimos la mantequilla con el azúcar hasta obtener una mezcla espumosa. A continuación incorporamos el huevo y batimos de nuevo. Por último vamos incorporando la harina poco a poco y a cucharadas (ya tamizada y mezclada con la levadura química y la canela) y la almendra molida. Mezclamos bien todo hasta obtener una masa homogénea.

Encamisamos un molde redondo y alto (mejor si es desmontable aunque no es indispensable) e introducimos la masa en él, ayudándonos de una lengua para aprovechar toda la mezcla. Distribuimos las manzanas en la parte superior y vertemos por encima el jugo que hemos obtenido de caramelizarlas.
Introducimos el molde en el horno y cocinamos durante aproximadamente 50 minutos o hasta que esté dorado y al pinchar con un palillo en el medio de la tarta, éste salga limpio.

Cuando la tarta esté lista, la desmoldamos, le damos la vuelta y dejamos reposar sobre una rejilla hasta que esté fría. Al cortarla comprobaremos cómo, durante la cocción, las manzanas habrán bajado hasta quedarse en el medio de la tarta.


Ñam!

Potaje de alubias

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Buenas!

La Semana Santa (o la Santa como dice la enana) ya ha pasado y, además del cansancio propio que dejan como resaca los días festivos, nos ha traído una triste noticia, el fallecimiento de Gabriel García Márquez.
Siento una tristeza similar a la que ya sentí hace (casualidades del destino) justo un año cuando murió José Luis Sampedro.

Ya he contado en otras ocasiones mi pasión por leer lo que sea y cuando sea, la misma que siento por escribir, que es sin duda el medio en el que mejor me expreso y con el que más cómoda me siento.

De García Márquez se pueden decir muchas, esas que dicen todos: premio Nobel de literatura, doctor honoris causa de la universidad de Columbia,... Pero yo prefiero contar como llegó su obra hasta mi.

Allá por los años de "Maricastaña" cuando estudiaba la E.S.O. (si estudié la E.S.O y no me avergüenza reconocerlo) tenía unos profesores que aún no se había hecho a la idea y que daban clase como si aquello fuera BUP. Por esa razón teníamos que leer varios libros cada curso y para ello nos entregaban un listado enorme de grandes obras que nos recomendaban (creo que esto ya lo he contado antes). Pues bien, ahí empezaba la carrera a la biblioteca, todos buscaban los libros más llevaderos o simplemente los que tuvieran menos páginas y así quitarse aquel martirio lo antes posible de encima.

Yo sin embargo me di cuenta de que aquel listado era todo un tesoro, que allí había libros que mi madre me había contado que leyó cuando tenía mi edad y que le habían marcado y yo también quería eso. Así que comencé a sacar libros de la biblioteca como loca. Iba autor por autor, intentando no dejar ninguno atrás (siempre que me fuera posible). Así devoré obra maestras como 100 años de soledad (la que le otorgó todo el reconocimiento), el otoño del patriarca (su obra más compleja, maravillosa), crónica de una muerte anunciada (situada en la Lista El Mundo de los mejores 100 libros en español), El amor en los tiempos del cólera (entre otras cosas es el libro favorito de Ted Mosby en la serie Cómo conocí a vuestra madre y el que está leyendo cuando la conoce) pero yo tengo que confesar que el libro suyo que más me gustó fue Memoria de mis putas tristes, uno de los últimos libros que escribió, uno que me leí por que sí, sin que ya apareciera en ningún "obligatorio" listado. Así pues les dejo con su primer párrafo y me despido.

"El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía alguna novedad disponible. Nunca sucumbí a esa ni a ninguna de sus muchas tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de mis principios. También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa maligna, ya lo verás."

Por cierto, la receta de hoy es un guiso de verdura, una alubias (la mitad de unos Moros y Cristianos porque le falta el arroz), que alimentan el cuerpo y el alma, al igual que un buen libro.


"Era por fin la vida real, con mi corazón a salvo, y condenado a morir de buen amor en la agonía feliz de cualquier día después de mis cien años".



Ingredientes:

Dos cebollas
Una zanahoria
3 dientes de ajo
1/2 cucharadita de pimentón dulce
Aceite de oliva
Sal


Elaboración:

Como siempre que se trata de legumbres secas, debemos dejar las alubias en remojo la noche antes. Al día siguiente, cuando vayamos a cocinarlas, escurrimos el agua y las lavamos un poco bajo el chorro de agua fría.

Ponemos una olla con agua (o caldo de carne o verdura) al fuego e incorporamos las alubias y el atadillo (dejaremos cocer a fuego medio). Mientras tanto pelamos y cortamos las cebollas y la zanahoria en brunoise (lo más pequeñito posible) y lo añadimos todo al guiso. Dejamos cocer durante aproximadamente media hora (o hasta que las alubias estén tiernas pero sin que lleguen a romperse). Rectificamos de sal.

Pelamos los ajos y los cortamos muy pequeñitos. Ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite de oliva y hacemos un pequeño sofrito con los ajos. Cuando estén dorados, apartamos la sartén del fuego y añadimos el pimentón. Rápidamente agregamos un poco del caldo de las alubias para cortar la cocción y que el pimentón no se queme. Incorporamos el sofrito al guiso, rectificamos de sal, añadimos un chorrito de aceite de oliva en crudo y dejamos reposar un ratito fuera del fuego antes de comer.


* Nota: si quieren una alternativa algo más contundente, echen un vistazo a nuestra receta de Alubias de Tolosa con costillas.

Helado de avellanas y almendras

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Buenas!

¡Ay pobre blog mío! Cuan abandonado te hemos tenido y, al mismo, cuan presente has seguido estando.
Ya se han acabo mis clases, última semana para la enana... Por fin un respiro.

Dicen que el descanso se consigue con el cambio de actividad. Pues bien, yo voy a cambiar la actividad estudiantil por volver a ser la bloguera que fue y que quiero seguir siendo jajajaj. Al menos, hasta que vuelvan los exámenes finales (es que sí no se puede).

Bueno, el verano ya está casi casi aquí, se nos ha echado encima y de qué manera. Así que hoy decidimos volver con un helado que mezcla dos de mis ingredientes favoritos: avellanas y almendras, si es que no hay nada más bueno que un fruto seco.

Se trata de un helado muy sencillo que hemos "inventado" partiendo de la clásica crema inglesacon la que elaboramos la mayor parte de nuestros helados y es que vale igual para un roto que para un descocido.

Así que "heladera en ristre" nos liamos la manta a la cabeza y le buscamos hueco en el congelador "cueste lo que cueste" desde que empieza a asomar Don Lorenzo. ¡Ay pero que ganas que había ya de hacer helado! Que conste que la hemos guardado de nuevo hasta nuevo aviso. Se aceptan sugerencias.


Avellanas, almendras,... Bueno tiene que estar.


Ahí va!


Ingredientes:

75 gr de almendras tostadas y molidas
75 gr de avellanas tostadas y molidas
250 ml de nata 35% materia grasa
250 ml de leche entera
3 yemas de huevo
100 gr de azúcar
3 cucharadas de azúcar invertido
25 ml de amaretto
Una vaina de vainilla


Elaboración:

Como siempre que hacemos helado debemos tener la precaución de guardar el vaso de la heladora al menos 24 horas antes en el congelador.

Comenzamos elaborando la crema inglesa, para ello ponemos al fuego la leche y la nata hasta que alcance el punto de ebullición. Entonces retiramos el cazo del fuego, le incorporamos la vaina de vainilla y dejamos que infusiones durante aproximadamente 20 minutos.

En un bol ponemos las yemas de huevo y las mezclamos con el azúcar con la ayuda de una varilla. A continuación añadimos esta mezcla a la de la leche y la nata, sin dejar de remover para que el huevo no cuaje.
Ponemos nuestra crema al "baño María" a fuego medio y seguimos removiendo sin parar, y con cuidado porque se pega con facilidad, durante unos 5 minutos.

Retiramos del fuego y dejamos que se enfríe un poco. Mientras tanto tostamos un poco los frutos secos para que saquen todos su aroma y tenga mejor sabor. Añadimos los frutos secos ya tostados a nuestra crema inglesa y mezclamos. Previamente debemos haber colado la crema y retirado la vaina de vainilla.
Tapamos con papel film y dejamos reposar en la nevera un mínimo de cuatro horas (mejor si es hasta el día siguiente).

Solo nos queda mantecar el helado en la heladera. Para ello ponemos la máquina en marcha y vamos incorporando la crema poco a poco. El licor debes añadírselo a la mezcla en este momento. Dejamos que la heladera haga su trabajo hasta que obtengamos la consistencia deseada.

Podemos comer inmediatamente y también podemos conservarlo en el congelador pero te recomendamos que siempre lo saques un ratito antes de comer del congelador y lo guardes en el refrigerador antes de servir para que tenga una textura cremosa.

Recuerdas que si lo necesitas o te apetece puedes echar un vistazo a nuestros Consejos para hacer helado en casa.

Qué aproveche!




*Nota: nosotros compramos los frutos secos pelados y enteros y los molemos con un molinillo eléctrico y así conseguimos la textura que nos gusta, los frutos secos conservan todos sus aceite esenciales ya que están recién molidos y además están mejor de precio. Si no tienes azúcar invertido o simplemente no quieres usarla puedes añadir 50 gr más de azúcar. En el caso de que el helado lo vayan a comer niños puedes sustituir el Amaretto por esencia de almendra o, en su defecto, de vainilla.

Pata asada

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Buenas!

Hoy traemos uno de los platos más conocidos de la gastronomía canaria y probablemente el más sencillo pues necesitamos poco más que ajo, sal y un horno listo para la acción. Se trata de una Pata asada o lo que es lo mismo Jamón canario o lo que es lo mismo Pata de cerdo asada al estilo canario o simple y llanamente "Pata", que es cómo normalmente los canarios llamamos a este manjar tan sencillo como suculento.

Cómo sabrán los que nos leen de vez en cuando, el señor tartufo nos es oriundo de las islas (es donostiarra) así que cuanto llegó (muy guiri él) tenía mucha curiosidad por la gastronomía isleña y se encontraba ávido por probar todo aquello que veía o le recomendaban.

Aún así, nuestros menús en más o menos las cincuenta primeras veces que salimos a comer, cenar o picar algo, se compusieron principalmente de Papas arrugadas con mojo picón, Pata asada y Munchitos(creo que esto ya lo he contado en alguna ocasión). De hecho el Tartufo tardó bastante en probar cualquier otro plato de nuestra gastronomía después de llevarse un "susto" con un sancocho de pescado que ya contaremos en otra ocasión.

Para los que no los conozcan, los Munchitos son un aperitivo de papa que llegó para quedarse a las islas allá por los años 70. Por esa época también se intentó introducir el aperitivo en la península pero ¿quién sabe por qué? no tuvo éxito y se descatalogó. Sin embargo, nosotros los canarios, adoptamos este snack como nuestros y se ha convertido en parte de nuestro ADN (de hecho, ellos mismos se definen como "únicos, canarios, crujientes, sabrosos y divertidos". Y es que es el aperitivo por excelencia en fiestas, cumpleaños, en la playa, en el campo, para ver el fútbol, el que prefieren los niños (y los mayores) y uno de los que más echa uno de menos cuanto está lejos del archipiélago. Más de un paquete de Munchitos ha viajado "allén de los mares" en nuestras maletas cuando viajamos o se han enviado de las islas para el regocijo de los canarios que viven lejos de ellas.

Cuando era niña y mis padres me compraban alguna "porquería" casi siempre se trataba de un paquete de Munchitos y yo hago lo propio con mi hija, pues a ella también le encantan. Recuerdo cuando era niña y me pasaba los sábados por la mañana sentada en un pequeño banco de madera que había en el puesto del Mercado municipal de Telde (donde trabajaba parte de mi familia) y me daban un paquete de este aperitivo para que pasara el rato. A media mañana siempre venía una señora muy anciana (no recuerdo su nombre) a comprar queso y me pedía una papa. Tengo que confesar que yo procuraba por todos los medios no dársela sin llegar a decirle que no pues me embargaba una singular mezcla infantil de buenos modales (hay que compartir), miedo y repelús (me daba cosita que aquella pobre señora metiera las manos en mi paquete de papas).

*Nota: otro día comentaré porqué los ancianos llegaron a darme miedo porque una de mis primas me "explicó" que las personan cuando se hacían viejas se morían cosa que me dio mucho miedo, llegando a ponerme a llorar si oía que alguien decía que mi abuela se estaba haciendo vieja.


Que pena que las fotos no se pueden comer...


Vamos con la receta!



Ingredientes:

Una pata de cerdo (con o sin hueso)
Una cabeza de ajos (aproximadamente)
Sal gruesa
Agua
Manteca de cerdo (opcional).

*Nota: en esta ocasión optamos por comprar un cuarto de pata de aproximadamente dos kg de peso (más que suficiente para nuestra pequeña familia) deshuesada (más cómodo aunque algo más caro y pierde un poco en sabor). Hay que escoger el tamaño de la pierna según el número de comensales y es importante tener en cuenta el tamaño de nuestro horno pues las patas grandes enteras no caben en uno doméstico. Así que los tiempos van en función del tamaño de la pieza. Es importante que tenga la piel.



Elaboración:

Para empezar cogemos la pata y le hacemos unos cortes en la piel con forma de cuadrados (aproximadamente de 3 por 3 cm). Muchas veces ya vienen cortadas así y también le podemos pedir al carnicero que nos haga los cortes.

A continuación deberemos hacer algunos pequeños agujeros en la carne con la punta de un cuchillo para introducir dientes de ajo previamente pelados (tantos como les guste). Ahora vamos con la manteca, que deberemos extender por toda la superficie de la pierna. Este paso es opcional, pues aquí en las islas hay quien lo hace y quien no, pero no nos cuesta nada y aporta a la pata un color aún más dorado y brillante y, por supuesto, sabor. Por último añadimos la sal gruesa (sin cortarnos) por todas las caras de la pata e incluso introduciendo un poco en los cortes que hemos hecho.

Lo tradicional es utilizar una bandeja de aluminio para cocinar la pata de cerdo pero, dependiendo del tamaño de la pieza, también puede valer un recipiente de cristal o incluso una cocotte. Lo importante es que untemos el fondo del recipiente con manteca o aceite de oliva para evitar así que la piel nos quede pegada luego, se reseque o incluso se queme. Incorporamos además un vasito de agua.

Introducimos la pata en el horno que debemos haber precalentado a 200º C y con calor arriba y abajo. Ya sólo nos queda esperar y vigilar si necesitamos añadir más agua de vez en cuando (que será necesario). Pasada una media hora deberemos bajar la temperatura del horno a 180º. Sabremos que la pierna está lista cuando, pinchando con una aguja o algo similar veamos con no sale jugo a borbotones (tampoco conviene esperar a que no salga nada o puede quedarnos la carne demasiado seca) y la corteza está dorada y crujiente. Si vemos que la pata aún no está cocinada pero la corteza ya está demasiado dorada deberemos tapar la pierna con papel de aluminio para evitar que el exterior se queme y seguir cocinando.

Y ya está lista para comer. Sólo hay que cortarla en lonchas más o menos finas y repartir la carne junto a la corteza entre los comensales y poner un salero en la mesa, pues suele gustar añadir un poquito de sal una vez troceada. Recién hecha es como a mí más me gusta pero la podemos comer y está también buenísima al día siguiente y al otro, tanto caliente o como fría e igual como plato principal que en bocata... Todo versatilidad.

*Nota: aquí se suele utilizar la siguiente fórmula para calcular el tiempo de cocción: una hora por cada kg de carne. Así, si nuestra pata pesaba unos tres kg, la tuvimos en el horno casi tres horas. Si la pieza es muy grande puede quedar algo cruda en el centro, sobre todo si tiene hueso, en ese caso podemos cortar los pedazos que hayan quedado demasiado poco hechos y darles un toque de plancha o microondas y quedarán perfectos en un par de minutos.

*Nota: lo tradicional es acompañar la pata asada de papas arrugadas con mojo picónpero también se presenta muchas veces con papas asadas en el mismo jugo que va soltando la pata al cocinarse, de modo que las papas adquieren un sabor delicioso y quedan muy jugosas. Nosotros en esta ocasión hemos optado por la segunda opción: pelamos las papas y las troceamos en cuadros, las lavamos y las ponemos en la bandeja donde estamos cocinando la pata cuando aproximadamente quede una hora y media para finalizar la cocción.

*Nota: esta es la variante más popular y sencilla pero también hay quien cocina la pata de cerdo con un adobo de pimentón para darle otro sabor o incluso quien prescinde de los ajos... En la variedad está el gusto.



Que aproveche!

Estofado de ternera a la mostaza y vino tinto

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Hoy les traemos un plato de estofado de los de siempre pero con un toque diferente. Un estofado con mucho sabor y algo más elaborado de la normal. Es lo que hemos llamado: estofado de ternera a la mostaza y vino. Pero antes queremos contarles algunas cosillas.

Hace un par de semanas visitamos el Cocodrilo Park Zoo de Gran Canaria (conocido como el Parque de los cocodrilos) y la verdad es que fue toda una experiencia en muchos sentidos.

Se trata de una entidad que se encarga de proporcionar refugio a animales de todo tipo (cocodrilos en su mayoría pero hay de todo) que han sido objeto del tráfico ilegal de animales exóticos, abandonados, maltratados,... Y que son sustraídos o encontrados por el Seprona(Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) y llevados a este parque donde les proporcionan un hogar a estos animales que ya no podrían sobrevivir en sus propios medios y más que probablemente poco durarían en su hábitat natural. 

También conviven en este centro de rescate animales que han sido entregados por sus "dueños" una vez los animales han alcanzado la vida adulta y se dan cuenta de que no pueden cuidar de ellos ya que no son domésticos.

Así que cuanto uno visita el parque colabora (muy poco pues la entrada es muy económica) para que estos animales puedan tener una vida digna (refugio, alimento y asistencia veterinaria) y que puedan superar los traumas de las experiencias vividas antes de llegar hasta él. Además aprendemos muchísimo ya que además de parque zoológico también es un espacio de exhibición y divulgación de esta fauna.

Los profesionales que trabajan en el centro (una mezcla a partes iguales entre pasión, locura, valentía y humor) tratan de enseñarnos cómo sería la vida de estos animales si se les hubiera dado la oportunidad de desarrollarse en su medio natural, cómo han llegado hasta allí, como era su vida anterior y cómo lo es ahora.
Cómo decimos, ha sido toda una experiencia, y la recomendamos. Por lo que se vive, por lo que se aprende y por lo que con nuestra aportación ayudamos al bienestar de estos animales.

*Nota: voy a dejar la opinión que me merecen los individuos que trafican o que simplemente adquieren animales salvajes para alejarlos de su hábitat y de su clima por dinero o por diversión para otro momento (pero volveré).

Vamos con la receta!



Ingredientes:

Para el caldo de carne:
Una pieza de carne de ternera, por ejemplo de morcillo (aproximadamente 1,5 kg)
Verduras al gusto


Para macerar la carne
1/2 litro de vino tinto
Una cucharadita de curry
Una cucharadita de pimienta negra recién molida
Una cucharadita de orégano
Un par de ramas de tomillo


Para el estofado
2 cebollas medianas
Un puerro
3 dientes de ajo
2 cucharadas de mostaza de Dijon
Unos dados de mantequilla
Aceite de oliva
Pimienta negra recién molida
Sal



Elaboración:

Para empezar debemos hacer un caldo con la carne, de esta manera la dejaremos tierna a la vez que conseguiremos un delicioso caldo con mucho sabor a carne. Este paso debemos realizarlo con antelación y el día anterior al que elaboraremos el estofado propiamente dicho por tres razones: para ahorrar tiempo porque se llevará un buen rato (bastante menos si la cocinamos en una olla exprés), porque debemos esperar a que la carne se enfríe un poco para poder manipularla o nos quemaremos y además porque dejaremos la carne macerando toda la noche. Para dar más sabor y sustancia a nuestro caldo le añadiremos la verdura que más nos guste o apetezca o la que tengamos dando vueltas por la nevera, da igual, nosotros utilizamos cebolla, zanahoria, apio y puerro.

Cuando la carne ya está tierna la retiramos del caldo, le limpiamos las grasas y la cortamos en cuadros. Dejamos macerar la carne toda la noche en la mezcla de vino especias que hemos indicado en los ingredientes. Si es necesario podemos añadir algo de caldo ya que nos interesa cubrir la carne por completo para que se macere y adquiera todos los sabores.

Al día siguiente volvemos a cocer la carne en el propio mejunje en la que la hemos dejado macerando.
Mientras tanto en una cazuela pochamos la cebolla y cuando esté a medio incorporamos el ajo y el puerro. En el momento en el que nuestra verdura esté bien pochada, añadimos la harina y la tostamos un poco. Incorporamos dos cucharadas de mostaza de Dijon y el líquido de la maceración de la carne. Damos un hervor y retiramos del fuego para triturar la salsa. Añadimos la carne y dejamos cocer durante unos minutos para que se incorporen todos los sabores.

Por último agregamos unos dados de mantequilla al estofado que aportarán al estofado un sabor y un color buenísimos. Rectificamos de sal y pimienta y listo para comer!


Pantxineta

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Buenas!

Este finde hemos aprovechado que teníamos en la nevera un hojaldre a punto de fallecer y hemos hecho una de la tartas más sencillas y, a la vez, más resultonas y deliciosas que los Tartufo hemos probado: la pantxineta.

No es la primera vez que la hacemos, de hecho, la receta ya está puesta en nuestro blog desde hace más de dos años, pero es que las cosas cambian (a veces incluso mejoran) y esta vez la pantxineta nos ha quedado todavía más buena y más bonita (además el dispositivo, es decir, la cámara de fotos, también ha mejorado bastante) con lo cual nos hemos decidido a reeditar nuestra antigua receta porque de verdad, un pastel así lo merece.

Se supone que yo (mamá Tartufo) no debo comer dulces ya que mi embarazo (sí, volvemos a ser papás, pos si alguien no se ha enterado) me lo impide... Pero uno al año no hace daño y mañana es noche buena y pasado Navidad jajajaj. Así que esta tarde me pienso merendar el último pedazo de pantxineta que queda en la nevera, no sea que nos vaya a salir el "bebé Tatufo 2º" con una pedazo de pastel en medio de la frente... No me lo perdonaría jajajjaja.

Y ahora, un poquito de cultura gastronómica, que nunca viene mal.

La pantxineta es un postre típico del País Vasco que fue creada a principios del siglo XX por la Casa Otaegui (de la que ya hablamos anteriormente). Como hemos dicho, se trata de un postre muy sencillo, elaborado tan sólo con hojaldre, crema pastelera y almendras.

Yo, que en Donosti soy un poco más que una simple turista, afirmo que nadie debería visitar San Sebastián y volverse a casa sin pasar por Otaegui y probar la pantxineta. Entre tanto, y para los que les queda lejos como a nosotros, pueden ir elaborando esta en casa e imaginar que pasean por la Parte Vieja. No será lo mismo, pero calma un poco la morriña.

Sin más dilaciones, les dejamos (de nuevo) la receta de la pantxineta. 


Gora la Pantxineta!

Pdt: para los más nostálgicos, he decidido dejar la entrada antigua tal y cómo estaba, porque en abril de 2012 (fecha de la publicación original de la receta) también decíamos cosas interesantes a la par que curiosas ;)



"Buenas!

En esta ocasión vamos a hacer uno de los postres preferidos de mi padre, y ahora creo que también puede ser uno de los míos, por nostalgia, o porque simplemente esta delicioso, por alguno de estos motivos es un postre/tarta que tengo en un pedestal.

Guardo con gratísimo recuerdo ver entrar a la que fuera mi jefa, Espe, del restaurante Mendizorrotz en Igueldo, con una pantxineta tamaño mas que familiar, que vendíamos todos los fines de semana templándola un poquito al microondas, apenas 30 segundos, y acompañadas con lo que el cliente quisiera, muchas veces solas o con una simple bola de helado. La cuestión es que se vendía en un periquete, y el secreto cual es? Pues la pastelería Otaegi, ni mas ni menos, la mejor pantxineta que yo conozco, no conozco muchas la verdad, porque siempre compramos la misma, quizás yo sea un ignorante en esta materia, pero desde luego esta pastelería es de las de solera, de las de antes, y es conocida precisamente por este pastel, hojaldre de la mejor calidad, relleno de una crema deliciosa, almendras tostadas, y ya esta! No tiene mas! Por desgracia para mi, yo no poseo la receta de esta mítica pastelería, ya me gustaría, pero he hecho una que encontré en un libro de Pedro Subijana, para algunos no necesitara presentación, pero para los otros, les diré que es uno de los cocineros mas grandes que ha dado este país, que sin hacer ningún tipo de ruido, su restaurante Akelarre tiene 3 estrellas Michelin ganadas a pulso, y que año tras año las mantiene, por algo será…  

Bueno, que ya me estoy pasando de la ralla y voy a aburriros mas de la cuenta, la crema pastelera de esta receta tiene un toque especial, que sin ser nada extraño, le da ese toque que yo considero la hace perfecta para la pantxineta, y que sino es la receta autentica de Otaegi a mi me parece muy parecida, tanto en textura como en sabor, así que ya sabéis, encender el horno, sacar el rodillo, y a por ella! Y acordaos, mejor templada!"




Ingredientes: (para 2 personas)
Para la masa:
Dos láminas de hojaldre refrigerado (preferiblemente redonda)
Una yema de huevo
Un buen puñado de almendras troceadas
Azúcar glass

Para la crema:
¼ l de leche
Un huevo entero y una yema
60 gr de azúcar
25 gr de almendra en polvo
15 g de harina
15 gr de harina de maiz
5 gr de mantequilla
Piel de naranja y de limón
Una rama de canela


Preparación:

Para comenzar este postre tenemos que prepara una crema pastelera a la que añadiremos almendras
En primer lugar pondremos al fuego la leche con la cáscara de naranja y de limón y la canela, hasta que hierva, cuando hierva tapamos para infusionar 5 minutos.

Por otro lado pondremos el huevo y la yema en un bol y les añadimos el azúcar. Removemos bien e incorporamos las dos harinas tamizadas. A continuación agregamos a este recipiente la leche y mezclamos bien.En este punto añadimos las almendras en polvo.

Seguidamente debemos verter toda la mezcla de nuevo en el caldero pero esta vez al baño maría, sin dejar de remover hasta que espese y tenga consistencia de crema. Retiramos del fuego, añadimos la mantequilla y mezclamos bien hasta que ésta se derrita. Reservamos para que se vaya enfriando.

Ahora vamos con el hojaldre que deberemos poner sobre un molde desmontable el cual podemos engrasar previamente por seguridad (o directamente sobre un papel vegetal en la bandeja del horno). Pinchamos toda la base con un tenedor y cocemos en blanco, es decir, poniendo un buen puñado de garbanzos sobre el hojaldre para evitar que este "suba" durante la cocción (estos garbanzos los podemos guardara en un tarro y destinarlos siempre a este tipo de cocciones). Debemos seguir las pautas indicadas en el envase del hojaldre que suelen ser unos 10 minutos a 200º.

Una vez el hojaldre esté cocido lo sacamos del horno y pintamos los bordes con yema de huevo y a continuación agregamos la crema pastelera encima. Cubrimos con otra lámina de hojaldre, cerramos los bordes doblando los extremos y pintamos todo el exterior de nuestra pantxineta para que adquiera un apetitoso color dorado.

Por último esparcimos la tarta con las almendras troceadas y la introducimos en el horno a 180ºC durante aproximadamente 15 minutos o hasta que el hojaldre esté dorado. Sacamos del horno y espolvoreamos con azúcar glass. Mejor si se come templada.

*Nota: en esta ocasión hemos evitado poner el azúcar glass, intentando restarle algo de azúcar al pastel, y queda igual de bueno así que lo dejamos a gusto del consumidor.

Gora!

Nota 2: En esta ocasión hicimos un pastel gran (con un molde de 24 cm) y otro pequeñito porque nos sobró algo de masa. La vez anterior hicimos dos porciones individuales (y otras dos más pequeñitas para bebé tartufo), cortando la masa en círculos pequeños. Una vez más, a gusto del consumidor.




Buen provecho!

Hogaza de trigo, centeno y miel (y nuestra primera prueba con un banneton)

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Buenas!

Hace una semanas adquirimos nuestro primer banneton. Sí, después de infinidad de recetas de pan, de cursos, de catas,... Aún no habíamos probado a levar el pan en un banneton. Y es que, como les hemos dicho en infinidad de ocasiones, hay cosas que son complicadas de conseguir aquí en las islas afortunadas.

Pues bien, como decimos, hace una semana adquirimos nuestro primer banneton y estábamos deseando probarlo y es que es un utensilio muy práctico, que se ha utilizado durante generaciones pero, sobre todo, hace unos panes tan bonitos... Realmente espectaculares.

Un poquito de cultura general:

El banneton, también llamado banastillo, es una cesta en la que se fermenta el pan. Los hay de distintos materiales pero lo más común es encontrarlos de pulpa de madera o de mimbre y pueden estar forrados con una tela (normalmente de lino) que debe ser extraíble para que sea más fácil su limpieza. En cuanto a los tamaños, los hay para todos los gustos, pero lo general es encontrarlos desde el 1/2 kg de masa de capacidad hasta los 3 kg (habrá más pero estos son los que nosotros hemos visto). Y pueden ser alargados (ovalados, rectangulares e incluso con forma de "8"), redondos o cuadrados. También los hemos visto de "usar y tirar", son de cartón bastante resistente y se suelen utilizar para cursos de pan.

Los bannetones son un utensilios muy sencillo de usar, tan solo debes enharinarlos bien y dejar tu pan levar en ellos en vez de hacerlo en cualquier otro recipiente en el que acostumbres a hacerlo.

Nosotros hemos adquirido uno de mimbre que, por lo que tenemos entendido, son los más tradicionales y los que dejan una forma más bonita pero, por el contrario, los más complicados de mantener limpios y en perfecto estado. Nosotros, por lo pronto, utilizamos un cepillo de dientes para ayudarnos de sus cerdas y poder llegar así a todos los recobecos.

Por ahora la experiencia está a la altura de nuestras espectativas.

Y para estrenar nuestro banneton, el Tartufo nos ha elaborado un pan que combina harina de trigo y centeno con un sutil toque de aceite de oliva y miel... Espectacular.

Ahí va la receta!


Hogaza de trigo, centeno y miel :)



Ingredientes:

200 gr de harina de fuerza
200 gr de harina común
100 gr de harina de centeno
350 gr de agua
25 gr de aceite de oliva
20 gr de miel
7 gr de levadura fresca prensada
Una cucharadita de sal


Elaboración:

Para empezar mezclamos en un recipiente amplio todos los ingredientes secos (las harinas y la sal) y otro más pequeño los húmedos (agua, miel, aceite de oliva más la levadura previamente desmenuzada). A continuación incorporamos los ingredientes húmedos a los secos y amasamos. Nosotros hemos utilizado la Kitchenaid para facilitar este paso pero lo puedes hacer con tus manitas sin ningún problema.

Una vez los ingredientes están completamente integrados, amasamos con las manos hasta conseguir una masa lisa y elástica. Nosotros, como siempre, utilizamos el método de Dan Lepard que ya les hemos explicado en otras ocasiones: breve amasado - reposo. Es decir, untamos la mesa con un poco de aceite y amasamos durante 10 - 15 segundos terminando en forma de bola, a continuación metemos en un bol untado con aceite, tapamos con un trapo y dejamos reposar duante 15 minutos. Y así sucesivamente hasta completar la hora aproximadamente. Entonces dejamos reposar durante aproximadamente otra hora (o hasta que practicamente haya doblado el volumen inicial). Transcurrido ese tiempo, enharinamos bien el banneton (vale tambíen con cualquier recipiente de plástico o un molde acecuado) y dejamos reposar de nuevo durante otra hora más o menos (siempre dependerá del frío que haga en casa), hasta que veamos que la masa se ha hinchado. Entonces retiramos la masa del banetton con cuidado de no manipularla demasiado y hacemos unos cortes superficiales (greñado).

Precalentamos el horno a 250º C (o más si nuestro horno da más) y cuando esté listo introducimos nuestro pan. Podemos utilizar la bandeja del horno bien cubierta de harina o con papel vegetal. Nosotros solemos utilizar una cocotte de hierro porque nos resulta más cómodo y porque los resultados son espectaculares gracias a que el vapor del pan no salen del recipiente y forman una corteza mejor (es como un horno de vapor dentro de nuestro horno). El procedimiento es similiar, precalientas el horno con la cocotte con su tapa dentro (ojo con las tapas con pomo de plástico). Cuando el horno esté caliente, retiramos la tapa y volcamos nuestro pan dentro de la cocotte (cuidado porque quema muchísimo) y volvemos a tapar. Utilicemos el método que utilicemos, debemos dejar cocinar 15 minutos (si es en cocotte debemos taparla) y luego bajar la temperatura a 200º C y dejar otros 35 minutos más (si es en cocotte retiramos la tapa en este momento). Y ya está, sabremos que nuestro pan está listo cuando tenga un bonito bronceado y al golpearlo en la base con el puño suene a hueco.

Dejamos reposar el pan sobre una rejilla hasta que esté frío (si es que te resistes a probarlo antes).

Listo para comer!

Recuerda que, si lo necesitas, puedes echar un vistazo a nuestros Consejos para hacer pan en casa donde encontrarás todo tipo de información útil para cualquier panadero casero que se precie.



Bizcocho glaseado de yogur y limón

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Buenas! 

Nuestro blog cumple tres años y no, nosotros no hacemos sorteos, somos un blog sencillo, para bien o para mal. Así que para "celebrar" nuestro cumple-blog nos ha parecido una buena idea el rescatar y dar un lavado de cara a una de nuestras primeras recetas (en concreto la segunda): bizcocho glaseado de yogur y limón. Que no es otra cosa que el bizcocho de yogur de toda la vida, sí, ese que hacemos todas las mamás para desayunar o merendar algún domingo que otro. Tan sencillo y tan bueno.
El día que publicamos esta receta por primera vez fue el señor Tartufo quien hizo el bizcocho y esta vez fui yo. Aclaremos pues que la diferencia en el aspecto del bizcocho no responde a que yo sea mejor repostera que él (ni de lejos) sino a otros factores que han ido cambiando con el paso de los años: perfeccionamiento de la fórmula (jajajaja), cambio de horno, cambio de cámara, aumento de nuestra sabiduría en muchos aspectos (entre ellos, algo de fotografía hemos aprendido), etc.

No es lo único que hemos "arreglado" en esta receta. Y es que, en un primer momento, la receta la pusimos única y exclusivamente en gramos por aquello de hacer hincapié en lo importantísimas que son las medidas bien medidas (valga la redundancia) en la repostería. Entendemos que todo el mundo no tiene una pesa en casa y que, aún teniéndola, resulta enormemente más sencillo medir las cantidades utilizando el vaso de yogur, así como hacían nuestras abuelas y así como seguimos haciendo hoy en día. Por lo tanto, para no perder nuestras esencia y tampoco andar mareando la perdiz, ahora pondremos las dos medidas y todos contentos :)

Y, cómo somoos unos nostálgicos sin remedios, les dejamos el post que escribimos en su día para presentarles esta receta.

Saludos!



Publicada el 31/03/12:

Buenas!

Pues aquí vamos con nuestra segunda receta. La verdad es que yo, el cabeza de familia (por el tamaño de la cabeza, no por otra cosa) no la quería poner, pero aquí la señora tartufo me dijo que si, que le sacara unas fotos al bizcocho que había preparado ¡Y adelante con la segunda receta! Así nació esta segunda entrada en nuestro recién estrenado blog :D ¡Comenzamos!

Yo de repostería no voy sobrado, pero para hacer este bizcocho no tienes que tener mucha idea de ésta, ya que basicamente con tener las cantidades y hacer bien la mezcla tienes el exito asegurado. No tendrás que andar montando claras a punto de nieve, ni haciendo baños marias para las yemas, todo eso esta muy bien, pero hoy despues de trabajar no tenia ganas de complicarme la vida, y me apetecia desayunar un buen trozo de bizcocho mañana con un buen cafe con leche. Aquí dejo la receta para que tomeis buena nota de ella. ¡Más fácil imposible!





¡Qué bueno está! Y más si se disfruta en un entorno como este y en buena compañía :)



Ingredientes:


Para el bizcocho:

3 Huevos
270 gr de harina (3 vasos de yogur)
125 gr de yogur (1 vaso de yogur): el sabor no importa
200 gr de azucar (1 vaso y medio de yogur)
75 ml de aceite de girasol (algo más de medio vaso de yogur)
Un sobre de levadura química 
Ralladura de limón (al gusto)
Mantequilla y harina (para encamisar el molde)

*Nota: la verdadera receta del bizcocho de la abuela lleva más azúcar (260 gr) y más aceite (125 ml) que el nuestro. Nosotros, fruto de repetidos experimentos, hemos corregido la receta y la hemos modificado para amoldarla a nuestro gusto: algo menos dulce y menos aceitoso, pero lo dejamos a gusto del consumidor.

*Nota 2: el bizcocho de la foto lleva el doble de cantidades de las que indicamos en los ingredientes (éramos más para repartir!)


Para el glaseado:

6 Gotas de zumo de limón
200 gr de azucar glass
1 Clara de huevo



Elaboración:


Lo primero que debemos hacer cuando cocinamos algo al horno es precalentarlo, concretamente a 180º. Después encamisamos el molde donde vayamos a hacer el bizcocho con un poco de mantequilla y harina, quitamos el exceso, reservamos para después.

Ponemos en un bol los huevos y batimos enérgicamente para airearlos, pero sin necesidad de montar nada. Vamos echando el azúcar y mezclamos bien, después el yogur,la ralladura de limón y el aceite.Todo esto lo mezclamos bien para que quede una mezcla homogénea y sin grumos. A continuación, tamizamos la harina junto con la levadura y la añadimos a la masa anterior, mezclamos bien hasta que no quede ningún grumo, y hayamos obtenido una mezcla homogénea nuevamente. Vertemos esta mezcla en el molde que previamente teníamos encamisado y lo metemos en el horno a media altura en mitad de la bandeja que deberá estar a 180º como antes habíamos dicho.

Esperamos 35 minutos, y ahora dependerá de tu horno, en el mio con este tiempo esta hecho, pero para asegurarte simplemente deberás meter le punta de un cuchillo y si sale limpia, ya lo tendremos listo. Desmoldamos y lo preparamos para el glaseado.

Separamos de un huevo la yema de la clara, y nos quedamos con esta ultima, batimos enérgicamente con las gotas del zumo de limon hasta montar ligeramente las claras, entonces añadimos el azúcar y mezclamos hasta conseguir un glaseado fluido. Entonces, con el bizcocho aun caliente, simplemente debemos de ir bañándolo con la glasa.

¡Déjalo secar y estara listo! ¡A disfrutar!







Y como homenaje a lo que durante mucho tiempo fue nuestro blog: muy buenas recetas pero muy humildes fotos, les dejamos las imágenes que hasta hoy habían ilustrado esta receta.










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